Fotos: Ángel Sainos / Nando Aguilar
Este fin de semana llegó a Tlaxcala el cuerpo del Matador de Toros Javier Rafael Ortega Blancas, fallecido el día lunes en Utah EU, para recibir un merecido Homenaje y llevar a cabo los Rituales Funerarios correspondientes.
La gente esperó paciente y recordando como la vida de este gran torero, empresario, apoderado y político había tocado sus vidas dentro y fuera de los ruedos.
Fue por la tarde del sábado cuando el féretro llegó a Tlaxcala y fue llevado al Congreso del Estado donde la clase política de Tlaxcala le rindió homenaje encabezada por el Presidente de la mesa Directiva Bladimir Zainos Flores y se realizaron guardias de honor.
De ahí fue trasladado a la Plaza de Toros Jorge Aguilar «El Ranchero» dónde la afición se desbordó y acompaño a las familias Ortega Martínez y Ortega Blancas en misa oficiada por el padre Ranulfo Rojas Bretón quien fue emotivo en la homilía, Rafael recibió el cariño de sus partidarios y amigos.
Ya por la tarde noche llegó a su natal Apizaco y primero visitó la plaza de toros Wiliulfo González que su padre construyó y dónde nació el sueño de ser torero.
A pesar de la lluvia la gente le vitoreó en su última vuelta al ruedo.
Por la noche llegó a la Basílica de la Misericordia en dónde fue velado por otro nutrido grupo de gente.
La mañana de este domingo se realizó la misa de cuerpo presente y ríos de gente acudieron a darle el último adiós al «Señor de los tres tercios», triunfador en México y otras latitudes taurinas, uno de los pocos Tlaxcaltecas con alternativa confirmada en Madrid y que se vio desbordado de flores y cariño de parte de sus paisanos..
Ofició el padre Antonio Manilla amigo personal del torero y de su familia que recordó algunos momentos vividos con el maestro y pidió por el pronto consuelo de su esposa Estela y sus hijos Rafael y Paola así como su madre, hermanos y sobrinos.
Al terminar la misa el torero salió por la puerta grande de la Basílica entre un mar de gente que le vitoreaba, como ocurrió muchas veces en su vida.
La carroza atravesó las calles del centro y lo llevó al «Jardín Cipreses» para ser cremado y sus cenizas descansaran en la capilla de su casa Rancho Cristo Rey.
El cortejo de gente tras el vehículo era bastante grande.
Hoy se fue un gran torero, amigo, hermano, padre pero sobre todo un ser humano generoso y lleno de luz.