El escándalo financiero que derribó al cardenal Angelo Becciu, uno de los funcionarios más poderosos del Vaticano, aumentó el viernes con pruebas de que envió cientos de miles de euros de fondos del Vaticano y de la Iglesia italiana a una organización benéfica controlada por su hermano, pero Becciu negó haber hecho algo malo, mucho menos de carácter penal.
Durante una conferencia de prensa, un día después de que el papa Francisco lo despidiera y le quitara sus derechos y privilegios como cardenal, Becciu dijo que su salida fue “surrealista”, pero que tenía la conciencia limpia.
Becciu dijo que Francisco le pidió que renunciara como prefecto de la Congregación para las Causas de Santos del Vaticano durante una reunión “problemática” de 20 minutos el jueves por la noche, en la que el papa dijo que “ya no confiaba en mí”.
El clérigo había acudido a la residencia papal para una reunión programada previamente a fin de analizar posibles candidatos a la canonización —ser declarados santos—, cuando el pontífice le dijo que había documentos de la policía financiera italiana que alegaban que él había malversado 100.000 euros de dinero de la Santa Sede.
El nombre del cardenal surgió en un escándalo financiero que tiene que ver con inversiones de la Santa Sede en una empresa inmobiliaria de Londres, pero Becciu dijo que el problema que derivó en su destitución fue la acusación de malversación, que fue reportada por primera vez por la revista de noticias L’Espresso en extractos publicados el viernes. El escándalo financiero le ha costado a la Santa Sede millones de dólares en pagos a intermediarios.
Becciu, el exnúmero 2 en la secretaría de Estado del Vaticano, admitió que envió el dinero del fondo de activos de la oficina en 2017 a su diócesis de origen en Ozieri, Cerdeña, para trabajos caritativos. El hermano de Becciu, Tonino Becciu, es el representante legal del brazo caritativo de la diócesis, Spes Cooperative.
“No creo que haya cometido ningún delito”, aseguró Becciu durante la conferencia de prensa, sentado frente a un crucifijo de plata grande en un instituto religioso junto a la Plaza de San Pedro.
Becciu, de 72 años, habría podido participar en un futuro cónclave para elegir al sucesor de Francisco. Los cardenales mayores de 80 años no pueden votar, pero al haber renunciado a sus derechos, Becciu renunció a participar.
La última vez que fueron retirados los derechos de un cardenal fue cuando el estadounidense Theodore McCarrick renunció a sus derechos y sus privilegios como cardenal en julio del 2018 en medio de un escándalo de abuso sexual. McCarrick fue subsiguientemente expulsado del sacerdocio por Francisco el año pasado por abusar sexualmente de adultos y menores.
Anteriormente, el cardenal escocés Keith O’Brien renunció en el 2015 a los derechos y privilegios de cardenal luego que sacerdotes no identificados le acusaron de abuso sexual. O’Brien, no obstante, retuvo el título de cardenal y murió como miembro del clero.
AP