Las actividades en el marco del Día de la Mujer demandan un amplio desgaste emocional y físico que encuentra su cenit en el 8 de marzo, pero para el que se trabaja diariamente.
Una carpa blanca se inserta en el patio más amplio con el que cuenta la Ibero Puebla. El ágora, punto de encuentro por excelencia para los estudiantes, esta vez alberga un foro en miniatura con sillas dispuestas en forma de cuadrado. Allí se van acomodando estudiantes que ya tenían la cita en la mente y en el calendario; uno que otro que iba de paso llega y se sienta.
“Estamos aquí para cerrar la pinza del ejercicio de masculinidades del 9M”, explica Ricardo, alumno de Ciencias Políticas y Administración Pública y moderador de la sesión. Pero no son todos hombres los que acompañan el círculo de diálogo. Al contrario, son mayoría mujeres, como siempre que hay que sentarse a hablar sobre género y violencias.
Aun así, es el muchacho quien arranca con sus reflexiones. Las secuelas del Día de la Mujer siguen frescas y Ricardo aplaude que la Universidad Jesuita haya trasladado a alumnas a la marcha morada del 8M, esto a petición de las jóvenes y sin muestras de institucionalidad.
El encuentro se convierte entonces en una coda de las consignas feministas, pues más que un día es una jornada de varias semanas. Miranda, compañera de carrera de Ricardo, se pasó días corriendo para llegar al 8 con toda la energía. Ya experimentada en marchas, le tocó acuerpar a compañeras que nunca se habían sumado a un contingente. “Son espacios en los que se celebra la vida”, reflexiona.
También Alexa aprecia el Día de la Mujer como un periodo que arranca desde finales de febrero. La joven oriunda de Ciudad de México denuncia que en las vísperas de la efeméride comienzan los señalamientos, las estigmatizaciones y las burlas contra estos movimientos. Aun así, toda la energía se canaliza de manera armónica: la marcha de este año en la capital del país fue una de las más pacíficas.
Caso contrario ocurrió en Tlaxcala. Una joven cuya identidad no será revelada acudió a la marcha en el estado vecino. Los colectivos feministas esperaban que la gobernadora Lorena Cuéllar (Morena) diera facilidades en su primer 8M en el cargo. Llegado el día, los contingentes encontraron edificios y monumentos amurallados y cubiertos de plástico.
En el Zócalo de la capital, las manifestantes fueron recibidas con gas lacrimógeno por un cuerpo de policías varones. Allí, fueron encapsuladas y agredidas física y verbalmente. Al final de la jornada, Cuéllar aseguró que se actuó para contener la violencia generada por las propias mujeres. “Tengo mucho miedo del Estado y de los polis, pero no me voy a quedar callada”, sentenció la alumna.
¿Un día sin nosotras?
El primer 9 de marzo que México vivió sin mujeres fue un auténtico azote de realidad sobre el papel que ellas juegan en la sociedad y sus respectivos círculos sociales. Sin embargo, el paro nacional ha comenzado a levantar suspicacias y desencantos entre varias de sus promotoras iniciales.
Evelyn fue a su primera marcha feminista este año. Fanática de los memes, llevó un cartel con una frase cómica para apropiarse, a su manera, del momento. Al día siguiente no acudió a clases, más por la resaca que por la protesta silente. “Ya está tan puesto el 8 y el 9 que el gobierno lo usa como técnica política y así pierde peso”, reprocha.
Miranda tampoco está muy encantada con el 9M, pues considera que ha perdido espontaneidad. Aunque ella se quedó en casa, algunas de sus amigas sí asistieron a la Ibero Puebla y decidieron apropiarse de las instalaciones con pegatinas, comida y música. “Todos los días puedes hacer lo que más te llene”, aseguró en referencia a las formas de protestar.
Algunos hombres han intentado hacer del día de huelga femenina un momento de reflexión sobre masculinidad. Pero son los menos, y suelen provenir de áreas relacionadas con humanidades y enfoques sociales. Alex, que estudia Ingeniería Biomédica, reconoce ligeros avances en la apertura al tema. “Poder hablarlo da cuenta de que en este grupo vamos bien, pero fuera de él no tanto”.
Y tras aquella afirmación, el alumnado comienza a ocupar el césped del ágora mientras espera por la siguiente clase; entretanto, el pequeño círculo bajo la carpa escucha las últimas ideas de un espacio caracterizado por su diversidad. Una adolescente de Prepa Ibero Puebla reflexiona sobre cómo las violencias nacen en el hogar, mientras que una persona no binaria describe su forma de vivir el feminismo.
Termina el espacio de encuentro con algunos suspiros de descarga emocional y el silencio regresa al mismo espacio universitario en el que, antes de la pandemia, un contingente improvisado de alumnas se vendó los ojos y gritó “el violador eres tú” al compás de un bote de plástico y un lápiz.