Con trajes de payaso dentro de la maleta que arrastra con una mano y una perrita en la otra, Miguel Ángel Cazares Martínez anima a su hermano y a su esposa para llegar a Estados Unidos y conseguir el trabajo que desearon, animando corazones.
Esta pequeña familia de tres integrantes que salió de Tegucigalpa, Honduras, formaban parte de un grupo de 18 personas que se sumaron a la caravana de migrantes centroamericanos que se internaron en territorio mexicano el domingo pasado, pero fueron los únicos que soportaron el intenso calor, las ampollas en los pies y las incomodidades al dormir.
“Es la única perra en la caravana; ya tiene tres meses; de un mes y medio la compré yo. Ya nos encariñamos con ella; es una perrita educada, una perrita amaestrada, no hace ‘popó’, no hace ‘pipí’, cuando uno está durmiendo no hace bulla para nada y cuando ya le toca caminar camina”, agregó Cazares Martínez.
Tras explicar que el camino que emprendió con su novia Kimberly y su hermano Estuardo, fue motivado por la violencia en su país, agradeció en entrevista con Notimex “a la gente mexicana que nos ha apoyado con la comida de la perrita”.
Trucos con globos y rutinas para niños y adultos los realizan con sus “zapatos, pelucas, pinturas; y en sí que no me pinto acá, porque ando acompañando la caravana, si yo me pintara yo me voy rápido para arriba; estoy en solidaridad con mi gente, si no ya hubiéramos avanzado más rápido», señaló.
“Ocho días traemos, y estamos frescos, como que si nada; podemos aguantar más”; fortaleza que tienen los tres entre sus 25 y 30 años; “los otros ya empezaron a salirles una ampolla en los pies, que ya no aguantaban y se montaron a los buses, y los deportaron de vuelta para atrás”.
Por lo que “es una carrera de resistencia, porque de nada sirve que hayas caminado tanto, que haya luchado dormir en la calle y tal vez solo montar un bus y que te devuelvan a tu país, mejor seguir caminado”.
Además, la caravana, que llegó por la noche a esta ciudad, tras una caminata de más de cuatro horas que dejó personas desmayadas y deshidratadas, incluía parejas del mismo sexo que cuidaban a una niñas.
Sin querer proporcionar sus nombres, la pareja femenina de 39 y 25 años, señaló que “nos han respetado y dentro de todos los compañeros nos hemos apoyado con los niños, más que todo los niños”.
“Salimos hace 12 días de San Pedro Sula, venimos caminando, parte que venimos en autobús, pero más caminando; venimos nosotras dos y la niña”.
Finalmente, señaló que con excepción de Tapachula, en Guatemala y Ciudad Hidalgo, “nos atendieron muy bien, nos tenían un lugar donde nos podíamos establecer, nos tenían colchas, cobijas, agua, comida, no nos faltó gracias a Dios, y ahorita como llegamos ayer aquí nos tocó quedarnos en el parque”.