Los romanos la llamaban “cladem”, en griego se escribe “ntta” y se pronuncia ítta. Vicen Lombadi, el legendario coach de los Green Bay Packers decía: “no hay lugar para segundos lugares”. Lo cierto es que no hay nada más amargo que la derrota.
12:00 horas, bunker zavalista localizado en las oficinas de la 2 Sur, entre 39 y 41 poniente, atrás de plaza Dorada.
– Hermano, cómo estás muy buenos días.
– Muy bien hermano ¿cómo estás tú?
– Bien, todo tranquilo.
– ¿Cómo van las cosas?
– Ahí van, en la capital vamos abajo por 20 puntos.
– ¿Cómo?
– Si, Montero ya perdió, va abajo por 20 puntos.
– No manches ¿y tú?
– No, yo voy arriba, voy abajo en la capital, pero voy arriba en el interior del estado, ya ganamos hermano, no hay problema, tu tranquilo, son los primeros cortes de las encuestas de salida, pero a la una tenemos otro, a las dos otro y a las tres otro, este es solo el de la capital.
En la oficina principal de la casa de campaña solo nos encontrábamos juntos, el candidato del PRI a la gubernatura, Javier López Zavala, su secretario particular, Santiago Bárcena, y yo, quien le había pedido que me invitara el día de la elección a pasar toda la jornada a su lado, para poder hacer la crónica para Intolerancia Diario
Yo no podía dar crédito a lo que Zavala me había dicho, Montero 20 puntos abajo en la capital, pero ¿él arriba en las encuestas? Eso era prácticamente imposible, el voto dividido en la capital es muy raro, quien gana, gana todo, y se lleva también las diputaciones locales, la única excepción a la regla la había marcado el propio candidato del PRI a la gubernatura cuando contendió en la elección local del 2001, por la diputación en el distrito 3 con cabecera en Puebla.
Era el domingo 4 de julio del 2010, el día de la elección y mi mente en ese momento retrocedió a la tarde del sábado 26 de junio, cuando el entonces candidato de la coalición “Compromiso por Puebla”, llevó a cabo su cierre de campaña en el estadio Cuauhtémoc, con más de 50 mil asistentes y otros miles de personas afuera del colosal inmueble dos veces mundialista.
El ambiente en el coloso era de triunfo, las banderas, azules, amarillas y naranjas conformaban una ola multicolor y Moreno Valle remataba la faena con una frase lapidaria “Puebla, abre los ojos”.
Por la tarde-noche de ese sábado, Zavala me habló por teléfono.
– Hermano, ¿cómo viste el cierre de campaña de Moreno Valle?
– Brutal cabrón, muy impresionante, era un chingo de gente, preocupante, para serte sincero, nunca había visto algo así en mi vida.
– Para nada hermano, no hay nada de qué preocuparse, eran un montón de acarreados, que la maestra trajo de la Ciudad de México y de Veracruz, desde la mañana los teníamos identificados, checa las placas, poca gente era de Puebla, la maestra (Elba Esther) le metió duro, pero no hay nada de qué preocuparse, te lo aseguro.
– Si tú lo dices, pero yo no me confiaría.
– Vas a ver mi evento el día de mañana, van a ser más de los que ellos tuvieron, Armenta y Darío por un lado, Lastiri y Pepe Márquez por otro, más de 60 mil personas, no hay nada de qué preocuparse.
– Ok.
Al día siguiente, el coloso de Maravillas volvía a registrar una intensa movilización, pero no era lo mismo que un día antes se había observado.
Ese día la selección mexicana se jugaba el pase por el quinto partido en su participación en Sudáfrica 2010, ante la selección de Argentina, una revancha del pasado mundial del 2006 jugado en Alemania, en donde la escuadra guacha, los había eliminado2-1, con un golazo de Maxi Rodríguez en tiempos extra. No había ni punto de comparación, ver el mundial o al ir al cierre de campaña de Zavala.
