En el municipio de Cuatro Ciénegas, Coahuila, se ubica El Cañón de la Lagartija, sitio arqueológico que resguarda vestigios de los primeros habitantes. En él se observan un conjunto de pinturas rupestres localizadas en abrigos rocosos que configuran un paisaje sagrado, donde el carácter ritual y la cosmovisión de los grupos cazadores recolectores quedaron plasmados.
Las pictografías prehispánicas en este desierto configuran documentos superpuestos con el paso de miles de años, de tal suerte que para la arqueología representan distintos momentos históricos donde el entorno se fundió con la presencia humana: chamanes, astros y escenas cotidianas así como rituales que delimitan territorio, esencia y pensamiento del hombre, resultan un terreno fértil para los investigadores que intentan darle una secuencia narrativa.
De acuerdo a los científicos, la zona arqueológica, compuesta por un sistema de 16 abrigos rocosos, data al menos de 3 mil años de antigüedad por lo cual se mantiene en constante investigación. La custodia permanente de éstos por parte del Instituto Nacional de Antropología e Historia se vuelve una labor imposible debido a su extensión y orografía, difícil de transitar en un relieve terrestre en el que se avanza a pie con dificultad, situación que aprovecharon saqueadores el pasado 21 de mayo.
Fue a través de una denuncia anónima realizada a la delegación del INAH en Coahuila que se pudo advertir que había alteración de los sedimentos en dos de los abrigos, lo que para el arqueólogo Yuri de la Rosa Gutiérrez, representa una pérdida incalculable de información que resulta relevante para la investigación de las unidades en el Sitio Cañón de La Lagartija.
“Debemos de distinguir la clasificación natural geomorfológica que hacen los geólogos a la que hacen los arqueólogos que es meramente arbitraria y conforme a los vestigios que se encuentran. A lo largo del cañón hay un montón de abrigos rocosos, pero no todos tienen pinturas. A mí me interesan los que tienen vestigios, y son a los que llamo unidades arqueológicas».
“Hay 16 en ese cañón, todos están investigados, y de hecho no sé por qué le pegan a este sitio si ya saben que en realidad tiene muy poco sedimento para que se piense que ahí está enterrado algo de lo que llaman tesoros: los huaraches, arcos, flechas, porque además nosotros sabemos que eso está en cuevas funerarias y este lugar no es sitio de entierro de personas”.
De la Rosa refirió que se trata de un sitio donde se practicaron actividades rituales y de vida cotidiana pues en los abrigos rocosos se fabricaban herramientas y artefactos, se procesaron alimentos y se realizaron pinturas rupestres.
Es, dijo, un sitio importante y combinado, de una gran complejidad por lo cual algunos lugares ya se han explorado y otros no. En el pasado inmediato este espacio formó parte de un ejido y hoy es propiedad de algún particular. Pero además la zona está protegida federalmente, con independencia de quién es el poseedor de la tierra.
“Es muy probable que ese lugar tenga vestigios de aproximadamente 3 mil años y hasta hace quinientos años. Por miles de años fue ocupado y por muchas generaciones”, refirió el investigador que, al construir paisajes culturales a través del análisis iconográfico, busca dar identidad a los grupos humanos tradicionalmente catalogados como nómadas o cazadores recolectores del norte.
La denuncia
José Francisco Aguilar Moreno, delegado del INAH en Coahuila, confirmó por su parte que el departamento jurídico interpuso la denuncia el pasado 23 de abril ante la Fiscalía General de la República contra quienes resulten responsables del saqueo. En contexto, precisó que el registro del sitio lo hizo la arqueóloga Leticia González Arratia en el año 2001 dentro del “Proyecto Arqueológico Cuatro Ciénegas, una aproximación a contextos alterados”.
“Nosotros ya tenemos el dictámen que hizo el arqueólogo Yuri de la Rosa y ya hicimos la denuncia contra quien resulte responsable dado que no tenemos la certeza ni cómo comprobar quienes fueron las personas; se tiene la idea de quiénes pudieron ser pero se hace la denuncia contra quien resulte responsable en la subdelegación de Saltillo y las sanciones las impone el juez”.
