Belén celebró el jueves la Nochebuena con un alegre desfile de bandas musicales y la llegada triunfal del máximo clérigo católico en Tierra Santa, pero pocas personas acudieron a verles, debido a que la pandemia de coronavirus y un estricto confinamiento impidieron las celebraciones en el lugar donde según la tradición nació Jesús.
Escenas apagadas similares se sucedieron en todo el mundo, donde las festivas reuniones familiares y misas concurridas que usualmente caracterizan la fecha fueron reducidas o canceladas.
En Australia, los feligreses tuvieron que comprar boletos en la internet para acudir a ceremonias en los templos con distanciamiento social. Filipinas prohibió las reuniones multitudinarias y que las familias ampliadas efectuaran sus tradicionales cenas de Nochebuena. Las visitas casa por casa de chicos que cantan villancicos fueron canceladas en Grecia.
En Italia, las campanas de las iglesias sonaron antes de lo usual. Debido al toque de queda impuesto por el gobierno italiano a partir de las 10 de la noche, los pastores adelantaron las ceremonias para el atardecer, y en algunas iglesias las misas de gallo comenzaron un par de horas después de la puesta del sol.
El papa Francisco, quien ha dicho que la gente “debe obedecer” las medidas de las autoridades civiles para combatir al COVID-19, también las cumplió. Este año, la misa de gallo en la Basílica de San Pedro fue adelantada de las 9:30 a las 7:30 de la noche.
En tiempos normales, los asientos para la misa de gallo los ocupan rápidamente los ciudadanos de Roma y los turistas, pero en esta ocasión la pandemia ha reducido al mínimo el número de visitantes a Italia.
De acuerdo con las medidas de distanciamiento social, apenas 200 fieles con mascarillas, en lugar de varios miles, se distribuyeron de manera espaciada en las bancas de la basílica para asistir a la misa presidida por el pontífice.
Una fila de plantas de Nochebuena de rojo intenso contrastaba cálidamente con el suntuoso mármol frío de la basílica.
Francisco compartió en su homilía reflexiones sobre el significado de la Navidad.
“A menudo escuchamos que la mayor alegría de la vida es el nacimiento de un niño. Es algo extraordinario y cambia todo”, señaló. Una criatura “nos hace sentirnos amados, pero también nos puede enseñar a amar”.
“Dios nació como un niño para animarnos a cuidar a los demás”, afirmó el papa, quien ha hecho de la atención a las personas pobres y las que son tratadas injustamente un tema central de su pontificado.
Las celebraciones en otras partes de Europa fueron canceladas o reducidas drásticamente en medio de un aumento de de las infecciones en el continente y de la detección de una nueva variante que pudiera ser más contagiosa.
En Atenas, la Nochebuena fue inquietantemente silenciosa. En tiempos normales, las voces de chicos que entonan villancicos mientras tocan triángulos de metal se escuchan todo el día. Esta costumbre de hace décadas, en la que jóvenes van de casa en casa y reciben pequeños regalos, fue prohibida este año. Grupos de niños hicieron honor a la tradición mediante un enlace de video en el que le cantaron al primer ministro Kyriakos Mitsotakis, entre ellos alumnos de una escuela para niños con dificultades auditivas que usaron lenguaje de señas.
Durante toda la pandemia, uno de los templos más afectados en la ciudad de Nueva York ha sido la iglesia luterana de San Pedro en Manhattan. Según los líderes eclesiásticos, más de 60 miembros de la congregación, que eran unos 800 antes de la pandemia, han fallecido de COVID-19, casi todos pertenecientes a una comunidad de unas 400 personas que asistían a ceremonias en español.
Pese a su pena colectiva, miembros de la congregación —muchos de ellos inmigrantes— donaron abrigos, bufandas y otra ropa de invierno para más de 100 migrantes menores de edad que se encuentran en un centro de detención en Manhattan.
