Por: Michel Chaín Carrillo / @MichelChain
El estilo bravucón, populista y cortoplacista del presidente Trump, exacerbado por el inminente inicio de la campaña para su reelección, se significó como el primer reto internacional real para el Gobierno Federal y, si bien al final se conjuró la amenaza de los aranceles, ya hubo daños importantes a la 4T.
Por principio de cuentas, y hasta donde los resultados que se han hecho púbicos, la administración Trump le torció el brazo a la delegación mexicana. Pese a que las “becas y Visas” para los inmigrantes centroamericanos fueron una constante en la campaña del ahora presidente López Obrador, el equipo negociador encabezado por Marcelo Ebrard aceptó que 6 mil efectivos de la Guardia Nacional se desplieguen en el sur del país para frenar a los inmigrantes; asimismo, y de manera muy velada, parecen haber cedido en que México sea “tercer país seguro” (es decir que los migrantes ilegales no mexicanos que sean detenidos tratando de cruzar la frontera sur de los Estados Unidos, van a ser asegurados y detenidos en México).
Otro aspecto importante es que México, dada la debilidad de su economía que al primer trimestre del año no tuvo crecimiento y cuyas perspectivas se han venido ajustando a la baja como consecuencia de decisiones de política interna, como los proyectos estratégicos (aeropuerto, Tren Maya o Refinería de Dos Bocas) o la crisis de confianza que se ha generado entre consumidores e inversionistas, mostró en su primer enfrentamiento la debilidad de la 4T para enfrentar una crisis con Trump. Más allá del esfuerzo hecho por Marcelo Ebrard, que se rifó teniendo todo en contra, el Presidente López Obrador ha mostrado un claro desprecio por la agenda internacional, lo cual ahora nos pasa factura porque no se ha tejido una red de alianzas para hacer frente a un vecino del norte que, como todos sabemos, es francamente gandalla.
Esta misma debilidad origina otro de los efectos negativos con los que, a partir de este momento, vamos a tener que lidiar: es clara la pérdida de confianza en el país. A nivel de los mercados financiero las empresas calificadoras, que se dedican a analizar la capacidad de pago de firmas particulares y gobiernos, ya pusieron en entredicho la solvencia de la deuda soberana mexicana, la capacidad de Pemex para salir airoso de su reestructura financiera, la de CFE y de refilón la perspectiva de 7 bancos que operan en México.
En el ámbito productivo, las dificultades para frenar la decisión, unilateral, absurda y bravucona de Trump de imponer aranceles a los productos mexicanos, impacta de manera negativa en el atractivo mexicano para ser destino de inversiones extranjeras. La economía mexicana había resultado muy exitosa para atraer inversiones, que generan derrama económica y empleos formales bien pagados, por garantizar un acceso preferencial al mercado de los Estados Unidos y se ha convertido en el complemento de los capitales estadounidense y las tecnologías canadienses, para lograr productos de calidad y a precios que permiten competir con los de origen asiático.
La amenaza de Trump de imponer aranceles sacados de la manga puso en entredicho la principal ventaja que ofrece México para los inversionistas internacionales al quitarles la certeza sobre las condiciones con las cuales sus plantas en suelo mexicano podrán vender sus productos en el mercado gringo.
Hoy los ojos del mundo están sobre México. Ojalá esta coyuntura sea, como lo ha planteado López Obrador, el momento de llamar a la unidad nacional. Pero que también sea el momento de dejar de generar enconos y divisiones artificiales (entre chairos y fifís, por ejemplo) y se reflexione, de manera humilde pero certera, sobre los errores que se han cometido en estos seis meses para la generación del crecimiento económico que demanda México.