¿Qué gloria puede haber en una derrota? Ninguna, así seas hasta la fecha el priista más votado en toda la historia de este partido, nada vale, si al final perdiste por casi 11 puntos, ante el personaje que hasta en ese momento era el más votado en toda la historia.
La mañana del 5 de julio de 2010, para los perdedores, todo había cambiado. Ya no había largas filas para poder saludar al que fue el candidato, el teléfono que antes no paraba de sonar, ya no registraba ni una sola llamada.
El contraste era evidente, el hotel “El Presidente” se había convertido en un bunker y en una agencia de colocaciones. Desde muy temprano el ganador Rafael Moreno Valle concedía entrevistas a todos los medios de comunicación nacionales, había vencido a Mario Marín, destacaban a ocho columnas los diarios, no decían que a Zavala, sino a Marín, al “merenguero” que siempre ganaba en los volados.
Aguilar Chedraui, Marcelo García Almaguer y Eukid Castañón habían celebrado hasta altas horas de la noche, con botellas de champaña y tequila, tenían todo el derecho del mundo, habían logrado algo que parecía imposible, vencer a la poderosa estructura marinista. Habían hecho historia.
En sus entrevistas, Moreno Valle llamaba a su adversario a reconocer su triunfo e invitaba al aún gobernador Marín, a sentarse lo más pronto posible, para iniciar cuanto antes con la transición y cerrar el capítulo de la lucha electoral lo más pronto posible.
Por su parte, Zavala concedió pocas entrevistas, tal vez dos o tres, en la cuales se mantuvo en su línea de no reconocer su derrota, lo cual le valió una serie de críticas y también de amenazas.
Aun así, Javier sentenció que no hablaría de un triunfo por parte de su adversario, hasta que no se llevará a cabo el recuento oficial por parte de los consejos distritales, lo cual iniciaría el miércoles posterior a la elección, al término de este conteo, los resultados se le harían llegar al Consejo general del IEE en Puebla, el cual a su vez calificaría el proceso y procedería a entregar la correspondiente constancia de mayoría al ganador, Rafael Moreno Valle.
El lunes 5, como a las 12 del día, le marque a Javier para ver cómo se encontraba, lo escuché muy tranquilo en el teléfono.
– Hermano ¿cómo estás?
– Muy bien hermano, muy tranquilo y a la espera de conocer los resultados oficiales. No voy a reconocer mi derrota, hasta que no conozca los resultados oficiales.
– Pero qué caso tiene hermano, creo que ahí te equivocas, te verías mejor si ya desde ahorita reconoces el triunfo de Rafael y pues comienzas a pensar en el futuro y sobre todo en hacer un análisis de lo que pasó.
– No hermano, eso es lo que Marín quisiera, que ya desde ahorita yo saliera a reconocer mi derrota y salir a levantarle la mano a Rafa, pero no lo voy a complacer, ya te platicaré cuando nos veamos.
– Está bien hermano, tú sabes lo que haces. Yo solo te marque para decirte que ha sido un placer vivir todo lo que he vivido a tu lado. Creo que a partir de este momento, tú vas a conocer quiénes son tus verdaderos amigos, pero yo solo quiero decirte que yo siempre voy a ser tú amigo, cuando tú me busques, ahí siempre estaré. Gracias por todo, gracias Javier.
– Hermano ni me lo digas, tú también siempre vas a ser mi amigo, pero esto no se acaba todavía. Si te parece bien nos vemos el próximo lunes en mi oficina y ahí platicamos, cabrón.
Camine rumbo a las oficinas de El Sol de Puebla, donde desde el 2007 se transmitía mi programa “Clase Política”, mientras caminaba por las calles del Centro Histórico, una y otra vez, sentía que la gente me veía con lástima, tal vez ni siquiera me miraba, pero yo en todas las caras veía que sentían compasión y eso me daba asco.
La gran falsedad de la gente salía a flote y a muchos alcance a escuchar cuchichear “y ahora que va a hacer este que se la jugó a todo con Zavala”.
Por momentos, como diría Mario Alberto Mejía, me sentí un paria, un pobre diablo, un don nadie, así es la vida, de un día a otro puede cambiar tu suerte.
Ya no volvía a ver, ni a saber de Zavala, hasta el lunes 12 de julio, cuando me marcó para citarme en las oficinas que le habían servido de casa de campaña.
Nos vimos a las 19 horas de ese día, la verdad, yo aún me sentía nostálgico. El inmueble estaba semi vació, aun había por ahí dos o tres personas, algunas computadoras y el inseparable Santiago Bárcena, siempre acompañando a Javier.
Ya en la oficina principal, Zavala lucía muy tranquilo, tal vez, hasta resignado y comenzamos el siguiente diálogo.
– ¿Qué paso hermano, ya mejor?
– Qué te puedo decir hermano, no lo acabo de asimilar, pero así es la vida y ni modo, a cerrar este capítulo y a comenzar a ver adelante. ¿Tú qué onda?
– Yo muy tranquilo cabrón, el miércoles vi a Marín.
– No mames y que te dijo ese ojete.
– Me mando a llamar a Casa Puebla y estaba con Beatriz Paredes, me citaron a las 20 horas y yo llegue hasta las 22, cabrón.
– No mames ¿por?
– Que se vayan a la chingada, pinche par de traidores, ya que más me daba cabrón, llegar temprano a llegar tarde, si ya me habían vendido, ¿no crees?
– Pues eso sí, cabrón, pero ¿Qué te dijeron?
