Así se vive la Semana Santa en la frontera México-Guatemala

En México, las manifestaciones relacionadas con la Semana Mayor son tan diversas como el propio territorio, y en aquellas poblaciones fronterizas como El Pacayal, en Chiapas, a unos cuantos kilómetros del límite con Guatemala, estas se convierten en un desfile de singulares personajes que anuncian los ritos conmemorativos de la pasión y muerte de Jesús.

El investigador del Centro del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en Chiapas, Gabriel Lalo Jacinto, ha registrado parte de estas expresiones, con el objetivo de integrar una descripción etnográfica dadas las características de esta población del municipio de Amatenango de la Frontera.

Recuerda que, en términos políticos, El Pacayal surgió hace poco más de una centuria, en la redefinición de la frontera sur, a finales del siglo XIX, y sus fundadores, grupos de guatemaltecos hablantes de mam, pertenecen a pueblos mayas originarios que han habitado la región desde antes de la llegada de los españoles. De ahí que no es de extrañar la aparición, en Semana Santa, de un personaje nombrado “gañán”, que representa a los jornaleros guatemaltecos que acuden a este lugar a cortar café.

No obstante, el arqueólogo refiere que los grupos de “chismosos” son los que destacan en esta conmemoración religiosa, debido a sus vistosos atuendos de listones que rellenan con globos y complementan con máscaras, algunas, inclusive, adquiridas en Estados Unidos. Estos personajes anuncian su paso por el poblado, golpeando sus machetes de madera contra el pavimento.

Bajo temperaturas que superan los 30 grados, el Miércoles Santo, último día completo de la Cuaresma, los “chismosos” avanzan por las calles repartiendo dulces, frituras y bebidas entre las niñas y los niños que gritan entusiasmados. Asimismo, acompañan a los organizadores y marimberos a cortar ramas de aguacate, las cuales servirán para recrear el árbol donde se colgará un monigote que alude a Judas.

Una cueva con arroyo, localizada en la entrada de El Pacayal, es el punto de reunión para participar en el Viacrucis, allí, los “chismosos”, los músicos y otros personajes, caso de los judíos, son asistidos por gente del pueblo en su atavío, del que destacan capas rojas y birretes de papel, y su rostro decorado con pintura negra.

Armados con báculos y cruces, a paso marcial, el contingente de los judíos sale por la tarde del miércoles “buscando” a Jesús, hasta dar con él.

Todo El Pacayal se convierte en un espacio activo en la escenificación de la pasión, incluidas las calles altas y patios de casas donde se da el “baile moro”, cuyos danzantes portan máscaras de toro y capas, a veces improvisadas con coloridos manteles, sobre los que ponen listones y espejos, en remembranza del “baile del torito”, de Jacaltenango, Guatemala.

Entretanto, la representación del juicio de Jesús transcurre bajo el domo de la cancha comunitaria, de la que saldrá con vestido púrpura para emprender la procesión en la que será acompañado de La Dolorosa, cuya imagen es cargada por mujeres mayores, con el sonido fatigoso del tambor y el acordeón, hasta expirar en la cruz que llevaba a cuestas.

El arqueólogo Gabriel Lalo Jacinto comentó que, en Semana Santa, las familias suelen preparar conserva a base de diferentes frutas: plátano, piña y papaya con azúcar, hojas de higo, canela y “suero de cal”, la cual se acompaña con rebanadas de “palmeadas”, un pan local demandado en estas fechas. Asimismo, es común el jocón con carne de pollo y arroz. Todos ellos, finalizó, son platillos compartidos con la vecina Guatemala.

Foto: INAH

abril 6, 2023 - 1:15 pm

Por: Staff

Nacional

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