Francisco destacó hoy la decisión de las dos Coreas de desfilar y competir bajo una misma bandera durante los Juegos Olímpicos de Invierno que iniciarán esta semana y aseguró que se trata de un signo de esperanza para el mundo.
Durante su audiencia pública semanal, ante unas ocho mil 500 personas congregadas en el Aula Pablo VI del Vaticano, recordó que participarán 92 países en la edición XXIII de las olimpiadas que se inaugurarán este viernes 9 de febrero en la ciudad de PyeongChang, en Corea del Sur.
“La tradicional tregua olímpica este año adquiere especial importancia: las delegaciones de las dos coreas desfilarán juntas bajo una única bandera y competirán como un único equipo”, dijo, hablando en italiano.
“Este hecho hace esperar en un mundo en el cual los conflictos se resuelven pacíficamente con el diálogo y en el respeto recíproco, como también el deporte enseña a hacer”, agregó.
Dirigió un saludo especial al Comité Olímpico Internacional, a los atletas y a las atletas que participarán, a las autoridades y al pueblo de la Península de Corea.
Aseguró que acompaña a todos con la oración y renovó el compromiso del Vaticano por sostener toda iniciativa útil a favor de la paz y del encuentro entre los pueblos. “¡Que estas Olimpiadas sean una gran fiesta de la amistad y del deporte! ¡Que Dios les bendiga y cuide!”, abundó.
Más adelante recordó que este 8 de febrero, fiesta de la santa migrante Josefina Bakhita, tendrá lugar la Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la Trata bajo el lema: “Migración sin trata. ¡Sí a la libertad! ¡No a la trata!”.
Afirmó que, teniendo pocas posibilidades de acceder a canales regulares muchos migrantes deciden aventurarse por otros caminos, donde a menudo los esperan abusos de todo tipo, explotación y reducción a la esclavitud.
“Las organizaciones criminales, dedicadas a la trata de personas, usan estas rutas migratorias para esconder las propias víctimas entre los migrantes y los refugiados. Invito por lo tanto a todos, ciudadanos e instituciones, a unir las fuerzas para prevenir la trata y garantizar protección y asistencia a las víctimas”, señaló.
“Rezamos para que el señor convierta el corazón de los traficantes, -que fea esta palabra-, y de la esperanza de recuperar la libertad a quienes sufren por esta plaga vergonzosa”, apuntó.