Una réplica de magnitud 3,9 sobresaltó a los marroquíes el domingo mientras rezaban por las víctimas del terremoto más fuerte del país en más de un siglo, mientras soldados y cooperantes llevaban agua y suministros a poblados de montaña en ruinas. Más de 2.100 personas habían muerto, una cifra que se esperaba siguiera subiendo.
La ONU estimó que más de 300.000 personas se vieron afectadas por el sismo del viernes en la noche de magnitud 6,8 y algunos marroquíes se quejaban en redes sociales de que el gobierno no permitía más ayuda internacional. Había equipos internacionales preparados para desplegarse, pero seguían esperando a que el gobierno solicitara su asistencia.
“Sabemos que hay una gran urgencia para salvar a gente y buscar bajo los restos de los edificios”, dijo Arnaud Fraisse, director de rescatistas Sin Fronteras, que tenía un equipo bloqueado en el aeropuerto de París el domingo a espera de recibir permiso de Marruecos para entrar en el país. “Hay gente muriendo bajo los escombros y no podemos hacer nada para salvarla”.
La ayuda tardaba en llegar a Amizmiz, donde desapareció una gran parte de la ciudad de casas de ladrillo de arenisca naranja y roja excavadas en la ladera de una montaña. El minarete de una mezquita se derrumbó.
“Es una catástrofe”, dijo el aldeano Salah Ancheu, de 28 años. “No sabemos cuál es el futuro. La ayuda es insuficiente”.
Los residentes barrieron los escombros de la carretera principal sin pavimentar hacia la ciudad y la gente vitoreó cuando llegaron camiones llenos de soldados. Pero pidieron más ayuda.
“No hay ambulancias, no hay policía, al menos por ahora”, dijo Ancheu.
Los que se quedaron sin hogar o tenían miedo de las réplicas durmieron al raso el sábado en las calles de la antigua ciudad de Marrakech o bajo carpas improvisadas en poblaciones de las montañas del Atlas como Moulay Brahim, una de las más afectadas. Los mayores destrozos se produjeron en pequeñas comunidades rurales difíciles de alcanzar para los rescatistas debido al terreno escarpado.
Esas mismas zonas se vieron remecidas de nuevo el domingo por un temblor de magnitud 3,9, según el Servicio Geológico de Estados Unidos. En un primer momento no estaba claro si el temblor había causado más daños o bajas, aunque probablemente había sido lo bastante fuerte para tensar los nervios en zonas donde el terremoto dejó edificios inestables y la gente hablaba de su temor a las réplicas.
El temblor del viernes derribó edificios en pueblos y ciudades de montaña que no estaban construidos para resistir un sismo tan poderoso. Se había confirmado la muerte de unas 2.122 personas y al menos 2.421 heridos, de los que 1.404 estaban críticos, reportó el Ministerio del Interior.
La mayoría de los fallecimientos (1.351) fueron en el distrito de Al Haouz, en la cordillera del Alto Atlas.
“Sentimos un fuerte temblor como si fuera el fin del mundo”, dijo Ayoub Toudite, residente en Moulay Brahim. “Diez segundos, y todo se había venido abajo”.
Las banderas ondeaban a media asta en todo Marruecos después de que el rey, Mohammed VI, ordenó tres días de luto nacional a partir del domingo. El ejército movilizó equipos especializados de búsqueda y rescate y el rey ordenó que se proporcionara agua, raciones de comida y cobijo a los que habían perdido sus hogares.
El rey pidió que las mezquitas de todo el reino celebraran oraciones el domingo por las víctimas, muchas de las cuales fueron enterradas el sábado mientras continuaba la frenética labor de rescate.
Han llegado ofertas de ayuda de todo el mundo y Naciones Unidas dijo tener un equipo en Marruecos que se coordinaba con las autoridades locales para determinar cómo podían prestar apoyo.
Unos 100 equipos, con un total de 3.500 rescatistas de todo el mundo, se habían registrado en una plataforma de la ONU y estaban listas para desplegarse en Marruecos, a la espera de recibir luz verde de las autoridades marroquíes, según Rescatistas Sin Fronteras. Alemania tenía un equipo de más de 50 rescatistas esperando cerca del aeropuerto de Colonia-Bonn, pero los envió a casa, informó la agencia de noticias dpa.
En un indicio de que Marruecos podría estar dispuesta a aceptar ayuda exterior, el ejército español dijo que había enviado a Marrakech un avión de la Fuerza Aérea con un equipo de búsqueda y rescate urbano con 56 soldados y cuatro perros para ayudar. El ministro español de Exteriores, José Manuel Albares, dijo en una entrevista de radio que el despliegue respondía a una petición bilateral de ayuda de las autoridades marroquíes. Había otro equipo de rescate en camino desde Niza, Francia.
En Francia, donde viven muchas personas con lazos con Marruecos, localidades pequeñas y grandes ofrecieron más de 2 millones de euros (2,1 millones de dólares) en ayuda y artistas populares recaudaban donaciones. El rey de Marruecos ordenó que se abrieran cuentas bancarias especiales para recibir aportaciones para ayudar a los necesitados.
