El ex clavadista Carlos Girón, quien falleció este lunes, fue uno de los competidores mexicanos exitosos a nivel internacional, ya que sus logros ubicaron a los saltos ornamentales del país entre los mejores del orbe.
Originario de Mexicali, Baja California, Girón tuvo como maestro al entrenador Jorge Rueda, quien desde las instalaciones del IMSS en la zona norte del país lo hizo perfeccionar cada uno de sus saltos en el trampolín de tres metros hasta llevarlo a los Juegos Olímpicos Moscú 1980.
En esa cita veraniega, el joven bajacaliforniano se plantó con determinación para buscar la medalla de oro y al final de quedó con la plata, tras una final controversial.
De semblante serio, pero de un corazón indomable. Carlos Girón supo llevar la escuela mexicana de clavados en todo lo alto: en las citas panamericanas de México 75 obtuvo oro en 10 metros y bronce en tres; mintras que en San Juan 79 se quedó con plata y bronce.
Además, en las contiendas internas mostró su calidad en el trampolín con saltos que en esa época eran considerados de alto grado de dificultad.
Muestra clase desde pequeño
El bajacaliforniano, quien nació el 3 de noviembre de 1954, siempre estuvo dispuesto a ser el primero. A los 10 años de edad aprendió a nadar y a zambullirse al fondo del mar en el malecón del Pacífico mexicano por unas monedas. De ahí comenzó el gusto por los clavados.
Desde los Campeonatos Infantiles mostró sus cualidades para llegar a ser el mejor. Siempre estuvo en los primeros lugares y poco a poco se ganó su sitio en las selecciones nacionales para acudir a los certámenes internacionales en representación de México.
Tras su paso por los Juegos Olímpicos de Munich 72 y Montreal 76, en los que estuvo a punto de subir al podio, en la cita de Moscú 80 fue cuando logró consumar su éxito. Llegó con madurez a esa cita olímpica y sin temor a equivocarse en sus saltos logró su medalla.
Pero en esa cita rusa tuvo grandes contendientes, como el local Alexander Portnov, el italiano Giorgio Cagnotto y el alemán Falk Hoffman. Los saltos obligatorios fueron bien ejecutados por el mexicano.
En los libres, Carlos Girón marcó su pauta, parecía que se consagraba en lo más alto. Fue una final controvertida porque el ruso se distrajo y tiro mal su clavado, llegaron las protestas rusas porque había ruido en la zona de la alberca y tuvo otra oportunidad de realizar el clavado, con lo que Portnov se llevó el oro y dejó la plata para Girón.
Ese fue el momento que marcó al bajacaliforniano y pasó a la historia del olimpismo mexicano. Carlos Girón formó parte de una generación de clavadistas que dio renombre a este deporte, junto con saltadores de la talla de los también medallistas olímpicos Jesús Mena y Fernando Platas.
Además, Carlos Girón aplicó la escuela mexicana del emblemático entrenador Jorge Rueda.
Por Lorenzo Rodríguez Blancas