Aunque muchas otras iglesias en la Ciudad de Nueva York reanudaron servicios presenciales, la de San Pedro continúa celebrando misas sólo por internet. El programa para Nochebuena y el día de Navidad incluía misas en inglés y español, así como un servicio bilingüe de oraciones al anochecer.
En Belén, las autoridades trataron de sacarle el máximo partido a una situación difícil.
“La Navidad es una fiesta que renueva la esperanza dentro de las almas”, dijo el alcalde Anton Salman. “A pesar de todos los obstáculos y desafíos debido al coronavirus y a la falta de turistas, la ciudad de Belén aún ve hacia el futuro con optimismo”.
Un clima lluvioso acrecentó el ambiente melancólico mientras varias docenas de personas se reunían en la Plaza del Pesebre para saludar al patriarca del rito latino Pierbattista Pizzaballa. Bandas de jóvenes que interpretaban villancicos navideños con gaitas, acompañados por tambores, encabezaron una procesión festiva antes de la llegada del prelado al comenzar la tarde.
“A pesar de las restricciones y limitaciones queremos celebrar con júbilo tanto como sea posible con la familia, la comunidad”, dijo Pizzaballa, que tenía previsto encabezar una pequeña misa de gallo al anochecer. “Queremos ofrecer esperanzas”.
Miles de peregrinos extranjeros solían atestar Belén por la celebración. Pero el cierre del aeropuerto internacional de Israel a los turistas extranjeros a la par de las restricciones palestinas que prohíben los viajes de una ciudad a otra en las zonas de administración palestina pero bajo ocupación israelí en la Cisjordania no alentó la llegada de visitantes.
Las restricciones limitaron la asistencia a los habitantes y a un reducido séquito de autoridades religiosas. Las celebraciones del anochecer, cuando los peregrinos normalmente se congregaban alrededor del árbol de Navidad, fueron canceladas, y la misa de gallo se limitó solo al clero.
El coronavirus ha asestado un fuerte golpe al turismo en Belén, donde la actividad es sostén de la economía local. Los restaurantes, hoteles y tiendas de regalos fueron cerradas.
En Sudamérica, en años pasados muchos venezolanos regresaban a su país para pasar el fin de año con sus familias. Pero el gobierno de Colombia ha cerrado los pasos fronterizos con Venezuela en un intento para desacelerar las infecciones de Covid-19. Quienes intentan regresar a su casa para el fin de año deben pagar a contrabandistas para que los pasen a Colombia.
Las emblemáticas playas de Río de Janeiro continuaban abiertas, pero un decreto del ayuntamiento dirigido a limitar las reuniones impedía a conductores estacionarse a lo largo de la costa. La lluvia también impidió la salida de bañistas.
Thomas Azevedo y su hijo de 9 años desafiaron el mal tiempo e instalaron un pequeño puesto para vender cerveza y capirinhas elaboradas de fruta fresca. Para la tarde no habían vendido nada.
En Corea del Sur, los habitantes amanecieron el día de Navidad con la noticia de que su crisis de coronavirus había tomado un nuevo giro para peor después de que las autoridades cerraran centros de esquí y parques nacionales, restringieran la ocupación hotelera e impusieran multas a restaurantes que acepten grandes grupos. Las autoridades intentan contener un incremento en los casos de infección que ha disparado las hospitalizaciones y los fallecimientos.
Aunque muchos lugares en el mundo mantenían o aumentaban las restricciones con motivo de la Navidad, Líbano fue la excepción.
Debido a que su economía está hecha añicos y partes de su capital continúan destruidas tras la gigantesca explosión en un puerto el 4 de agosto, Líbano levantó la mayoría de las medidas previo a las festividades con la esperanza de alentar el consumo. Decenas de miles de expatriados libaneses han llegado para pasar el fin de año con sus familias suscitando temores de un aumento inevitable de infecciones durante esta temporada festiva.
Líbano tiene el mayor porcentaje de cristianos en el Oriente Medio con alrededor de una tercera parte de sus cinco millones de habitantes y tradicionalmente celebra la Navidad con gran entusiasmo.