A 34 años, San Juanico mantiene su exigencia de retirar las gaseras

Eran minutos antes de las seis de la mañana, Margarita Hernández había dejado a sus hijos dormidos cuando salió a comprar leche a una tienda de Liconsa, de pronto todo se puso rojo, se sintió mucho calor y comenzó la corretiza, San Juanico había desaparecido de la faz de la tierra, decían las noticias de esos días.

Ella y sus vástagos estaban ahí, entre la quemazón, el olor a gas y montones de gente con la piel hecha jirones buscando salir como fuera de aquel infierno. Era la madrugada del 19 de noviembre de 1984, la noche anterior los vecinos de San Juan Ixhuatepec, cuya fundación data desde tiempos prehispánicos, habían reportado a las autoridades un fuerte olor a gas, pero nadie hizo caso y fue hasta ese día cuando todo voló en pedazos.

Margarita sólo pensaba en sus hijos e inconsciente por las quemaduras de tercer grado que habían abrasado sus pies y sus manos, corrió a su casa a sacar a sus hijos; otro, quien vivía con unos tíos falleció, esa noche estaba justo en la zona de las explosiones.

En esos años, la zona era un andurrial de casas de lámina y asbesto, una pequeña ciudad perdida que terminó reducida a nada luego de las explosiones y que ahora es un colorido parque lleno de niños jugando.

Se le llenan los ojos de agua al recordar, los restos de su hijo Ignacio nunca fueron encontrados y representantes de Petróleos Mexicanos (Pemex) la visitaron un año después de la tragedia para entregarle un cheque de indemnización por mil 500 pesos y la aseveración de que se había quemado por «babosa», y que su hijo se había muerto por andar de parranda”.

Para curar sus heridas fue necesario ocho ingresos al quirófano, las primeras cirugías se las realizaron en el Hospital Rubén Leñero, ahí trataron de injertarle piel de puerco. Le colocaban placenta, apósitos con vinagre y otros remedios que no recuerda, “pero no me pegaban”, así que acudió al nosocomio Dr. Manuel Gea González, en donde le quitaron piel de los glúteos y de los muslos para sanarla.

“El piso se sentía caliente, se nos quedaban los pedazos de piel de los pies en las calles, todo eran gritos, nadie sabía qué había tronado, parecía que había pasado un avión pero era una de las salchichas (tanques de gas) que volaron al cerro, por eso corríamos, muchas de las que estábamos ahí se murieron en el hospital”.

Dentro de lo que cabe, explicó, a ella «le fue bien», porque su yerno perdió a toda su familia esa mañana, él había salido a colocar su puesto enfrente del mercado de San Juan cuando vino la explosión, toda su familia quedó calcinada, incluso cuenta que encontraron a sus hijas abrazadas.

De acuerdo con cifras oficiales, tras las explosiones murieron unas 500 personas, poco menos de mil sufrieron heridas considerables, más de 300 tuvieron quemaduras de primer grado y 60 mil habitantes fueron evacuados; además, se contabilizaron 149 viviendas destruidas y los hospitales capitalinos atendieron por esos días a siete mil afectados.

Habitantes mantienen su exigencia de sacar a las gaseras

“Nosotros contamos más, ya entre los vecinos, haciendo un recuento de cuántos faltaban llegamos a contar a unos 800 o mil”, señaló a Notimex Heriberto Soriano, que dirigió durante una década la organización Unión Popular Ixhuatepec, emanada poco después de la tragedia para solicitar mayor seguridad y condiciones de vida para los habitantes de la zona.

Él vive ahí desde hace 48 años y esa mañana no estaba en el lugar pero su familia sí, recordó que fue una desesperación saber que estaban ahí y que no podía entrar, estuvo muchas horas buscándola con la cabeza llena de pensamientos; recorrió los campamentos provisionales en la zona de La Villa e Indios Verdes en donde la gente colocó carteles con datos de las personas por si alguien iba a buscarlos, ahí estaba su familia.

A 34 años de la tragedia cambiaron muchas cosas, pero fue con trabajo y la unión de varias voluntades como se logró que ahora cuenten con los servicios básicos, que pavimentarán las calles y se construyeran parques. Antes de eso, dijo, San Juanico estaba fuera del mapa.

Lo que no ha cambiado, señaló el aguerrido dirigente quien luchó por más de una década por los habitantes de San Juan, es la exigencia de sacar a las gaseras del lugar y contar con rutas de evacuación libres de ambulantaje, pues sólo hay una salida vehícular en la calle Benito Juárez y tres accesos peatonales; sin embargo, en ocasiones es difícil pasar por el comercio en la vía pública.

“La exigencia sigue siendo la misma que hace 34 años, que salgan las gaseras», pero eso es prácticamente imposible porque según Pemex, dijo: «Generan muchos empleos y al salir la gente de aquí se quedaría sin trabajo, su argumento es que generan empleos y que no se pueden ir de aquí”.

Heriberto señaló que la tragedia no comenzó el 19 de noviembre de 1984, sino desde meses atrás en los que era común que los habitantes percibieran olor a gas y echaran a correr a la carretera México-Pachuca.

Incluso, relató, se sabe que hubo fugas de gas antes del siniestro, sólo que en esas ocasiones había viento para disiparlo mientras que la fría madrugada de la tragedia no había aire, por lo que el gas se quedó atrapado en San Juan, cuyas condiciones geográficas asemejan una especie de cazuela y solo bastó un chispazo para que todo volara en pedazos.

De acuerdo con información recabada por Notimex, todo se originó a las 5:30 de la madrugada por una ruptura de una tubería que transportaba Gas LP a la planta de almacenamiento cercana a los parques de tanques compuestos por seis esferas y 48 cilindros de diferentes capacidades.

La primera explosión fue a las 5:40 horas, minutos después la segunda y luego siguieron en cadena otras 11 de diferentes magnitudes durante 90 minutos, pero fue hasta las 10:00 de la mañana cuando ocurrió la última, los sismógrafos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) registraron ocho estallidos de gran magnitud.

El hombre recuerda que nunca temió al gobierno, sino a la indiferencia de las personas que no exigen mejores condiciones de seguridad en la zona. Explicó que las nuevas generaciones de San Juan no saben qué fue lo que pasó, tampoco que los parques y la biblioteca existen gracias a los reclamos que la agrupación hizo a las autoridades, “costó muchas muertes, pero las nuevas generaciones lo han olvidado”.

Señaló que con recuentos vecinales sumaban 800 o mil las muertes, aunque el gobierno declaró unos 500, de varios lesionados tampoco se sabe si regresaron, a muchos damnificados los reubicaron en la colonia Valle de Anáhuac, pero tampoco se sabe nada de ellos.

Con tristeza mencionó que esa tragedia se pudo haber evitado, porque en su opinión, lo sucedido fue ocasionado por un error humano, en esos años las tuberías carecían de mantenimiento. Por ello, esas empresas, indicó, deben mejorar las condiciones de seguridad «para que podamos seguir conviviendo con las gaseras».

noviembre 18, 2018 - 1:50 pm

Por: Staff

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