Como parte del proceso de reestructuración de sus procesos de prevención, atención y sanción de faltas internas, la Ibero Puebla ha mirado hacia varios sistemas alternativos de justicia. Estos han de actuar en correspondencia con los principios históricos de las Universidades confiadas a la Compañía de Jesús, donde se busca poner la dignidad de las víctimas en el centro.
Una de las vías para llegar a estos propósitos se encuentra en los círculos de paz, procesos estructurados de comunicación que ayudan a las personas a reconectarse entre ellas mismas y con otras. Así lo expuso la Mtra. Violeta Maltos, directora general del Instituto Internacional de Justicia Restaurativa y Derecho (IIDEJURE), durante un foro virtual.
Este modelo fue acuñado por investigadores que valoraron el impacto real de las sentencias judiciales, tanto en los victimarios como en la reconstrucción del tejido social. Sus estudios revelaron un sentido de imparcialidad aprehensiva por parte de los jueces que se sentían trastocados por los casos que atendían.
Para desarrollar un sistema alternativo, se tomaron como referencia los protocolos de justicia de diversos pueblos originarios, donde se priorizaba la generación de espacios de diálogo abierto antes que una inquisición directa. Surgieron así los círculos de sentencia, aparatos diseñados para que la ciudadanía tuviera mayor injerencia en los procesos penales, mismos que podían ser utilizados más allá de los contextos litigantes.
El concepto de círculo se usa en diferentes ámbitos para reforzar la pluralidad y horizontalidad en la toma de decisiones, aprendizajes y desarrollos comunitarios. En escenarios educativos, este tipo de foros permiten la enseñanza a partir de la participación activa y la retroalimentación.
La experta se refirió a los círculos de apoyo y sanación como espacios que promueven el respaldo entre los integrantes. Dichas agrupaciones han sido ampliamente demandadas en momentos de alta tensión social, como el contexto pandémico actual o durante los días posteriores a los temblores de septiembre de 2017.
Como experta en el manejo de conflictos interinstitucionales, Violeta Maltos ha constatado que la conformación de círculos de diferentes tipos de encuentro contribuye a prevenir fricciones en espacios de trabajo. La convivencia abierta en ambientes cercanos, comentó, permite que los integrantes se conozcan, creen lazos y desarrollen empatía unos por otros.
Por otro lado, los círculos de justicia restaurativa requieren de mayor preparación profesional. Si existen conflictos coconstruidos ─donde dos o más personas se han causado afectaciones─, se busca el diálogo en compañía de otros integrantes del entorno con el fin de reconocer cómo acciones individuales afectan a toda una comunidad. En cambio, los círculos de reparación del daño se enfocan en aquellas afectaciones causadas de manera unilateral.
Bajo esta lógica, los sistemas de justicia contemplan el proceso de reintegración social, tanto para los victimarios como para víctimas en situaciones específicas de vulnerabilidad. En el entorno escolar, es común que las faltas sean abordadas de manera parcial: “¿cómo podemos atender a una comunidad que vio el episodio violento y que sufrieron una afectación de la que no han hablado?”, reflexionó.
La viabilidad de los círculos se centra en su multifuncionalidad. Maltos explicó que los círculos de paz son útiles cuando dos o más personas necesitan abordar una experiencia que resultó en daño para alguien, o bien, cuando se quiere trabajar de manera colaborativa.
Así, la justicia restaurativa se entiende como una respuesta sistemática y evolucionada a las ofensas, faltas y delitos. A diferencia de las acciones meramente punitivas, la restauración se centra en identificar las afectaciones, promoviendo así el compromiso y la participación activa. Del mismo modo, se busca que sea la víctima quien valore la magnitud de la afectación, no quien lleva el proceso.
Derivado de esto, se genera un sentido de responsabilidad activa, donde se busca que el victimario sea consciente del daño causado a la víctima y al resto de la comunidad. “En algunos casos, las causas son culturales (…) puede que se revictimice si se tienen otras creencias”.
En el ámbito educativo, los círculos de reparación del daño pueden integrarse por representantes de diferentes sectores, desde ofensores y comunidad de apoyo a la víctima hasta las personas operadoras de justicia. La articulación de todos estos actores, indicó la experta, no solo atiende a la corresponsabilidad social en las faltas, sino a la reparación de los daños colaterales. “En los círculos, no solo escuchamos, también verbalizamos”, cerró.