El uno de febrero del 2005, Mario Marín Torres, rindió protesta como gobernador del Estado de Puebla, en el entonces Auditorio Siglo XXI, hoy Auditorio Metropolitano, el cual meses antes y de forma por demás apresurada había sido inaugurado por el todavía mandatario Melquiades Morales Flores.
Las butacas estaban mal acomodadas y los azulejos del exterior del inmueble, sobre la entrada principal, se caían, al estar mal colocados y dejaban en claro que se trataba de cerámica y no de talavera poblana, como la había cobrado el constructor de la obra, uno de muy triste memoria.
A Marín le tuvieron que colocar un banquito para hacerlo lucir más alto durante su toma de posesión y mientras el mixteco juraba cumplir y hacer cumplir la ley, tal y como lo establece la constitución, mi mente viajó al turbulento, pero por demás definitivo, año de 2003.
Ese año había arrancado con la aprobación de la cuenta pública del entonces ex presidente municipal de Puebla, Mario Marín Torres, quien libre de sus “cadenas” comenzó a trabajar de inmediato en la construcción del proyecto político que le llevaría a ganar la candidatura del PRI a la gubernatura.
No iba a ser nada fácil para el mixteco, pese a que las condiciones para su principal operador, Javier López Zavala habían cambiado en el Congreso del Estado y cada día sumaba más adeptos. Aun así, Marín no era el favorito para hacerse de la candidatura.
El entonces secretario de Finanzas y Desarrollo Social, Rafael Moreno Valle, concentraba cada día más y más poder. El joven funcionario, educado en Boston y director del Dresdner Bank en la ciudad de Nueva York, tenía impresionado al mandatario y había cambiado la administración pública en todos los órdenes.
Sus modos finos y refinados hicieron que su grupo político fuera bautizado por el genial columnista, Mario Alberto Mejía, como “el grupo finanzas”, integrado por Fernando Manzanilla, Antonio Peniche, Jorge Aguilar, Eukid Castañón y Marcelo García Almaguer.
Después del sismo de 1999 (15 de junio) y las terribles lluvias e inundaciones de ese mismo año (octubre), bautizadas por el entonces presidente, Ernesto Zedillo como la tragedia de la década, Moreno Valle desplazó al resto del gabinete “melquiadista”, por su capacidad y organización.
Rafael se apersonó en el distrito de Zacatlán y desde ahí operó la reconstrucción de la zona. El “yupi” neoyorkino se ponía sus jeans y zapatos aptos para el campo, se arremangaba la camisa y trabajaba sin descanso de las 6 de la mañana hasta las 12 de la noche. Se había ganado la total y absoluta confianza del gobernador Melquiades, no así la de su hijo, Fernando, quien sentía recelo del joven financiero, quien hablaba con perfección y de manera fluida el inglés, lo cual no era común en la clase política local.
Por alguna extraña razón, en el 2001, el gobernador Melquiades le confió a Rafael la operación de la elección en el distrito de Tehuacán y los resultados dejaron ver el talento político del joven funcionario, el cual hizo ganar al “mostro”, el abarrotero, Álvaro Alatriste Hidalgo, quien se convirtió en presidente municipal de la ciudad de las granadas, así como también se ganó la diputación local que estuvo en juego.
El 2003 llegó y nada parecía opacar la “estrella” de Rafael, la cual brillaba más que nunca. Moreno Valle hacía planes de boda, para desposar a una de las señoritas de más clase en Puebla, Martha Erika Alonso Hidalgo, la boda estaba programada para los primeros días del año por venir. Para muchos era claro que Moreno Valle era “el delfín” del gobernador Morales.
Pero conforme avanzaba el 2003, las cosas comenzaron a descomponerse para el nieto del ex gobernador y general del mismo nombre. Melquiades Morales presumía como una de las grandes obras, la primera de su administración, la nueva autopista a Teziutlán, sin embargo, el periodista Alejandro Mondragón fue el primero en comenzar a cuestionar el costo de la obra y la operación financiera llevada a cabo por el entonces secretario, Moreno Valle.
Mondragón fue el primero en mencionar que al parecer al interior de la administración estatal existía un hoyo financiero, porque se presumía, un manejo poco claro de las finanzas públicas por parte del egresado de Harvard, las cuentas no eran tan pulcras como se creía; pero el primero en demostrar que efectivamente algo al interior de la dependencia a manos del “grupo finanzas” no caminaba bien fui yo.
