John Bolton, el recién despedido asesor de seguridad nacional, ha logrado un hito en la Casa Blanca: desesperar al presidente estadounidense, Donald Trump, con sus beligerantes posiciones sobre Corea del Norte, Venezuela o Irán.
Bolton, de 70 años, llegó como un «halcón» militarista y se va tras reafirmar el apelativo.
«Tiene fuertes posiciones respecto a las cosas, pero eso está bien. De hecho, suavizo a John, lo que es bastante sorprendente», afirmó Trump con ironía a los periodistas el pasado mes de mayo.
Pese al acercamiento con Corea del Norte y las históricas cumbres de Trump con el líder norcoreano, Kim Jong Un, Bolton ha seguido defendiendo la mano dura con ese país y se le ha acusado de torpedear las negociaciones.
Con Irán, dejó entrever en varias ocasiones la posibilidad de acciones directas contra Teherán; y sobre Venezuela, apareció en una ocasión con un libreta ostensiblemente a la vista en la que aparecía escrito el número de tropas que podrían desplegarse en la frontera de Colombia de cara a una hipotética intervención militar.
En Latinoamérica es responsable, además, de acuñar el término la «troika de la tiranía», en referencia a Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Antes de entrar al Gobierno de Trump, Bolton ya era una figura polémica en Washington, ya que en 2006 tuvo que abandonar su cargo de Embajador estadounidense ante la ONU después de apenas 14 meses, debido a la negativa del Senado a confirmarle definitivamente para ocupar el puesto.
Bolton fue, además, uno de los promotores del falso argumento sobre las armas de destrucción masiva que llevó a la invasión de Irak en 2003.
Pero el combativo exdiplomático, que ha sido comentarista frecuente en la cadena de televisión favorita de Trump, Fox News, logró finalmente en marzo de 2018 ponerse al frente del Consejo de Seguridad Nacional, el órgano de la Casa Blanca encargado de centralizar la política exterior y de seguridad de EU y asesorar al Presidente al respecto.
Curiosamente, el rasgo físico más distintivo de Bolton, su poblado bigote blanco, es también el que retrasó supuestamente su entrada en el Gobierno: según informaciones de prensa, al Presidente no le gusta el vello facial, y ese fue un factor importante a la hora de descartarle en anteriores ocasiones como posible secretario de Estado.
Detrás del icónico bigote se encuentra un ideólogo ultraconservador, un vehemente defensor del «interés nacional» y un conocido crítico de la Corte Penal Internacional y de las Naciones Unidas: en 1994 dijo que «no pasaría nada» si desaparecieran diez pisos del edificio de la ONU en Nueva York.
Eso no evitó que trabajara en esa misma institución internacional durante más de un año, porque el ex Presidente George W. Bush (2001-2009) le nombró embajador ante la ONU en agosto de 2005, aprovechando un receso en el Senado, que se había negado a confirmarle para el cargo.
Sin embargo, en diciembre de 2006 tuvo que dimitir, porque se agotaba el plazo en el que podía ocupar el puesto de forma interina y el Senado no parecía dispuesto a darle luz verde.
En 2001, Bolton se convirtió en subsecretario de Estado para el control de armas, un cargo que cobró peso en la antesala de la invasión de Irak porque la justificación de Bush para atacar se centró en la supuesta posesión de armamento químico y biológico por parte del régimen de Sadam Husein, que luego no se encontró.
«Estamos seguros de que Sadam Huseín ha escondido armas de destrucción masiva», dijo Bolton en un discurso en 2002.
Bolton abrazó la teoría del «eje del mal» sobre Corea del Norte, Irán e Irak, y presionó al Departamento de Estado y la CIA para despedir a quienes no validaran las acusaciones más radicales contra esos países, según un análisis de documentos oficiales que hizo en 2008 John Prados, de la Universidad George Washington.
Nacido en Baltimore (Maryland) en 1948, Bolton se doctoró en Derecho por la Universidad de Yale en 1974 y se alistó en la Guardia Nacional, pero no fue a la guerra de Vietnam y se le atribuye la cita de que «no quería perder la vida en el arrozal de ningún país asiático».
Casado y con una hija, Bolton ocupó un alto cargo en el Departamento de Justicia bajo el Gobierno de Ronald Reagan y en el de Estado bajo el de George H. W. Bush, y pasó por los centros conservadores Instituto Manhattan y American Enterprise Institute.
Aunque muchos le tachan de neoconservador, Bolton se describe como un «libertario» que prefiere «la libertad sobre la democracia».