Manifestantes con chalecos amarillos salieron a las calles en diversas ciudades de Francia el sábado, por 15to fin de semana consecutivo, en un intento de devolver fuerzas al movimiento y a la vez prevenir la violencia y el antisemitismo en sus filas.
Cientos se congregaron en torno al Arco de Triunfo en París para marchar a través de vecindarios de gente pudiente en protesta contra las políticas del gobierno que, dicen, favorecen a los ricos. Era una de varias manifestaciones previstas en París y otras ciudades.
El movimiento ha perdido apoyo en las últimas semanas al fraccionarse y ante los brotes de violencia.
Los llamados a las manifestaciones del sábado hicieron hincapié en que la manifestación sería pacífica, y una de las marchas preveía tener como tema la necesidad de luchar contra el antisemitismo.
Las posiciones extremas de algunos manifestantes se reflejaron en un torrente de insultos antisemitas contra el conocido filósofo Alain Finkielkraut durante la protesta de la semana pasada en París.
El gobierno francés informó de un fuerte aumento de los incidentes antisemitas el año pasado.
Algunos centenares de chalecos amarillos aprovecharon el día soleado para realizar un picnic en el Castillo de Chambord, en el centro de Francia, mientras se informó que activista bloquearon el acceso a una plataforma de Amazon en Tolosa, en el suroeste del país.
Las autoridades en Clermont-Ferrand exhortaron a la gente a postergar sus viajes a la ciudad, donde se reunieron algunos cientos de manifestantes.
La policía informó de 13 arrestos -siete de los cuales quedaron detenidos- y la incautación de bates de beisbol, pistolas de fogueo y otras armas.
El movimiento lleva el nombre de los chalecos fluorescentes amarillos que los automovilistas deben llevar en sus autos para casos de emergencia.
Las manifestaciones comenzaron en noviembre en oposición a los aumentos de los impuestos sobre los combustibles, pero se ampliaron para rechazar las medidas económicas del presidente Emmanuel Macron, que según los manifestantes favorecen a los empresarios y los ricos a la vez que perjudican a los trabajadores.
Fuente: AP