Por azares del destino, a inicios del mes de marzo me llegó un sobre sellado a las instalaciones de Intolerancia Diario, con la leyenda “para Ricardo Morales”.
Me lleve el sobre a mi casa, no lo abrí en mi trabajo, sino que me espere hasta estar en mi hogar. Cuando lo abrí, vi que contenía unos papeles, más de 50 hojas y dos discos de computadora, en ese entonces de ¾.
De inmediato comencé a analizar las hojas y vi que venían firmadas por el despacho de quien fuera contralora en la administración de Carlos Salinas de Gortari, María Elena Vázquez Nava, quien se dedicaba a realizar auditorías organizacionales a los gobiernos estatales.
Mientras leía, no podía dar crédito a lo que señalaba este estudio, detallaba la existencia de una estructura paralela operada desde Finanzas, la cual ascendía a poco más de mil 500 personas, las cuales aparecían en la llamada lista de raya y varios capítulos y programas, cuya existencia nadie conocía.
Cuando metí los discos a mi computadora, mi asombro aumentó, eran las ampliaciones presupuestales que Finanzas había autorizado para Comunicación Social, las cuales pasaron de 120 millones de pesos a más de 200 y luego a 300 millones de pesos, lo cual era todo un escándalo.
Cabe señalar que los convenios de publicidad de la administración melquiadista no se firmaban con el director de Comunicación Social en turno, sino con el secretario de Finanzas, Rafael Moreno Valle, de ahí que nuevamente, el genial columnista, Mario Alberto Mejía, pusiera de moda la famosa frase “gracias Rafa”, misma que solían decir, muchos comunicadores, luego de pasar por las oficinas de este funcionario, allá por el rumbo de la 9 Oriente y 24 Sur.
Me tome mi tiempo para analizar toda la información y tratar de comprender de que se trataba el tema. Yo sabía de la buena relación que existía entre nuestro director editorial, Mario Alberto Mejía y el “grupo finanzas”, por lo que decidí no comentarle nada, cuando ya tenía toda la información procesada busque a Enrique Núñez y le platiqué el asunto.
Núñez revisó la información, corroboró datos, hizo algunas llamadas y visiblemente emocionado le dio el visto bueno.
“Esta de huevos este tema, será nuestra nota de ocho del próximo lunes, guarda bien la información cabrón”, me dijo.
Y así fue, un lunes a mediados del mes de marzo, se publicó a ocho columnas, la nota que llevaba por título “Al descubierto un hoyo financiero al interior de la administración estatal”, señalaba que una auditoría realizada por el despacho de la ex contralora salinista, María Elena Vázquez Nava, había dejado al descubierto la existencia de una estructura paralela, tal y como en el 2002 lo había denunciado también, el ex gobernador de Durango y en ese entonces representante de Roberto Madrazo, Maximiliano Silerio Esparza, quien ya traía en la mira a Rafa.
La nota, por supuesto, fue todo un escándalo, desde muy temprano mi teléfono no dejaba de sonar. Una de la primeras llamadas que recibí fue la de mi gran amigo el también periodista, Arturo Luna Silva, columnista sobrio y tal vez el mejor investigador que existe en Puebla.
– Felicidades hermano, que nota escribiste.
– Gracias mi querido hermano.
– Ahora cabrón prepárate porque de seguro vas a tener miles de cartas aclaratorias, pero te la llevaste. Cuídate, se prudente y precavido, porque esto se va a poner feo.
Rafael aún no había renunciado a la Secretaría de Finanzas, pero pronto habría de hacerlo, era cuestión de días para que dejara la dependencia, se iba para ser candidato del PRI a diputado federal por el distrito 8 con cabecera en Ciudad Serdán, la región de donde era originario el gobernador Melquiades.
Las palabra de Luna resultaron proféticas, mi querida amiga, Sonia Hidalgo, en ese entonces directora de Comunicación de la Secretaría de Finanzas, no tardó en hablarme para decirme que todo lo publicado era una mentira y que ya estaba lista la carta aclaratoria pertinente para precisar todo lo publicado.
La nota por supuesto llegó a las manos del gobernador Morales, quien sabía perfectamente que todo lo publicado era cierto, él había ordenado a finales del 2002 la realización de esa auditoría a instancias de su hijo Fernando, quien nunca había confiado en Rafael y constantemente alertaba a su padre sobre los malos manejos en la Secretaría de Finanzas.
