Gracias a su plan integral de manejo de residuos y a los programas en los que participa, la BUAP fue reconocida nuevamente como la tercera universidad más sustentable en México, de acuerdo con el UI Green Metric World University Ranking, una iniciativa impulsada por la Universidad de Indonesia cuyo objetivo es visibilizar la situación actual y las políticas relacionadas con campus verdes y sostenibilidad en las instituciones de educación superior de todo el mundo.
Con esta iniciativa buscan sumar el esfuerzo de distintas universidades para luchar contra el cambio climático global, por la conservación de la energía y el agua, el reciclaje de residuos y el transporte ecológico.
En esta edición 2020 participaron 912 universidades de 84 países; la BUAP logró en el ranking mundial el lugar 87, el número 11 a nivel latinoamericano y el lugar 12 de Norteamérica, así como el tercero a nivel nacional, sólo por debajo de la Autónoma de Nuevo León y la UNAM.
Los esfuerzos por impulsar políticas ecológicas y gestión en el cambio de comportamiento de su comunidad se reflejan en el trabajo en seis áreas: entorno (áreas verdes) e infraestructura; energía y cambio climático; manejo de residuos y uso del agua, así como transporte y educación. De estos parámetros se obtienen puntajes, y la BUAP ha obtenido los más altos este año en el manejo de residuos y de agua.
El manejo integral de residuos
El Programa de Manejo Integral de Residuos Universitarios involucra a todas las áreas administrativas y académicas de la BUAP, pero también a la sociedad. Consiste en un correcto manejo de separación, acopio, reutilización y disposición final de residuos.
De acuerdo con el maestro Diego Ariel Riva, coordinador de Gestión Ambiental de la Coordinación General de Desarrollo Sustentable, a cargo del doctor Manuel Sandoval Delgado, en la Universidad se generan alrededor de 28 toneladas de residuos por día: 20 por ciento orgánicos, 50 por ciento residuos de valor (PET, cartón, plásticos, metal, aluminio, entre otros) y el resto sirve para el programa de aprovechamiento energético.
Gracias al convenio con Cemex, todos estos residuos que no pueden reutilizarse se transforman en combustible, es decir, que los hornos de esta empresa reciben todo el material que no es reciclable ni recuperable, lo que permite a la BUAP no llevar desechos al relleno sanitario y se conoce como “cero disposición de residuos”, que la convierte en una institución totalmente sustentable, señaló el maestro Diego Riva.
“Implementamos un programa de separación, hay botes contenedores, estaciones de separación en CU, también existen centros de acopio en otras unidades como el Área de la Salud, las preparatorias, las facultades de Lenguas, Comunicación y Artes, así como el CCU; ahí se separan los desechos para después hacer una recolección diferenciada”.
El funcionario recordó que este programa inició en 2015 y para 2020 ya se habían separado mil 239 toneladas de residuos, de los cuales 85 toneladas son de valor. De las cafeterías, refirió que se han recolectado mil 155 toneladas de residuos orgánicos, con los cuales se hace composta para elaborar abono orgánico que después se emplea en las áreas verdes de la Universidad, logrando la generación de 340 toneladas de abono orgánico.
Por otra parte, también se trabaja con el aceite quemado que se recoge de las cafeterías, donde se colocan contenedores específicos y es así como se recuperaron mil 560 litros de aceite vegetal quemado, el cual es reutilizado en la elaboración de biodiésel, graciasa un acuerdo con el Instituto de Ciencias de la BUAP.
Diego Ariel Riva mencionó además un programa de manejo de residuos electrónicos, en colaboración con una agrupación de estudiantes, lo que ha permitido recolectar cuatro toneladas al año de basura de este tipo, de la cual se recupera un porcentaje importante para los proyectos y trabajos de laboratorio de los alumnos.
Finalmente, parte del programa integral de manejo de residuos de la BUAP implica una estrecha colaboración con organizaciones no gubernamentales, con las cuales se organizan colectas y recolecciones de residuos, en beneficio de distintas causas sociales, como apoyos para tratamientos de niños con cáncer. De esta forma no sólo hay un impacto ambiental, también un impacto social.
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