Primero fueron la sequía y la pandemia y ahora la guerra en Ucrania. Tres circunstancias que están afectando al sector de la producción de pasta en Italia. Uno de sus productores, el empresario Riccardo Felicetti, ha explicado a La Repubblica la situación preocupante del sector y cómo sus costes de producción aumentarán este año unos seis millones de euros con respecto a 2021.
Según explica el director general de Pastificio Felicetti al citado medio italiano, no se trata solo de que aumente el precio del grano de trigo por ser Ucrania y Rusia dos de los principales exportadores de esta materia prima. A eso hay que sumar un incremento de los costes de producción por otros factores como el energético, el de envasado y el de transporte. Todo suma y los fabricantes intentan asumir las subidas para que no supongan una recarga excesiva en el bolsillo del consumidor.
Sin embargo, Felicetti advierte que se encuentran “en un momento muy crítico, que comenzó el año pasado con un recorte del 20% en la producción mundial de trigo duro, debido a la sequía en Norteamérica y Canadá, las zonas productoras más importantes del mundo. No hay stocks de cereales ya que, a nivel global, hay un equilibrio sustancial entre producción y consumo”.
La sequía, por un lado, redujo las cosechas. Con la pandemia, la producción se detuvo en seco en algunos lugares y eso hizo caer la oferta. Y ahora la situación en Ucrania. Coldiretti, considerada como la mayor asociación de representación agrícola, asegura que la guerra en Ucrania, según recoge La Repubblica ha puesto a los fabricantes de pasta italianos en apuros. Debido a la situación de la que se venía no hay stock con el que combatir la escasez. Eso, anuncian, supone que solo cuenten con existencias para unas semanas y que se puedan producir cierres de plantas por desabastecimiento. No hay que olvidar, incide la información publicada al respecto, que la pasta se fabrica básicamente con dos ingredientes: sémola de trigo duro y agua.
Preguntado sobre si la situación actual no se podía prever, Felicetti responde que “el riesgo no estaba previsto y actualmente en el sector agrícola mundial no existen instrumentos financieros ni formas de seguro que puedan amortiguar de alguna manera las implicaciones económicas de eventos como estos”.
En el caso de su compañía el aumento del coste de la materia prima, sumado al de envasado y transporte, se traducirá en que “este año nuestra empresa tendrá un incremento de costes calculado en cinco/seis millones de euros más que en 2021. Ya en septiembre hemos iniciado un aumento progresivo de las listas de precios pero, gracias a la cadena de suministro y acuerdos comerciales, hasta la fecha en cuanto a nos preocupa el consumidor, el costo de la pasta se ha incrementado con un impacto menor al que absorbieron los agricultores, molineros, elaboradores de pasta y la gran distribución”.
Lo preocupante es durante cuánto tiempo puede ser esto sostenible sin trasladar esa carga al precio final del producto y que la asuma el consumidor. A la espera de la nueva cosecha, la pregunta que se hacen en Italia es si, más allá del precio, habrá materia prima suficiente para todos. De no ser así, eso incrementará aún más el precio, ya que los productores podrán elegir a quién venden y a qué precio.
A los pocos días de iniciarse la invasión de Ucrania por parte de Rusia y con las exportaciones paradas, en La Razón publicaban un reportaje en el que se referían a Ucrania como “el granero de Europa”. Citando datos de la entidad pública ICEX España Exportaciones e Inversiones, el 10% del PIB ucraniano en 2019 el 10% provenía de la agricultura. Italia, con la compra de 1.228.625 toneladas anuales, es el segundo importador de cereales. Aunque, según publicaba hace unos días Il Post, el impacto de la guerra en el mercado del trigo en Italia no tiene tanto que ver con el grano en sí como con otros factores.
Explicaba este medio italiano, citando un análisis de Confagricoltura para Il Corriere della Sera, que en los primeros 10 meses de 2021 Italia importó 122.000 toneladas de trigo blando (para hacer pan) de Ucrania y 72.000 toneladas, de Rusia. Eso supone un 5% del total. En cuanto al grano duro, el que se usa para elaborar la pasta, en realidad no procede casi de Ucrania, sino de Rusia. De allí proviene un 2,5% del total, unas 51.000 toneladas.
Estos datos apoyan lo que explicaba Felicetti a La Repubblica sobre los distintos factores que han encendido las alarmas en el sector desde hace algún tiempo y para los que la guerra es uno más. Matteo Lasagna, vicepresidnete de Confagricoltura, explicaba al Il Corriere que el principal problema para el sector de la producción alimentaria y agrícola italiana con la situación en Ucrania y Rusia no es tanto la importación de grano, sino el aumento del precio del gas y del maíz. Italia compró en 2021 un 11% de sus importaciones de este cereal de allí.
Como ocurre con la alerta lanzada por las conserveras gallegas en torno a un posible desabastecimiento de aceite de girasol y aumento de los precios por la guerra en Ucrania, la causa no es una sola ni la solución simple y rápida.
Yahoo