El mandatario estatal guardó mutis, Moreno Valle comenzó a operar con sus medios afines para desmentir la información e hizo valer los millones de pesos invertidos en publicidad.
Al interior de Intolerancia las opiniones se dividieron, Mejía salió a la defensa del “grupo finanzas”, mientras que Núñez respaldó la información publicada, lo cual abrió una dura grieta en la redacción, que más tarde redundaría en la salida de Mejía, Munive y Rueda de las filas del diario.
Yo recibí varias amenazas por parte del “grupo de Finanzas”, quienes desde ese momento me identificaron como uno de sus enemigos.
Casi un mes después de publicar mi nota y tal vez como una especie de venganza, mi querido Mario Alberto Mejía me encargó entrevistar a Moreno Valle, quien acababa de arrancar campaña como candidato a diputado federal por Ciudad Serdán.
Su jefe de prensa, “el gordo” Adrián Vega de la Mora, pasó por mí en un Volkswagen y alcanzamos a Rafael en su casa de Las Fuentes, en donde abordamos su lujosa Suburban “prieta”, Moreno Valle arrancaba campaña y tenía un evento programado en Libres, la entrevista se realizó durante el trayecto.
– Jefe este es Ricardo Morales, le dijo de la Vega a Rafael.
– Si ya se cabrón, es el que publicó las mamadas esas del hoyo financiero, ¿Cómo estas cabrón?
– Yo trague saliva e hice acopio de valor.
– ¿Cuáles mamadas?, le respondí, ahí están los datos y ahí están los documentos.
– No chingues cabrón, a mí me vale madres esa mamada, te aseguro que voy a ser diputado federal.
– Pues si tú lo dices, le conteste.
El gordo de la Vega terció.
– Lo mandó Mario Alberto señor y le viene hacer una buena entrevista para la revista.
– Ya lo sé cabrón, yo mismo se lo pedí a Mario, no hay pedo. A ver pregúntame.
Ahí comenzó una muy interesante entrevista con Rafael, a quien acompañé a su primera gira en calidad de candidato, el ambiente que era hostil, se volvió de pronto muy amable, hasta cálido, Rafael tenía ese don, de pasar de la molestia a la tranquilidad en cuestión de segundos y cuando quería, se convertía en un tipo encantador. Nos despedimos de mano y dimos por concluida la entrevista.
Casi un año después, Rafael y Marín sellarían un pacto que le permitiría al mixteco, hacerse de la candidatura del PRI al gobierno del Estado. Manzanilla renunció a la subsecretaría de Egresos de la Secretaría de Finanzas y se exiliaría de Puebla por casi 7 años, hasta que regreso para coordinar la campaña de Moreno Valle a la gubernatura.
La “pinche señal”
Rafael ganaría de manera holgada la elección celebrada en julio del 2003 y se convertiría en diputado federal por el distrito de Ciudad Serdán. Antes de incorporarse a San Lázaro, su padre político, el gobernador Melquiades le había hecho una recomendación, para que se acercara a la coordinadora del grupo parlamentario del PRI, Elba Esther Gordillo, quien lo nombró presidente de la Comisión de Administración de la Cámara Baja.
Su incorporación a la “burbuja de la maestra” sería clave más adelante para definir el rumbo de la elección del 2010 y la caída del marinismo.
Foto: Intolerancia Diario / Rodolfo Pérez
Un personaje cercanísimo al gobernador Morales era el entonces joven, Ernesto Echeguren Barroeta, quien era su secretario privado y hombre de todas sus confianzas.
Al inicio de la administración melquiadista, Echeguren recibió como premió, la dirección de Atención Ciudadana, pero era solo un cargo de parapeto, Ernesto era un verdadero secretario sin cartera, lo mismos tomaba decisiones desde Casa Puebla, que operaba para el mandatario todos sus asuntos de importancia, era el hombre más poderoso dentro de la administración estatal, después del gobernador. En alguna anécdota, se jactaba de incluso, haber firmado algunos títulos escolares en lugar del mandatario.
