La pesca artesanal o ribereña -realizada por pequeños grupos de hasta 11 personas que utilizan técnicas tradicionales con poco desarrollo tecnológico dentro del llamado mar territorial (de 12 millas marinas de distancia)- conforma más de 90 por ciento de la flota pesquera mexicana, la cual integra 97 mil embarcaciones. Sin embargo, estos pescadores enfrentan retos socioeconómicos y ambientales de consideración, señalaron investigadores del Instituto de Geografía (IGg) de la UNAM.
Por ejemplo, carecen de protección social, padecen escasa inversión presupuestal de instituciones con responsabilidad pesquera y tienen una gran variabilidad en sus condiciones de trabajo, pues mientras algunos cuentan con permisos y navíos motorizados, otros se hacen a la mar de manera modesta, afirmó José Manuel Crespo Guerrero, investigador del Departamento de Geografía Económica del IGg.
Durante la conferencia de medios a distancia Retos socioeconómicos y ambientales de la pesca artesanal en México, ofrecida en ocasión del Año Internacional de la Pesca y la Acuicultura Artesanales 2022, el geógrafo manifestó que en México la economía pesquera se estructura en torno a un limitado número de especies: camarón (que representó 45 por ciento de las capturas en 2019), mojarra (8 por ciento), atún (cinco por ciento) y pulpo (cuatro por ciento).
Nuestro país, explicó, tiene firmados 12 tratados de libre comercio con 46 países, y esto lo posiciona ante un mercado de aproximadamente mil 500 millones de personas. “De hecho, ocupa la posición 11 a nivel global en producción de alimentos: cultivos agrícolas y ganadería primaria. Y se sitúa en el lugar 17 en productos pesqueros y acuícolas, en los que resalta en la producción de camarón y pulpo”.
Raúl Aguirre Gómez, investigador del Laboratorio de Análisis Geoespacial del IGg, se refirió a los retos ambientales de la pesca artesanal, como los efectos del cambio climático que han ocasionado la migración de algunas especies y variaciones en la estructura biológica de otras como el calamar gigante; o la ocurrencia de los fenómenos El Niño o La Niña, que modifican la temperatura del mar en algunas zonas en determinados años.
“La temperatura ha ido en aumento y el planeta en general se ha estado calentando. Esto impacta de manera particular la cuestión marina, pues obliga a los recursos pesqueros a buscar un cambio en los lugares donde viven, lo que provoca migración de especies y muchas de ellas se ven alteradas en su parte vital y pueden tender a desaparecer”, detalló.
Esto repercute en la economía, incluso han ocurrido conflictos entre naciones por determinadas especies, como la macarela que migró de Noruega a Islandia, el salmón que se trasladó de Estados Unidos a Canadá y la sardina que está migrando del norte de México a California.
Para estudiar estos fenómenos migratorios y las zonas de cardúmenes, en el IGg se generan imágenes satelitales de color y de la temperatura superficial del mar, información barimétrica (referente a las profundidades marinas), generación de escenarios e integración de la información con Sistemas de Información Geográfica.
En su oportunidad, Olivia Salmerón García, investigadora del Laboratorio de Análisis Geoespacial del IGg, aseguró que el principal reto ambiental es el cambio climático, enfrentar los efectos de fenómenos meteorológicos extremos y los huracanes. “Este Año Internacional de la Pesca y la Acuacultura Artesanal, la Asamblea de las Naciones Unidas lo estableció para poner una especie de alto, de revisión de cómo van los objetivos que se plantearon alcanzar con la Agenda 2030 ”.
Entre los objetivos destacan reducir la pobreza, las desigualdades y enfrentar el cambio climático; de estos destaca el 14, referente a conservar y utilizar en forma sostenible los océanos, mares y recursos marinos para el desarrollo sostenible.
“Esto implica reducir la contaminación marina, proteger los ecosistemas acuáticos, reducir la acidificación de los océanos, desarrollar la capacidad científica en relación con la pesca y mejorar la aplicación del derecho internacional relacionado con el uso sostenible”, indicó.
Salmerón García comentó que en el Laboratorio de Análisis Geoespacial analizan la dinámica de la temperatura, el nivel del mar y de la clorofila, además monitorean las corrientes y los giros ciclónicos para tener un diagnóstico de las condiciones de las pesquerías del país.
Foto: UNAM