Fue uno de los desfiles de moda más exitosos durante 20 años, pero la marca de lencería estadunidense Victoria’s Secret acaba de cancelarlo en medio de problemas económicos y polémicas ligadas a la era del #MeToo.
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La decisión estaba en el tapete desde el verano boreal tras el progresivo derrumbe de audiencia del desfile con bellísimas modelos en atuendos diminutos que comenzó en 1995 y que era difundido en el mundo entero.
En 2014, los «ángeles atrajeron a las pantallas de televisión a más de nueve millones de telespectadores estadunidenses. En diciembre de 2018, fueron solo 3.3 millones.
La noticia fue anunciada el jueves en una conferencia telefónica de los dirigentes de la casa matriz, L Brands, con analistas financieros sobre los malos resultados trimestrales de la marca.
Vamos a comunicarnos con nuestros clientes, pero nada similar en magnitud al desfile», dijo el director financiero Stuart Burgdoerfer.
Confirmó que Victoria’s Secret, que antes encarnaba el glamour y contrataba a supermodelos como Gisele Bündchen o Naomi Campbell, no se recupera pese a varios cambios en su gerencia.
Las ventas apenas superaron los 1000 millones de dólares en el tercer trimestre de 2019, una baja de 7% en relación al mismo periodo de 2018. Una treintena de tiendas que pertenecían directamente a la marca cerraron sus puertas desde febrero pasado.
Victoria’s Secret parece pagar el precio de una serie de polémicas que contribuyeron a asociarla con la imagen de «mujer objeto», desfasada con una creciente demanda de diversidad en las pasarelas y una toma de conciencia de los múltiples acosos y agresiones sexuales sufridos por modelos.
Además, el director de marketing Ed Razek desencadenó una fuerte controversia al descartar la posibilidad de integrar a los desfiles a modelos transgénero o a mujeres con más curvas, rechazando una fuerte tendencia en Estados Unidos en estos últimos años. Luego presentó sus disculpas en público.
AFP