Tanto Echeguren como el hijo del gobernador, Fernando no simpatizaba con el grupo finanzas, no los bajaban de “putarracos” y rateros. Ernesto tampoco simpatizaba con el marinismo, sabía de las viejas rencillas que existían entre ambos personajes desde la interna de 1998, en donde a Marín como ex colaborador de Bartlett se le ubicaba como parte del grupo que apoyó al ex secretario de Finanzas y ex diputado federal, José Luis Flores Hernández.
Echeguren, con toda la información privilegiada y de primera mano que tenía en sus manos, presumía que la verdadera carta del gobernador Melquiades, era su amigo y entonces secretario de Desarrollo Rural, Germán Sierra Sánchez, médico veterinario y zootecnista de profesión, el cual era nieto del general, Rodolfo Sánchez Taboada y ahijado del ex presidente, Luis Echeverría Álvarez, lo cual lo hacía lucir como un personaje de “linaje”, de “sangre azul dentro del mundo de la política aldeana.
Sierra fue diputado federal y luego senador de la República muy joven, posteriormente fue delegado del Issste en Puebla y en 1995 se convirtió en candidato del PRI a la presidencia municipal de la capital, pero pasó a la historia por ser el primer priista en caer derrotado por el panista, Gabriel Hinojosa Rivero, quien se convirtió en el primer alcalde de oposición en esta ciudad.
Después de su derrota, Sierra fue designado delegado de la Sedesol federal en Puebla y jugó la sucesión gubernamental de 1998, fue el tercero en discordia en la contienda interna del PRI para la elección de su candidato a la gubernatura entre José Luis Flores Hernández y Melquiades Morales Flores.
Sierra estaba de acuerdo con Melquiades para vapulear al candidato oficial Flores y aunque quedó en tercer lugar, ya estaba firmado que tendría un lugar en el nuevo gabinete como secretario de Desarrollo Rural.
Melquiades Morales sabía que era muy difícil que su hermano Jesús pudiera ser gobernador después de él, por eso aceptó la propuesta de su consanguíneo para hacer que Carlos Alberto Julián y Nácer fuera el candidato de este grupo a la presidencia municipal de Puebla, pero cayó derrotado en el 2001 y con ello, murieron sus posibilidades de convertirse posteriormente en el candidato de los “Tenebras” a la gubernatura.
En el 2001, a los pocos meses de haberse convertido en senador de la República, había muerto el candidato original de Melquiades para convertirse en su sucesor, el empresario radiofónico, Rafael Cañedo Benítez, quien se había realizado una operación de pulmón para estar al 100 por ciento para poder ir por la candidatura a la gubernatura, pero se quedó en la plancha de un hospital de la Ciudad de México, víctima de un paro cardiaco.
Luego entonces, tras haber perdido a sus dos gallos originales, del grupo se había quedado solo con Sierra, ya que a Moreno Valle, lo veían con malos ojos y como alguien muy joven para hacerse cargo de la responsabilidad.
Eso lo sabía Echeguren, quien se comenzó a acercar a Germán Sierra a instancia del propio Melquiades, pero el hijo del gobernador, Fernando ya también había elegido a su propio candidato, a Mario Marín, a quien comenzó a acercar a su amigo, el entonces líder nacional del PRI, Roberto Madrazo.
Echeguren había sido uno de los principales instigadores, para que la cuenta pública de Mario Marín no fuera aprobada y criticaba constantemente al compadre del gobernador y líder del Congreso, Víctor Manuel Giorgana, por haberlo hecho.
Ernesto y Sierra celebraron cuando en las páginas de Intolerancia Diario se detonó el tema del hoyo financiero, pero no sabían que pronto ellos mismos también serían los protagonistas de un escándalo político de época, “la pinche señal”.
Un lunes, a mediados del mes de agosto, otra vez las páginas de Intolerancia Diario, detonaban un nuevo escándalo político, a ocho columnas, el periódico daba cuenta de una conversación telefónica entre el operador melquiadista y el entonces secretario de Desarrollo Rural, Germán Sierra, quien cuestionaba a Echeguren, sobre el por qué el gobernador, no había mandado ya “la pinche señal” para dejar en claro que él era el candidato del PRI a la gubernatura.
En la conversación, Echegueren llama “pinches putarracos” a los integrantes del grupo finanzas y que piensan con las “nalgas”, mientras que Sierra urge una y otra vez al operador a que cuanto antes el gobernador Melquiades envíe la señal prometida, porque ve que tanto Marín como Moreno Valle se siguen moviendo y ganando adeptos, mientras él en las encuestas se encuentra estancado en el tercer lugar de las preferencias. “Que deje de hacerle al tipítoche”, le reprochaba Sierra a Echeguren, respecto al gobernador. “Todo sería más fácil si Melquiades enviara la pinche señal”, le decía.
