Con 38 de los 57 contagios detectados el sábado, el brote de coronavirus en el mayor mercado de Pekín ha disparado los nuevos casos diarios en China a su máximo desde abril. Hasta ahora, y con la epidemia controlada desde hace dos meses, la mayoría de las nuevas infecciones eran casos importados, todos chinos que vuelven a su país porque las fronteras están cerradas para los extranjeros salvo contadas excepciones. De hecho, los otros 19 infectados restantes vienen de otros países, destacando 17 desde Bangladés, lo que ha obligado a cortar durante cuatro semanas el vuelo entre su capital, Daca, y Cantón (Guangzhou).
Pero el foco que ha estallado en el mercado de Xinfadi, que abastece a Pekín del 80 por ciento de carne, pescado y verdura, ha hecho saltar todas las alarmas porque ya lleva un centenar de contagiados desde el jueves. A los siete diagnosticados entonces se suman los 45 del viernes y los 36 del sábado, todos ellos trabajadores o clientes de este mercado enclavado al sur de la ciudad. Según informó este domingo la Comisión Nacional de Salud, en la provincia costera de Liaoning se hallaron dos infectados más, quienes habían estado en contacto con una persona relacionada con Xinfadi que había viajado hasta allí en los últimos días.
«Pekín ha entrado en un momento especial», anunció uno de los responsables locales, Xu Hejian, para referirse a los draconianos controles alrededor del mercado, informa la agencia France Presse. Para atajar el brote, el distrito de Fengtai ha decretado la «emergencia de tiempo de guerra» movilizando a cientos de policías y confinando en sus casas a los vecinos de once urbanizaciones próximas a Xinfadi. Tanto a sus 2.000 trabajadores como a sus clientes durante las dos últimas semanas se le están haciendo las pruebas del coronavirus en plena calle, para detectar lo antes posible y aislar así a quienes den positivo.
El objetivo es impedir que se repita la tragedia de Wuhan, que se sospecha empezó también en un mercado de abastos y se convirtió en el epicentro de esta pandemia que ha parado el mundo y lleva ya 7,8 millones de infectados y más de 426.000 fallecidos. Debido a lo contagioso y escurridizo que es el coronavirus, preocupa especialmente el caso de un conductor de los autobuses que van al aeropuerto, que cayó enfermo de Covid-19 tras visitar el mercado, según recoge el periódico oficial «Diario del Pueblo».
Además de cerrar el mercado para tomar muestras, las autoridades han ordenado inspecciones sanitarias por supermercados, restaurantes y tiendas de toda la ciudad. Entre las 40 muestras positivas recogidas en Xinfadi, destacan las halladas en tablas de cortar salmón, lo que despierta el miedo a una infección en la cadena de suministro alimentario de Pekín. Para calmar los temores de los clientes, los grandes supermercados, como Carrefour y Wumart, ya han retirado el salmón de sus estanterías, asegurando que el resto de productos no se verán perjudicados.
Pero en las redes sociales ya cunde el temor a que el coronavirus está circulando por Pekín, que llevaba 56 días sin registrar ningún contagio local. Incluso más que en el resto de China por ser la capital y residencia de la cúpula del régimen, las medidas de seguridad y seguimiento personal se habían extremado para que no hubiera ningún brote. Pero, justo cuando se habían relajado, ha surgido un peligroso foco que demuestra lo difícil que es recuperar la “normalidad” tras el control de la epidemia.