Aun así se dieron cita al menos 40 mil almas, pero la desorganización privaba por todos lados, nadie se ponía de acuerdo, faltaba propaganda, a la gente se le hacía esperar para poder entrar al inmueble, el confeti, las cubetas y las matracas, palidecían, ante las sombrillas multicolores que abarrotaron el Cuauhtémoc un día antes. Muy mala señal.
El ambiente también distó mucho del que unos días antes se había respirado, Beatriz Paredes Rangel, la dirigente nacional del PRI, dirigió un discurso desangelado y Zavala habló de manera rápida y sin el “punch” necesario, para un evento de cierre de campaña, mientras la gente se salía del inmueble para ir a ver el partido de futbol. El coloso culminó a la mitad de su capacidad al término de los discursos.
La tarde de ese día fue muy triste, México perdió 3-1 contra Argentina con una gran actuación del “apache” Tévez. Por la noche, Zavala me volvió a marcar por teléfono.
– Hermano ¿cómo viste?
– Uhm…para ser sincero, mal organizado, no fue mucha gente, otros se salieron fue un mal día y en términos generales no me gusto.
– No manches hermano, fue un gran evento, más de 60 mil personas y otras que ya no alcanzaron a entrar.
– Hermano, aquí estoy viendo fotos del evento, hay un montón de lugares vacíos en las tribunas, la gente se comenzó a salir en cuanto comenzó a hablar Beatriz y…
– A ver hermano, no manches, bajamos a la gente para que estuviera más cerca y muchas, ciertamente se quedaron fuera, porque nos falló la organización, pero te lo juro, fueron más de 60 mil personas.
– Yo le calculó unas 40.
– No, hermano, no me pierdas la fe. Mira te invito a mi última gira el martes 29, nos vamos a la Sierra Norte, para que no te quede duda de quién va a ganar ¿Aceptas?
– Va, me voy contigo.
La mañana del martes 29 de mayo de 2010, Zavala y yo abordamos un helicóptero, el cual salió del edificio del Sicom rumbo al municipio de Tlapacoya, enclavado en la Sierra Norte de Puebla.
Antes de despegar, Zavala se comunicó con el secretario de Gobernación, Valentín Meneses, para avisarle que estaba saliendo de gira y darle a conocer su itinerario de ese día, Meneses, a su vez, se lo iba a dar a conocer al gobernador Marín.
– No manches cabrón, a poco le dices a dónde vas, le dije.
– Claro hermano, el ciudadano sabe todos los días y a todas horas a donde voy, con quien voy, con quién me reúno y todos mis movimientos.
– No mames, si tú ya vas a ser el gobernador, porque le dices todo.
– Zavala, sonrió y me dijo, porque si no le dijera, entonces ya me habría enfermado o este helicóptero, se podría caer en este mismo instante y soltó una fuerte carcajada. De ese tamaño era el control que Marín ejercía sobre él.
Llegamos a Tlapacoya y ahí Zavala presidió un evento con más de 5 mil personas, luego de ahí volamos a Zacapoaxtla, en donde Oscar Aguilar González ya nos esperaba con un zócalo a reventar, más de 5 mil personas, de ahí nos trasladamos a Xicotepec de Juárez, en donde hubo otro mitin con otras 5 mil personas; al mismo tiempo, Rafael se encontraba también en Xicotepec y en su acto había por mucho alrededor de 3 mil simpatizantes, en cada trayecto Zavala me decía.
– Ya viste hermano, esto es para que no me pierdas la fe, ve ellos apenas y reúnen gente, nosotros somos bien recibidos en todos lados, vamos a ganar.
– Pues creo que sí, he visto mucha gente y no solo eso, la gente te busca, la gente te quiere, creo que si te va a ir bien.
De Xicotepec, bajamos en camioneta a Juan Galindo (Nuevo Necaxa) a comer, delicioso conejo adobado, carnitas y barbacoa, la neblina comenzaba a bajar, era un día nublado, ya eran cerca de las 18 horas y el piloto nos apresuró.
