En el marco de la Cátedra de Análisis de la Realidad Política y Social Ignacio Ellacuría SJ., la Universidad Iberoamericana Puebla efectuó el encuentro Diálogos 2018: rupturas, continuidades y esperanzas el cual llevó por nombre La Iglesia Latinoamericana a 50 años de Medellín.
Durante esta jornada de análisis, Juan Luis Hernández Avendaño, director del Departamento de Ciencias Sociales; el Padre Gustavo Zarate, María Laura Manrique Nava y Alejandro Ortiz Cotte, coordinador del Área de Reflexión Universitaria (ARU) dialogaron con la Comunidad Ibero Puebla sobre la realidad social y política que trastocó la vida de la Iglesia Católica Latinoamericana.
El primero en intervenir fue el Padre Gustavo Rodríguez quien compartió las experiencias pastorales que vivió después de Medellín en 1968, pues mientras se encontraba en la Sierra Norte de Puebla vio como los pastores compartían la literatura del vaticano a las comunidades indígenas, se acercaban a escucharlos y se preocupaban por sus necesidades.
Gustavo Rodríguez también habló sobre la manera en que fue perseguido y señalado como revolucionario o marxista, por la misma Iglesia Católica y el gobierno, quienes intentaron callarlo más de una vez. Así como la experiencia de haber vivido en un ambiente donde a diario había asesinatos y jamás hubo un juicio de por medio.
Por su parte, María Laura Manrique Nava, señaló que la participación de las mujeres en el Caso Medellín fue limitada. Esto principalmente porque los movimientos feministas se descalificaron, a la fecha existe una opresión mayor contra las mujeres, no sólo en la Iglesia, sino en la vida cotidiana.
Asimismo, la teóloga Manrique Nava comentó que hasta la segunda mitad del siglo XX, el tema de las mujeres en el ámbito religioso se hizo más evidente. Citó a varias autoras que después de Medellín incursionaron en el campo teológico como Beatriz Melano Couch y Ana María Tepedino.
El teólogo Alejandro Ortiz tocó el tema del laicado en Medellín. “Si hubiera continuado Medellín se hubiera desarrollado una teología laical, implicando las necesidades de los pueblos como lo son las necesidades laborales, afectivas, familiares. Con Medellín el sistema religioso no estaría enfermo”.
El documento de Medellín empieza con la promoción humana y de justicia, los jóvenes y la paz, concentrándose en los problemas reales. Después en la tercera parte toca el tema de los desafíos pastorales.
Ortiz Cotte finalizó enunciando los desafíos de recuperar los anhelos al llamarnos pueblos de Dios, es decir, sentarnos todos y discutir cómo hacer comunidad, cómo recordar el espíritu de Jesús y que el amor de Dios sea una realidad posible.
Para concluir, el director del Departamento de Ciencias Sociales de la Ibero Puebla, Juan Luis Hernández Avendaño, comentó que en su experiencia el hablar de la Iglesia Católica es raro para muchos de sus alumnos, pues muy pocas personas conocen realmente su Iglesia y su religión.
Hernández Avendaño destacó que Medellín fue un suceso que no perduró, que fue cortado políticamente y socavado, detenido de manera radical, en la cual el Vaticano tuvo una gran participación interviniendo en América Latina.
El politólogo de la Ibero Puebla finalizó comentando cómo México y Colombia fueron dos de los países que menos participaron en la estabilización de Medellín. Añadió que actualmente somos más biclasistas que nunca y que el revivir Medellín removería esa jerarquía en la Iglesia que es de gran influencia para el clasismo.