Los cristianos en Tierra Santa celebraban el Viernes Santo en medio de indicios de que la pandemia del coronavirus está remitiendo, con los lugares de culto abiertos aunque con aforo limitado pero sin las multitudinarias peregrinaciones propias de la Semana Santa previa a la Pascua.
El virus sigue azotando Filipinas, Francia, Brasil y otros países de mayoría cristiana, donde los fieles pasarán por segundo año consecutiva una Semana Santa marcada por las restricciones al movimiento para frenar los brotes causados por variantes más contagiosas.
El año pasado, con Jerusalén bajo un estricto confinamiento, pequeños grupos de sacerdotes celebraron los ritos propios de esta época a menudo a puerta cerrada. Fue un cambio radical con respecto a años anteriores, cuando decenas de miles de peregrinos visitaban los lugares sagrados de la cuidad.
Este año, monjes franciscanos ataviados con sus características túnicas marrones condujeron a cientos de fieles por la Vía Dolorosa, repitiendo lo que según la tradición fueron los últimos pasos de Jesús, mientras recitaban oraciones a través de altavoces en las estaciones del via crucis. Otro grupo llevaba una cruz de madera por la ruta que atraviesa la Ciudad Vieja, entonando himnos y deteniéndose para orar.
La iglesia del Santo Sepulcro, construida en el lugar en el que los cristianos creen que Jesús fue crucificado, murió y resucitó de entre los muertos, está abierta a visitantes, que deben llevar mascarilla y guardar la distancia de seguridad.
“Las cosas están abiertas, pero con cautela y gradualmente”, dijo Wadie Abunassar, asesor de líderes religiosos en Tierra Santa. “En un año normal pedimos a la gente que salga. El año pasado les pedimos que se quedasen en casa… Este año, de alguna manera, guardamos silencio”.
Israel ha llevado a cabo una de las campañas de vacunación más exitosas del mundo, que le ha permitido reabrir restaurantes, hoteles y lugares de culto. Pero el tránsito aéreo sigue limitado por la cuarentena y otras restricciones, lo que impide la llegada de los peregrinos que solían abarrotar Jerusalén durante la Semana Santa.
Los principales lugares sagrados están en la Ciudad Vieja, en el este de Jerusalén, un territorio que Israel capturó junto a Cisjordania en la Guerra de los Seis Días en 1967. Israel se anexionó Jerusalén oriental y considera que toda la ciudad es su capital unificada, mientras que los palestinos quieren que los dos territorios formen parte de su futuro estado.
Israel incluyó a los residentes palestinos en Jerusalén en su campaña de vacunación, pero envió un número reducido a la Cisjordania ocupada, donde la Autoridad Palestina ha importado decenas de miles de dosis para una población de más de 2,5 millones de personas.
Según las autoridades israelíes, se permitirá la entrada de hasta 5.000 cristianos palestinos desde Cisjordania para la celebración de la Pascua. Abunassar dijo que no estaba al tanto de la llegada de ningún gran grupo de turistas desde allí como ocurría en año anteriores, posiblemente por el temor al coronavirus.
El papa Francisco comenzó el Viernes Santo visitando el centro de vacunación contra el COVID-19 del Vaticano donde, en la última semana, los voluntarios han administrado unas 1.200 dosis del fármaco desarrollado por Pfizer y BioNTech a personas pobres y desfavorecidas de Roma.
La ciudad-estado compró sus propias vacunas para los empleados de la Santa Sede y sus familias, y ha cedido el excedente a personas sin hogar. Francisco, con mascarilla, posó con algunos de los voluntarios y de los receptores de la vacuna en la sala de audiencias del Vaticano.
Más tarde en el día, el pontífice presidirá la procesión del via crucis por una Plaza de San Pedro casi vacía, un acto que sustituirá al popular rito a la luz de las antorchas en el Coliseo.
En Francia, el toque de queda nacional, a las 19:00 horas, obliga a los fieles a adelantar las celebraciones del Viernes Santo. Las tradicionales procesiones nocturnas se reducirán drásticamente o se cancelaron. En los 19 departamentos con cuarentenas localizadas, los devotos pueden ir a misa si firman el “certificado de viaje” del gobierno.
Aunque el sábado se impondrá un tercer confinamiento “suave”, el presidente, Emmanuel Macron, no prohibió los desplazamientos durante el fin de semana de Pascua, lo que permitirá que la gente cambie de región para reunirse con su familia el viernes.
La catedral de Notre Dame, que sufrió un devastador incendio hace casi dos años, no celebrará la misa del Viernes Santo, pero sus sacerdotes venerarán su “corona de espinas” en su nuevo centro litúrgico temporal en la cercana iglesia de Saint-Germain-l’Auxerrois.
Por segundo año, España se quedará sin sus tradicionales procesiones de Semana Santa y las iglesias limitarán el número de fieles en su interior. Muchos de ellos seguirán los ritos y oraciones por internet.
En Filipinas, las calles estaban inusualmente tranquilas y las reuniones religiosas estaban prohibidas en la capital, Manila, y en otras cuatro provincias periféricas. El gobierno decretó una nueva cuarentena en la bulliciosa región de más de 25 millones de habitantes esta semana para trata de contener un repunte de las infecciones de coronavirus.