Ante la opacidad que rodea al inminente nacimiento del bebé de los duques de Sussex, los tabloides británicos cuestionan ese secretismo que, por lo pronto, les privará del tradicional «posado» de Enrique y Meghan con su recién nacido.
¿Nacerá en casa o en el hospital? o, incluso, ¿ha nacido ya?, son algunas de las numerosas incógnitas que se plantean a diario periodistas y ciudadanos sobre la «misteriosa» próxima llegada del nuevo retoño real, prevista ya para cualquier momento.
En un país donde la prensa sensacionalista encuentra todo un filón entre los miembros de la realeza, indigna la información a cuentagotas que se filtra sobre el que será el nuevo bisnieto de Isabel II, y séptimo en la línea sucesoria.
Una portavoz del palacio de Kensington aseguró este viernes a Efe que no hay «nada nuevo» en relación con el apodado (por los medios nacionales) «baby Sussex» y recordó que la planificación del evento «es privada».
Pero lo que más escuece entre la prensa gráfica es la firme decisión de los duques de saltarse un paso que se daba por hecho: la consabida fotografía de los padres con el recién nacido a las puertas del hospital. Algo que Catalina hizo religiosamente con cada uno de sus tres retoños, Jorge, Carlota y Luis.
Según fuentes citadas por el sensacionalista «The Sun» -el diario de mayor tirada del Reino Unido-, prescindir del sacrosanto posado podría deberse a los «nervios» de la duquesa ante el que será su primer parto, con lo que el matrimonio ha tratado de minimizar factores de estrés.
El palacio de Kensington avanza además que, en lugar de esa tradicional instantánea, tomada ante decenas de «paparazzi» y cámaras de televisión de todo el mundo presumiblemente pocas horas después de que la madre haya dado a luz, «los duques participarán, días después del nacimiento, en un ‘photocall’ con el bebé».
Por supuesto, el lugar en que se tomarán esas esperadas imágenes «todavía está por confirmar», según agregó esa fuente oficial.
Quizá la saturación mediática del «brexit» ha podido contribuir a la impaciencia ciudadana por deglutir todo tipo de información -veraz o no- sobre este bebé, del que tampoco se conoce ni el sexo ni qué nombres barajan sus padres.
Desde el principio de su relación, la pareja siempre ha querido desmarcarse de la tradición o los convencionalismos arraigados en el protocolo monárquico.
Sí se sabe ya que será muy improbable que el bebé reciba el título de «Su Alteza Real», tal y como lo tienen sus primos, los hijos de los duques de Cambridge, aunque en estos casos es la reina de Inglaterra la que tendría la última palabra.
Los expertos en protocolo han adelantado en los últimos días que, si es varón, probablemente será conde de Dumbarton y se le tratará de «lord», mientras que si es niña, habrá que dirigirse a ella como «lady», más su nombre de pila, Dumbarton-Windsor.
También se sabe que la criatura ocupará la séptima posición en la línea sucesoria a la corona, por debajo del príncipe Enrique (su padre) y desplazando al príncipe Andrés, su tío, duque de York y hermano de su abuelo, Carlos de Inglaterra.
Si fueran gemelos, algo que parece descartado, el primero en salir ocuparía la séptima posición, y recibiría el título de conde o condesa de Dumbarton, seguido de su hermano o hermana, quien simplemente sería «lord» o «lady».
Entre conjeturas y cotilleos, los medios hacían cábalas también con el hecho de que el Palacio de Buckingham anunciara esta semana que Enrique, de 34 años, tiene previsto visitar la próxima semana los Países Bajos. «¿Es que no piensa acompañar a Meghan durante las primeras horas/días de su bebé?»
El viaje de Enrique, no obstante, será breve. Su agenda incluye un desplazamiento para el día 8 a Amsterdam, seguido de otro viaje a La Haya al día siguiente para inaugurar la cuenta atrás de un año para los Juegos Invictus que se celebrarán en esa ciudad en 2020.
Fuente: EFE