– Señor, ya son cerca de las 18 horas y si no salimos ahorita, ya no salimos.
Apresuramos la comida y las despedidas, de inmediato abordamos la nave, íbamos René Lechuga, Zavala y yo, comenzamos a beber una botella de whisky, la cual nos la terminamos en unos 40 minutos, lo que duró el viaje de regreso a Puebla.
Descendimos y todavía vino otra invitación.
– Acompáñame a Casa Puebla
– ¿A qué vamos?
– A darle su abrazo a Marín, hoy es su cumpleaños.
– Vamos
Abordamos una Suburban rumbo a Casa Puebla, ahí se encontraba ya Santiago Bárcena, quien había comido con Marín y su familia.
Al llegar a Casa Puebla, la fiesta estaba en pleno, aunque solo un círculo muy cerrado, en la mesa principal estaba el gobernador junto con sus hermanos, Enrique, René y Roberto, su esposa Margarita, la esposa de Javier García, Santiago Bárcena, Zavala y yo.
Los whiskys no se hicieron esperar, Zavala se acercó a Marín y ambos se dieron un fuerte abrazo, sería el último de sus vidas. El mixteco se dirigió al centro del salón del anexo de Casa Puebla, se le veía nostálgico, como ausente.
Marín comenzó a dirigir un discurso, agradeció a Dios, a su esposa e hijos por un año más de vida, a sus hermanos, habló de la amistad que dijo, es algo tan difícil encontrar en la vida (y que razón tuvo) y de inmediato dirigió su mirada hacia Zavala, a quien llamó su “mejor discípulo y un ejemplo de lealtad”, recordó la fortaleza que Javier demostró durante el Lydiagante y aseguró que por eso se ganó la candidatura a la gubernatura.
Visiblemente emocionado y con la voz entrecortada, Marín habló entonces de su inminente salida del gobierno, pero jamás habló del triunfo de su discípulo, sino más bien mencionó unas palabras enigmáticas que hicieron que Santiago Bárcena y yo tuviéramos un inter cambio de miradas.
“Pronto habrá un nuevo gobernador en Puebla, se ha hecho lo mejor que se ha podido, espero que el próximo domingo a todos nos vaya bien y que al final, todos quedemos satisfechos”, salud.
Jamás habló de un triunfo, jamás habló de volvernos a ver para celebrar el triunfo de Javier, lo cual dejó en ambiente raro entre los asistentes, el cual paso a segundo término al calor de los whiskys, todos en la misma mesa; incluso, abrazados con los hermanos de Marín. A las 22 horas, doña Margarita se puso de pie para retirarse a sus habitaciones, señal inequívoca de que era la hora de irnos.
Ya todos estábamos bastante ebrios, los hermanos de Marín se abrazaron a Zavala y le desearon éxito el próximo domingo.
– ¿Por qué no brindó por el próximo gobernador de Puebla?, le pregunte a Javier, mientras abordábamos la camioneta.
– No lo sé hermano, el gobernador es así. ¿Me acompañas?, voy todavía a una reunión con Armenta y Darío, están aquí en el Lastra, vamos a revisar la estructura para el próximo domingo, ¿vas?
– Voy solo un rato, aún tengo que escribir y reportarme a mi casa, déjame en el Lastra, saludo y que pasen por mi ahí.
El miércoles 30 era el último día para poder hacer campaña, ya no volví a ver a Javier en los días subsecuentes, solo supe que ese mismo día por la noche, Moreno Valle se reunió con un grupo de periodistas en el Hotel Presidente Intercontinental, con quienes cenó y el invitado especial fue su amigo, Marcelo Ebrard Casaubón, entonces jefe de gobierno del Distrito Federal y su entonces esposa la actriz, Mariagna Pratts, a la cual la tuvieron que retirar, porque se le pasaron los tequilas. Todo estaba listo para el día D.
Los días previos al de la elección habían sido muy lluviosos, pero el domingo 4 de julio, pese a que amaneció nublado, no cayó ni una sola gota en la ciudad de Puebla, mientras duró la jornada.
