Normalmente, las investigaciones históricas aseguran que los españoles ganaron a los antiguos indios de México porque eran más racionales y tenían menos mitos; podríamos plantear lo inverso: ganaron porque tenían un mito irracional, que era tan convincente que justificó toda su actuación.
Así lo reflexiona el historiador Federico Navarrete Linares, académico del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, en el conversatorio 500 años de la resistencia indígena 1521, Toma de Tenochtitlan, que dio inicio con un panel acerca de la importancia de los mitos en la construcción de la historia de México.
El evento, organizado por la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (BNAH) del INAH y el Consulado General de México en Sacramento, California, tiene lugar hasta el 7 de septiembre y es transmitido por el canal INAH TV (https://bit.ly/3guKieb) en YouTube, como parte de la campaña federal “Contigo en la distancia”, de la Secretaría de Cultura.
Participan investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), la UNAM, El Colegio de México y de las universidades del Caribe de Cancún, de California (Estados Unidos) en sus sedes UC Davis y UCLA, así como de la Estatal de California en sus campus Sacramento y Domínguez Hills, en coordinación con las Secretarías de Cultura y de Relaciones Exteriores del Gobierno de México, a través del Consulado General de México en Sacramento, California.
El historiador Federico Navarrete Linares manifestó que para entender históricamente el proceso de la conquista hay que comprender la relación con los primeros mitos y las historias que las sociedades cuentan sobre sus orígenes, pues tanto españoles como indígenas tenían una visión de su propio orden social y cósmico, basado en sus narraciones míticas.
Por ejemplo, comentó, los españoles creían en el mito de ser parte de la religión del único y verdadero dios, quien les había regalado esas tierras (Mesoamérica), idea que les permitió conquistar América. Por otro lado, se ha señalado que los indígenas tenían una serie de mitos con los que se explicaron o interpretaron la llegada de los europeos; uno de ellos, el de la partida y regreso de Quetzalcóatl fue tomado como el retorno de la deidad encarnada en los conquistadores, lo cual es completamente falso, ya que ellos nunca creyeron eso.
“También se ha dicho que vieron una serie de presagios, de eventos funestos (de acuerdo con sus creencias), que sucedieron antes de la conquista y que, de alguna manera, eso los predeterminó, les provocó un fatalismo y los debilitó frente a los españoles”, expuso.
“Sobre estos mitos, el que me parece más grave es el de la idea de que 300 o 500 hombres de Cortés, en una hazaña de valentía e inteligencia, lograron someter a millones de indígenas; leyenda que por cierto se inventó hasta el siglo XIX y la cual es históricamente falsa, pero también muy nociva, porque genera una sobrevaloración de cierto tipo racial de personas”, dijo.
En tanto, el investigador del Centro INAH Tlaxcala, historiador Nazario Sánchez Mastranzo, comentó que lo primero que los europeos descalificaron fue a los indígenas, considerándolos una especie de deformación humana, siendo éste, quizás uno de los primeros mitos que se construyeron para marcar las diferencias.
“Por ejemplo, en Tlaxcala se puede escuchar en cada esquina, que en la Catedral de la Asunción está la pila bautismal donde los señores de Tlaxcala recibieron ‘las aguas que los volvieron cristianos’, algo que todavía es repetido ya que es parte de esa tradición y del discurso que justificaba la cristianización de los habitantes de la región”, comentó.
En su oportunidad, la directora del Museo del Templo Mayor, arqueóloga Patricia Ledesma Bouchan, propuso reflexionar qué tanto, lo que ocurrió en América, rompió muchos de los mitos de la cristiandad; pensamientos que empezaron a resquebrajarse a partir de la aparición de un nuevo continente, con gente que creía en cosas muy diferentes a lo que estaban acostumbrados en Europa.
“Los mitos están muy ligados con la forma en que nos contamos los acontecimientos del pasado, la historia escrita aparece tardíamente y casi siempre, el ser humano ha echado mano de la memoria para rememorar lo sucedido, es a través de la historia oral y, obviamente, de lo que uno recuerda (que es lo a uno le importa más), que se construyen las historias”, aseveró.
Sostuvo que actualmente se quiere una historia rápida, de respuestas fáciles, por lo que el reto para las y los investigadores es demostrar que el ser humano es muy complejo, que no siempre se guía por el lado más racional de las cosas y que a veces toma decisiones que involucran muchos factores que no necesariamente tiene que ver con su propio bienestar como humanidad.
“En el caso de la caída de Tenochtitlan y Tlatelolco, no hay respuestas fáciles, hay que estudiar un mundo más complejo y abrir los ojos ante cosas o sucesos que normalmente no se tenían contemplados, como la participación de las mujeres indígenas en este hecho histórico”, puntualizó.