Desde este 3 de julio, los restaurantes, playas y transporte publico regresó a su actividades con cubrebocas y distancia social teniendo como reto superar la grave crisis económica de la isla que se agravó con la pandemia, iniciando una fase de recuperación. La Habana ha sido la última región cubana en sumarse a una desescalada en tres tiempos que ya había comenzado hace dos semanas en casi todo el país, y es el único lugar donde aún se registra un goteo de casos, menos de diez al día de promedio.
Con 2 mil 361 contagios del coronavirus hasta la fecha y 86 fallecidos, la isla caribeña ha logrado mantener el virus a raya en comparación con otros países con un número similar de habitantes, gracias a una estrategia basada en el rastreo y aislamiento inmediato de casos confirmados, sospechosos y de los contactos de ambos. La capital llevaba días esperando con impaciencia la luz verde para sumarse oficialmente al resto del país en la recuperación, aunque oficiosamente, como ironizaban muchos cubanos últimamente, la ciudad «llevaba más de un mes en fase 1». Residentes visitan nuevamente el mar y las piscinas Y es que desde hace semanas era obvio que en las calles habaneras había mucho más tráfico, personas en la calle, e incluso niños jugando. El confinamiento nunca fue obligatorio, pero las autoridades habían pedido a la población que solo saliese a la calle a lo imprescindible y confiaron, erróneamente, en que la ausencia de transporte público limitaría la movilidad.
Entre las restricciones que hoy se levantaron en la capital está la de ir a la playa y a las piscinas, con aforo limitado, actividades muy esperadas por los habaneros para sobrellevar el agobiante calor del verano caribeño. Las playas cercanas a la ciudad no amanecieron repletas, pero fueron muchos los jóvenes y niños que en pequeños grupos familiares o de amigos se lanzaron a disfrutar de la arena y el mar en este primer día. «Hace rato lo estaba esperando», dijo Ulises, un estudiante de 17 años que ha pasado los últimos tres meses en casa, estudiando y ayudando a su madre con las tareas de la casa. Al igual que su amigo Harrison, de 14, para quien el día resultó «perfecto» y que también está ilusionado por poder visitar a la familia a la que no ve desde que comenzaron las medidas para frenar la pandemia.
Jessica, una bibliotecaria de 19 años, aseguraba que anoche no pudo dormir de la emoción porque «hace cuatro meses que no salía y quería estar temprano en la playa», mientras Mildred Rodríguez, una operadora de telecomunicaciones de 45 años también «estaba esperando con mucha ansia» y quiso venir el primer día por si aumentan los casos de coronavirus y se vuelven a decretar medidas restrictivas. Regresa el transporte público en La Habana Otro esperado regreso es el del transporte público, en un país donde muy poca gente puede darse el lujo de comprar su propio coche. Los autobuses comenzaron a rodar de nuevo este viernes con el aforo limitado y los habitantes, que durante semanas han caminado lo que no está escrito y también desempolvado las bicicletas, volvieron a hacer fila en las paradas de «guagua», una estampa típica de la ciudad que la pandemia borró durante tres meses.
«Estábamos caminando mucho con el problema de la restricción del transporte, hoy empieza a mejorar un poquito», comentó Héctor Rómura, un pescador de 77 años de regreso a casa tras pasar la noche caña en ristre. Y es que también los pescadores han regresado al malecón de La Habana, el lugar más querido y concurrido de la ciudad, desierto desde finales de marzo. Belkis Ortiz, una ama de casa de 50 años, se tomaba la espera con humor mientras recordaba estas semanas sin transporte, «a pierna limpia el cubano, luchando…». La reactivación paulatina incluye además en esta primera fase la reapertura de bares y restaurantes, aunque los del sector privado, los famosos «paladares», se lo toman con calma y no todos han regresado de inmediato.
Entre las preocupaciones de ese sector no estatal que ha florecido en los últimos años está el del desabastecimiento. En Cuba no hay mercados mayoristas y deben surtir sus negocios en los mismos comercios estatales que el resto de la población, pero el desabastecimiento y las limitaciones de aforo han provocado largas colas y horas de espera para poder comprar productos básicos. Las filas por productos permanecen Como el cubrebocas, las medidas higiénicas o la distancia social, «las colas también llegaron para quedarse», dicen estos días los cubanos con cautela, acusando el cansancio de una crisis económica, otra más, que se agudiza por días. La falta de divisas que ya arrastraba el país, intensificada por la disminución de la ayuda venezolana y las nuevas sanciones de Estados Unidos, ha empeorado con la pandemia, que obligó a paralizar el sector turístico, una de las principales fuentes de ingresos tanto para el estado como para los trabajadores por cuenta propia.
Durante esta primera fase de reapertura los cubanos podrán hacer turismo local, pero los vuelos regulares y la llegada de turistas extranjeros no se reanudarán con normalidad hasta la tercera fase. En la segunda fase en la que hoy entró casi todo el país menos la capital y la vecina Matanzas, se permite la llegada de vuelos chárter solo a los cayos de las costas norte y sur de la isla, sin que los visitantes tengan acceso al resto del país ni contacto con la población local excepto con los trabajadores de los hoteles.
https://www.milenio.com/internacional/latinoamerica/cuba-inicia-normalidad-miras-superar-crisis-economica