La contingencia sanitaria de la Covid-19 ha provocado una crisis económica y está agravando rápidamente la actual emergencia de seguridad alimentaria y nutrición, aseguró el Panel Internacional de Expertos sobre Sistemas de Alimentación Sostenible (IPES-Food por sus siglas en inglés).
Señala que “en cuestión de semanas, la Covid-19 ha dejado al descubierto los riesgos, fragilidades y desigualdades en los sistemas alimentarios mundiales, y los ha llevado al punto de ruptura”.
Los sistemas alimentarios llevan décadas al borde del precipicio: niños que dependen del comedor escolar para no pasar hambre; países en los que una prohibición de exportación provocaría escasez de alimentos; granjas que no tendrían mano de obra si se prohibieran los desplazamientos, y familias en las regiones más pobres del mundo que no pueden perder ni un solo día de trabajo por correr el riesgo de la inseguridad alimentaria, costo insostenible de la vida y la migración forzada.
IPES-Food es un panel establecido en 2015, que trabaja para dar forma a los debates sobre la reforma del sistema alimentario a través de la investigación orientada a las políticas y el compromiso directo con los procesos de políticas en todo el mundo.
El panel reúne a científicos ambientales, economistas del desarrollo, nutricionistas, agrónomos y sociólogos, así como profesionales experimentados de la sociedad civil y los movimientos sociales.
Los especialistas señalan que los confinamientos e interrupciones provocados por la COVID-19 han demostrado la falta de acceso de algunas personas a bienes y servicios esenciales. En los sistemas sanitarios y alimentarios, han salido a la luz lagunas, desigualdades y disparidades críticas.
Estos sistemas, los bienes públicos que garantizan y las personas que los sustentan, han sido subvaluados y no se les ha protegido suficientemente, y las lagunas del sistema expuestas por el virus empeorarán en los próximos años por el cambio climático.
En otras palabras, “la COVID-19 es una señal de alarma de los sistemas alimentarios, que debe ser atendida con urgencia”, apuntan.
Sin embargo, la crisis también ha ofrecido una visión de nuevos y más resistentes sistemas alimentarios, ya que las comunidades se han unido para paliar las brechas y las autoridades han tomado medidas extraordinarias para garantizar la producción y el suministro de alimentos.
Advierten que las crisis también pretenden ser utilizadas por actores poderosos para acelerar los mecanismos insostenibles de los “negocios como de costumbre (business-as-usual)”, por lo que sugieren aprender de las lecciones del pasado y resistir frente a esas tentativas.
“Hay que asegurar que las medidas tomadas para frenar la crisis sean, al mismo tiempo, el punto de partida para realizar una transformación completa y profunda del sistema alimentario, que genere resiliencia en todos los niveles”; concluyen los expertos.