El epicentro del temblor del viernes —el más fuerte en el país norteafricano en 120 años— estuvo cerca de la localidad de Ighil en Al Haouz, unos 70 kilómetros (44 millas) al sur de Marrakech. Al Haouz es conocido por sus valles y poblados pintorescos en la cordillera del Alto Atlas.
Unos 45 kilómetros (28 millas) al nordeste del epicentro, muros caídos dejaban al descubierto el interior de casas dañadas y montones de restos bloqueaban los callejones. La gente en Moulay Brahim, una población rural de menos de 3.000 personas, vivía en casas hechas de ladrillos y bloques de concreto. Muchas de las casas no eran seguras o ya no estaban en pie.
La devastación era patente en todas las poblaciones en las empinadas y serpenteantes laderas del Alto Atlas. Se veían casas derruidas y gente llorando, mientras chicos y policías con cascos trasladaban los cadáveres.
“Estaba durmiendo cuando golpeó el sismo. No podía escapar porque me cayó el tejado encima. Estaba atrapada. Me salvaron mis vecinos, que retiraron los escombros con las manos desnudas”, dijo Fatna Bechar, en Moulay Brahim. “Ahora vivo con ellos en su casa porque la mía quedó totalmente destruida”.
Hubo poco tiempo para el duelo mientras los sobrevivientes intentaban rescatar algo de las casas dañadas.
El rostro de Khadija Fairouje estaba hinchado por el llanto mientras se unía a familiares y vecinos que arrastraban sus pertenencias por calles llenas de piedras. Hace menos de dos días perdió a su hija y a sus tres nietos de entre 4 y 11 años cuando su casa se derrumbó mientras dormían.
“No queda nada. Todo se cayó”, dijo su hermana, Hafida Fairouje.
Rescatistas respaldados por soldados y policías buscaban víctimas en casas derrumbadas en la remota ciudad de Adassil, cerca del epicentro. Vehículos militares llegaron con excavadoras y otros equipos para limpiar los caminos de rocas que se desprendían de las laderas de las montañas, informó la agencia estatal de noticias MAP. Las ambulancias trasladaron a decenas de heridos desde la aldea de Tikht, de 800 habitantes, al hospital universitario Mohammed VI de Marrakech.
En Marrakech, donde las autoridades estaban evaluando los daños, faltaban grandes trozos de un techo almenado, y metal deformado, hormigón desmoronado y polvo era todo lo que quedaba de un edificio acordonado con cinta policial.
Turistas y residentes hicieron fila para donar sangre que se necesitaba desesperadamente. Jalila Guerina dijo que corrió a ayudar porque sintió la necesidad como ciudadana marroquí.
“Ni siquiera lo pensé dos veces”, dijo a The Associated Press, “especialmente en las condiciones en las que la gente está muriendo, especialmente en este momento en el que necesitan ayuda, cualquier ayuda”.
En el mercado, los gatos callejeros trepaban por montones de piedras y barras de madera, pero los compradores eran escasos en los puestos instalados bajo sombrillas por vendedores de comida y recuerdos.
El terremoto tuvo una magnitud preliminar de 6,8 cuando se produjo a las 23:11 horas y duró varios segundos, dijo el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS). Una réplica de magnitud 4,9 se produjo 19 minutos después. La colisión de las placas tectónicas africana y euroasiática se produjo a una profundidad relativamente pequeña, lo que hace que un terremoto sea más peligroso.
Es el sismo más fuerte que azota el país norteafricano en más de 120 años, según el USGS, que tiene registros que datan de 1900, pero no fue el más mortífero. En 1960, un temblor de magnitud 5,8 se produjo cerca de Agadir y mató al menos a 12.000 personas. Ese terremoto llevó a Marruecos a cambiar las reglas de construcción, pero muchas estructuras, especialmente casas rurales, no están construidas para resistir tales temblores.
En 2004, un terremoto de magnitud 6,4 cerca de la ciudad costera mediterránea de Al Hoceima dejó más de 600 muertos.
El terremoto del viernes se sintió hasta Portugal y Argelia, según el Instituto Portugués del Mar y la Atmósfera y la agencia de Defensa Civil de Argelia.
En Marruecos, algunos tenderos de Marrakech regresaron a trabajar el domingo por la mañana después de que el rey instara a la gente a reanudar la actividad económica y ordenara preparativos para comenzar a reconstruir los edificios destruidos.
Durante buena parte del sábado en la histórica Marakech, la televisora estatal mostró aglomeraciones de gente en la calle que temía volver a edificios que podrían ser inestables.
La famosa mezquita de Koutoubia en la ciudad, construida en el siglo XII, sufrió daños, aunque su alcance por ahora se desconoce. Los marroquíes publicaron en internet videos que mostraban partes dañadas en la famosa muralla roja que rodea la medina, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
El presidente de Turquía, que perdió decenas de miles de personas en un fuerte sismo a principios de este año, estuvo entre los que propusieron ayuda. Pese al aluvión de ofertas de ayuda de todo el mundo, Rabat no ha aceptado oficialmente la asistencia.
Fuente: AP