El reproche de Sierra hacia el gobernador Melquiades es claro, el gobernador nunca envió “la pinche señal”. El veterinario montó en cólera y arremetió en contra de Mario Alberto Mejía. Meses antes, el entonces director editorial de Intolerancia y yo le habíamos realizado una entrevista en su casa de por el rumbo de la recta a Cholula, en donde Sierra se había mostrado petulante y altanero, típica característica de los hombres, que como dijera Maquiavelo, “suelen mostrarse insolentes en la prosperidad y abyectos y humildes en la adversidad”.
El 2003 trascurrió de manera rápida, llegó el 15 de enero de 2004, Melquiades Morales Flores rindió su quinto informe de labores en el patio de la recién inaugurada Ciudad Judicial, otra de sus obras emblemáticas, en el ambiente se respira un aire enrarecido y de “destape”.
La clase política local y los analistas se mordían las unas por encontrar “la pinche señal”, la o las claves para resolver la sucesión gubernamental de ese año en donde se conocería al nuevo candidato y casi seguro sucesor de Morales Flores.
Marín acudió como invitado al evento, pero no estaba en primera fila, como si lo estaban Sierra, Moreno Valle y Roberto Madrazo, los cuchicheos y especulaciones, no se hicieron esperar.
“Ya viste Marín ya valió gorro, no está en primera fila”, “Rafael sonríe y no para de sonreír, él es el candidato”, “Melquiades mira a Rafael como un padre mira a su hijo político, ni duda cabe él es el candidato”, “Sierra está muy serio, pero se ve seguro, ni duda cabe él es candidato”.
Lo cierto es que el discurso de Morales Flores transcurrió en medio de un frío terrible en la entonces prácticamente vacía ciudad judicial, sin señales para nadie, al menos no para los ojos de todos.
Mientras Melquiades dirigía sus palabras, Roberto Madrazo se levantó a mitad del discurso y se fue, detrás de Madrazo salió el ex presidente municipal de Puebla, Mario Marín Torres, lo cual fue visto por algunos como una muy mala señal para el mixteco.
El discurso del gobernador terminó y todos se arremolinaron alrededor del mandatario y del diputado federal, Rafael Moreno Valle, muchos creyeron que esta era “la pinche señal” que tanto habían buscado, tanto como el santo grial.
Sierra abandonó casi solo el inmueble y de tan mal humor, que incluso desdeñó las pocas manos que se extendían a su paso e incluso, hasta repartía empujones para abrirse paso en medio de la gente y los calentadores puestos para tratar de abrigar a la concurrencia.
Foto: Captura de pantalla YouTube
Algunos observaron que Marín había seguido a Roberto Madrazo tras su salida del informe y había abordado la Suburban blanca en la cual se había trasladado al líder nacional del PRI a Puebla.
“Marín está perdido, ni siquiera se quedó a que terminara el informe”, “sé fue con Madrazo porque ya le van a decir que no va a ser y lo enviarán de delegado a un estado”, “Marín ya valió, lo van a bajar de la contienda”, dijeron algunas voces.
Lo que nadie alcanzó a observar era quien manejaba la camioneta del líder nacional del PRI, el chófer era el hijo del gobernador Melquiades, Fernando Morales Martínez, quien sentó a Marín con Madrazo e intercedió por él.
Ese día, mientras Morales Martínez manejaba, Madrazo y Marín acordaron que Marín sería el candidato del PRI a la gubernatura de Puebla, Roberto hablaría con Melquiades para convencerlo de que el mixteco sería el candidato a la gubernatura de Puebla y armarían todo el andamiaje para que se diera una sucesión tersa y con todas las garantías. Fernando también hablaría con su padre para servir como interlocutor entre ambas partes.
Marín se bajó de la Suburban blanca de Madrazo en la caseta de Wan Martín en donde ya lo esperaban su chófer y Zavala para regresar a Puebla, ni una sola palabra deberían decir del encuentro, el marinismo tenía la candidatura en la bolsa.
Marinismo, ascenso y destrucción, Noticias Destacadas