A las 13 horas entró a la oficina de Zavala su operador de medios, Oscar de la Vega, con el reporte del corte de esa hora, el cual era igual de desalentador, la capital estaba totalmente perdida, pero aún decían que había esperanzas cuando llegaran los reportes del interior del estado.
Así transcurrieron las horas, Zavala se veía tranquilo, se quitó el sacó negro y se dobló las magas de la camisa, veía tele y recibía reportes de José Luis Márquez, de René Lechuga y de Chucho Morales.
A las 15 horas ordenó unos tacos árabes, ya hacía hambre y la jornada iba a ser larga, la información no variaba, pero había confianza en la casa de campaña de candidato priista.
Comimos sin prisa, todavía bromeábamos, los reportes llegaban de cientos de camiones en la Sierra Norte que habían sido interceptados por la policía estatal, al inicio de la jornada en Tetela y Tlalauquitepec, pero en general las cosas estaban tranquilas, aunque la participación ciudadana había sido copiosa, desde la mañana se podían observar largas filas de gente que había salido a votar.
A las 16 horas recibí una llamada de mi amigo, el empresario Julián Ventosa Tanús.
– Richard ¿cómo estás? ¿Qué sabes amigo?
– Nada mi July, todo bien, según Zavala, el que ya valió gorro fue Montero en la capital, pero él dice que va bien.
– ¿Cómo, no puede ser? Si las cosas van mal en la capital, no puede ser que la gubernatura vaya bien.
– Pues yo digo lo mismo, pero Zavala está muy tranquilo, dice que al interior del estado, las cosas van muy bien y que como a las 20 horas, ya tendrá resultados de toda la entidad y por cuánto va a ganar.
– No Richard, esto no me gusta nada, yo estoy en Casa Puebla aquí con mi papá y con el ciudadano, nos invitó a comer y a esperar el resultado de la elección, pero aunque él está muy tranquilo, a mí no me gusta nada esto. Nadie le informa, nadie le reporta, estamos viendo la tele y solo como a las tres le trajeron un sobre con una encuesta, pero no, nos dijo nada.
– Pues aquí todo también está en calma y hay confianza.
– Ok, te vuelvo hablar en una hora.
Alrededor de las 16:30 horas, la aparente tranquilidad se comenzó a convertir en nerviosismo, aunque Zavala nunca perdió la compostura, pero algo no estaba bien.
Los operadores políticos que Zavala buscaba casi no contestaban ya nadie contestaba el teléfono, Hugo Issac Arzola, quien también nos acompañaba en la oficina de Zavala, ya no encontraba al director de la policía estatal, no había reportes de la Sierra Norte, Chucho Morales ya no contestaba, Pepe Márquez no aparecía por ningún lado, el caos comenzaba a reinar.
A las 17.30 horas arribaron a la casa de campaña de Zavala, los periodistas, Mario Alberto Mejía y Arturo Rueda, Zavala salió de sus ofician para platicar con ellos, venían de la casa de campaña de Moreno Valle, en el Hotel El Presidente.
Ambos le dijeron que en la casa de campaña de Rafael todo era alegría y que los resultados de algunas encuestas de salida le daban ya el triunfo al panista por 10 puntos de ventaja sobre Javier.
Javier no se inmutó y les dijo que él tenía encuestas que le daba el triunfo por 6 y hasta 8 puntos. Yo me sorprendí, porque nunca las había visto durante toda la jornada y al instante mando a llamar a Oscar de la Vega.
De la Vega entró cerca de las 18 horas, la hora del cierre de las casillas, con una hoja de fax en la mano, era una encuesta supuestamente filtrada desde la casa de campaña de Moreno Valle, de una casa “patito”, la cual le daba el triunfo por 7 puntos a Javier, quien me la mostró y también a Mejía y a Rueda.
Mientras Zavala hablaba con los dos periodistas, mi teléfono comenzó a sonar y me aparte de donde estaban ellos. Era otra vez Julián Ventosa.
