La producción y el consumo irresponsable de insectos comestibles en México podría poner a ciertas especies en peligro de extinción, afirmó el director de Comunicación Científica de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), Carlos Galindo Leal.
El funcionario de la dependencia federal expresó su preocupación por el crecimiento de este mercado de insectos tales como chapulines, acociles y escamoles, entre otros, que no cuenta con una regulación o vigilancia.
En México se tienen alrededor de 550 especies de insectos comestibles, aunque entre los más populares y por lo tanto los que en mayor riesgo se encuentran son los chapulines, hormigas, gusano de maguey y escamoles.
Dijo que un consumo irresponsable puede llevar a estas especies a la extinción, o por lo menos a la disminución preocupante de sus poblaciones.
Lo que se observa en la actualidad, continuó, es una amplia promoción de insectos en las comunidades, aunque también se ve mucha oferta en las grandes ciudades, en donde lo más común es la venta de chapulines.
Es por eso que se tiene que empezar a regular esta actividad, pues se debe saber de dónde provienen estas poblaciones que se ponen a la venta, si son recolectados en el campo, si son criados en granjas o de manera industrial.
“Porque lo que sucede muchas veces es que cuando algo se vuelve popular lo afectamos muy fuertemente”, sentenció.
En este sentido, puso el ejemplo de la popularidad que han alcanzado los alebrijes en el país, lo que ya provocó una disminución drástica del árbol de donde se obtiene el material para la fabricación de esas artesanías.
“Esto sucede cuando algo se vuelve muy popular y creo que estamos entrando a esta etapa de la popularidad de los platillos mexicanos, sobre todo insectos como escamoles, chapulines, gusanos de maguey, chinicuiles, entre otros, y no creo que tengamos muy buenos planes de manejo de esta industria alimenticia”, destacó.
Añadió que es necesario revisar en primer lugar, si ya se trata de una industria o se mantiene a nivel de recolecta artesanal, en cuyo caso habrá que tener especial cuidado en que se trate de recolectas sustentables.
Ejemplificó a los escamoles o hueva de hormiga para cuya obtención se tienen que hacer excavaciones y llegar a los nidos en donde éstos se encuentran y si no se hace de una manera muy cuidadosa se corre el riesgo de destruir su hábitat.
Además, se debe de conocer también si los insectos recolectados no están contaminados con insecticidas, ya que las personas suelen utilizarlos para ahuyentar a los insectos.
Agregó que la regulación del sector es necesaria porque ya ha quedado demostrado que hemos acabado con especies abundantes como lo fue la paloma pasajera, especie de la cual se observaban abundantes parvadas de hasta 10 millones y hoy en día ya no existe. El último ejemplar murió en un zoológico.
“Hay casos en que hemos llevado a especies muy abundantes a la extinción” por lo que se requiere de planes de manejo de las especies para evitar ponerlas en riesgo, puntualizó.
Por Diana Domínguez Galván