Aguilar Moreno acotó que anteriormente y por las sanciones contenidas en la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicas, Artísticas e Históricas, que databa del año 1972, se aplicaban multas económicas pero por montos en viejos pesos, lo cual no representaba una verdadera acción coercitiva. Por ello se impulsó una iniciativa de reforma que aprobó la Cámara de Diputados el 29 de abril de 2014, sobre el capítulo de sanciones.
“Ya tenemos la denuncia interpuesta, ya es de conocimiento del área jurídica del INAH y del agente del ministerio público federal por medio de la Fiscalía General de la República. Me preguntabas si había otros casos de saqueo en el estado».
“Acabo de revisar y en el año 2001 hubo una denuncia por parte de los compañeros del estado de Nuevo León, que encontraron un bulto mortuorio, de una pequeña momia que se estaba vendiendo en un mercado de Monterrey. Se hicieron las pesquisas y se logró detener a una sola persona, la cual tuvo además de la multa una temporalidad en la cárcel”.
En el territorio de Coahuila, apuntó que se suscitó un robo de piezas arqueológicas justo en Cuatro Ciénegas en el año 2008, mismas que pudieron ser recuperadas en el 2011 y que fueron repatriadas a la Casa de la Cultura del municipio referido en el año 2014.
“Haciendo memoria y revisando los archivos hubo otro caso de saqueo, pero este fue en los noventas sobre unas piezas que se extrajeron en Nuevo León pero por gente de aquí de Coahuila, entonces cuando se hicieron las pesquisas y se dió con ellos, se hizo el acuerdo de la devolución de las piezas, se comprometieron a no volver a realizar acciones y pagaron una multa, pero lo que no quiere entender la gente es que hoy, casi todas las sanciones se aplican con cárcel”.
El responsable del daño
El Cañón de la Lagartija es un sitio arqueológico con visita pública no controlada, es decir, oficialmente no está abierto a visitantes. Sin embargo, Yuri de la Rosa explica que la gente de las localidades aledañas lo conocen y en los últimos años se ha convertido en un atractivo turístico pues fue justo durante el confinamiento por la pandemia que las personas comenzaron a salir al campo y sitios despoblados, lo que representó un riesgo para los espacios y también para los turistas.
En suma se trata del primer saqueo registrado en dos décadas, aunque sí se han ejercido otras acciones judiciales por destrucción del patrimonio o por robo de piezas, como ocurrió en el museo de la Casa de la Cultura de Cuatro Ciénegas. Ante la pregunta de quienes pudieron cometer el saqueo, sin dudarlo, señaló a los habitantes del municipio.
“Son los lugareños pero no son los ejidatarios, son los habitantes del pueblo. Los ejidatarios conocen y cuidan sus terrenos, pero los del pueblo, que son los que saben, reconocen que las piezas tienen un valor en el mercado negro. Cuando nosotros llegamos hace veinte años, los del pueblo salían a las cuevas a saquear y cada cierto tiempo, cada dos o tres meses, venía gente de los Estados Unidos a comprarles las piezas, había un mercado establecido”.
Yuri de la Rosa también recordó que en Monterrey se localizó un bulto mortuorio infantil en venta dentro de un mercado, mismo que fue sacado de la zona de Cuatro Ciénegas. Cuando las piezas se recuperan casi siempre se debe a la denuncia pero previamente, los investigadores deben hacer un dictamen que es la base para interponer la denuncia.
Si se determina que las piezas son arqueológicas, éstas se decomisan y de acuerdo a la magnitud del delito, y de dar con los responsables, se aplican las multas y un juez determina si deben ser sometidos a prisión.
Y es justo en este contexto que De la Rosa Gutiérrez hizo una reflexión en torno a la corresponsabilidad sobre los bienes considerados patrimonio nacional puesto que cada vez que ocurre un hecho delictivo, lo primero que se observa es que la población señala a los trabajadores del INAH cuando la custodia de los sitios, y más aún en los que son de difícil acceso, debe ser visualizar una responsabilidad compartida.
Milenio