– Richard, esto ya valió madres, cabrón, le acaba de hablar la maestra Elba Esther al ciudadano para pedirle que no vaya hacer ninguna locura. Le dijo que en esta ocasión no había podido ir con él, pero que si no hacía locuras, ella era su amiga y que se iba a encargar de que todo estuviera bien. Además llegaron los resultados de otras encuestas que hablan de una derrota de entre 10 y hasta por 12 puntos, fue una madriza cabrón.
– No mames July ¿y Marín que dice?
– Está muy tranquilo y ya se puso a beber, nosotros ya nos vamos, esto ya valió madre amigo.
Mejía y Rueda ya se habían ido, iban de regreso a la casa de campaña de Moreno Valle.
Yo regrese con Javier y le dije.
– Esto ya valió madre, me están llegando reportes de que perdiste por 10 puntos, esa pinche encuesta es hechiza, no puedes creer en ella hermano.
– No hermano, cómo crees, voy arriba, ahorita me van a llegar los reportes del interior del estado.
– Hermano, no manches, en casa Puebla ya tienen las encuestas de Mitofsky y de Rodolfo Rivera, desde las 15 horas todo estaba perdido.
En eso sonó su teléfono y se alejó de mí, mientras él hablaba, la furia me comenzaba a invadir, lo habían engañado durante todo el tiempo.
– Hermano, era el ciudadano, me acaba de hablar para que me vaya a cambiar, me ha dado la indicación de que me vaya al PRI de la 5 Poniente, para que ahí a las 20 horas cante el triunfo, te dejo y te veo más tarde.
Yo salí de inmediato rumbo al periódico Intolerancia, sabía que todo había acabado, que la derrota era total, literalmente volé rumbo al periódico, acababa de llegar y tras unos minutos volvió a sonar mi teléfono, era Santiago Bárcena, Marín le había cambiado la orden a Zavala y lo había mandado al Hotel Fiesta Inn de La Noria.
Todo lo demás ya es historia; a las 20 horas, Loret de Mola daba a conocer los resultados de la encuesta de Consulta Mitofsky, la cual le daba el triunfo a Rafael Moreno Valle en Puebla, con 10 puntos de ventaja sobre el priista, Javier López Zavala, mientras yo sacudía a mi amigo por los hombros para tratar de volverlo a la realidad. “Sal y canta tu triunfo le dije”.
Zavala entró al aire con Loret y López Dóriga, pero ya no había nada que decir, salvo que se negaba a reconocer el triunfo del ganador.
Ya no quise quedarme más, estaba asqueado de ver a la gente que se supone que eran parte de su equipo, burlarse de él y hasta gozar con su derrota. Me fui a mi oficina como a las 22 horas y comencé a fumar y a llorar. Lloraba y fumaba, fumaba y lloraba.
A las 12 horas recibí la famosa llamada de Ernesto Echeguren y después me puse a escribir la crónica de la derrota, la cual apareció publicada a ocho columnas en las páginas de Intolerancia, se cerraba un ciclo de 8 años siguiendo a Javier.
Llegue a mi casa alrededor de las 3 de la mañana del día lunes 5 de julio del 2010. Mis pequeños hijos dormían en sus camas, alcance a escuchar sus respiraciones. Mi esposa Claudia me esperaba despierta, como siempre lo hace.
No pude más, como si fuera un niño, me acosté en su regazo y comencé nuevamente a llorar, mientras ella sobaba mi cabeza y mi cabello.
Más tarde me enteré que casi a la misma hora, Zavala, en medio del silenció, llegó a su casa por el rumbo de Xilotzingo, a la entrada de su vivienda había una virgen de Guadalupe.
Javier se quitó su pulsera de campaña roja, la cual lo había acompañado durante todo el tiempo, la depositó en la mano de la virgen y entró a su casa. Todo se había consumado. Así fue como se acabaron 70 años de gobiernos priistas en Puebla.
Marinismo, ascenso y destrucción, Noticias Destacadas