– Jajaja la pinché Beatriz me quiso regañar, pero yo de inmediato la puse en su lugar y le dije, usted no me puede decir nada porque usted es una traidora.
– Neta le dijiste eso.
– Si cabrón, le comenté que ella se había reunido varias veces con Rafael durante la campaña y que también ella misma sabía de las traiciones que muchos priistas habían hecho durante el proceso y también que jamás llegaron los recursos que el CEN prometió para el día de la movilización, lo cual me hizo depender totalmente del dinero de Marín.
– No chingues y ella que te dijo.
– Me comentó que yo había sido muy irresponsable, que la había engañado con las encuestas, que siempre le había dicho que tenía 10 puntos arriba y que todavía el día del cierre de campaña le asegure que tenía la ventaja, según ella, que la engañe todo el tiempo.
– ¿Y tú que le dijiste?
– Le dije que cuál engaño, que ella misma había pagado una encuesta, la cual me ponía arriba el mismo día de mi cierre de campaña y que vimos mientras nos trasladábamos en su camioneta del Camino Real de la Vista hacia el estadio Cuauhtémoc, ¿entonces cuál engaño hermano? El día de la elección quedaron de mandar el dinero para movilización, pero no enviaron nada, ya habían pactado desde México con Rafael. A mi Peña me lo dijo. ¿Te acuerdas la vez que viajamos a México y que me acompañaste para ver a Peña?, ese día, él me dijo que Bernardo Gómez, me iba a echar toda la fuerza de Televisa encima por haberme metido con el papá de Rafael en el debate y que debía de ofrecerle una disculpa pública al papá de Rafa para que no me echaran encima todo el aparato, por eso salí a disculparme, porque fue algo que pactó Peña, pero además me dijo que Beatriz y Marín ya habían pactado con Rafael y yo no le quise creer.
– No mames en serio.
– Si cabrón.
– ¿Y Marín que te dijo o qué hacía?
– Nada cabrón, porque lo pare en seco.
– ¿De verdad?
– Si también me quiso regañar y me reprochó el hecho de que no hubiera salido el martes a levantarle la mano a Rafael y a reconocer su triunfo, pero yo le dije, “mejor usted ni habla, porque usted es un traidor”.
– ¿Neta?
– De verdad hermano, le dije usted cállese porque usted es un traidor. Tú sabes que unos días antes de la elección, una camioneta de la Panamericana la cual trasladaba 37 millones de pesos de la secretaría de Finanzas fue, según asaltada, verdad.
– Si lo sé.
– Pues fue la gente de Rafael, era para la operación política del día D, pero alguien les dio el “pitazo” y ellos se llevaron el dinero para pagarle a sus operadores, pero no solo eso, Marín le ordenó al director de la Policía Estatal que ya no contestará y mis operadores fueron levantados un día antes de la elección y confinados en casas de seguridad en diferentes puntos en el estado. Mi lista real de operadores, solo la tenía Marín y Valentín Meneses, tenían quien era el encargado de cada una de las zonas, había al menos 10 listas, nueve eran falsas, la real solo la teníamos los tres.
– Uff…qué te digo, no lo alcanzó a entender.
– Marín me prometió mucho dinero para la campaña y al final, solo me dio la mitad de lo que me había dicho.
– ¿Y en qué terminó todo?
– Me salí.
– No mames, si cabrón me salí, yo ya no tenía nada que perder, que se vayan a la chingada.
Simple y sencillamente me quedé atónito, se dice que desde inicios de junio de 2010, Marín, a través de Valentín Meneses, había entrado en negociaciones con Rafael a instancias de la propia Beatriz Paredes para entregar la elección y que finalmente el día de la jornada electoral, Zavala había sido dejado solo junto con su gente en el campo de batalla.
Javier y yo nos dimos un fuerte abrazo y sellamos una amistad que hasta le fecha se mantiene.
Sigo viendo a Javier y cada vez que lo veo, siento un gusto muy especial por revivir esos viejos momentos, aunque también admito que siempre que lo veo, siento cierta nostalgia y mi mente recuerda esa escena de la película de “Corazón Valiente”, en donde los nobles escoceses, incluido el rey Robert Bruce, se repliegan en pleno campo de batalla y dejan solo a William Wallace para que sea capturado por los ingleses.
A instancias de la maestra Elba Esther Gordillo, Marín y Moreno Valle se sentaron luego de la derrota de Javier en la casa de la maestra ubicada en el exclusivo fraccionamiento de La Joya, en California, muy cerca de San Diego, ahí pactaron la transición y la impunidad para el ex gobernador y la aval de que todo esto se cumpliera fue la maestra, quien cogobernó al lado de Moreno Valle en Puebla.
Hasta la fecha, se dice que en la sala de la maestra que recientemente recobró su libertad, cuelga un cuadro de Rafael y Martha, sus dos queridos amigos.
Marín y Zavala jamás se volvieron a dirigir la palabra, Marín todavía le clavo un nuevo puñal en la espalda a Javier, cuando el 30 de enero de 2011, a punto de entregar el poder, le concedió una última entrevista al Sol de Puebla y dijo “Yo no competí, yo cuando compito ganó, pero no todos son Mario Marín, las veces que competí como presidente municipal y como gobernador, cuando estuve al frente del PRI, siempre gane, siempre he sido un ganador, pero tampoco puedo hacer milagros.
Así es como se cerró una de las páginas de la historia de Puebla, pero al mismo tiempo se volvía a abrir otra.
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