Sante Quaranta conducía el autobús escolar que recoge a los alumnos de la escuela elemental de los pueblos cercanos a Fasano, al sur de Italia, para llevarles al colegio como cada día. De pronto empezó a sentirse mal. Estaba sufriendo un infarto. Pese a dolor agudo mantuvo la calma y tuvo los reflejos suficientes para echarse a un lado de la carretera, parar el autobús y poner a salvo a todos sus pasajeros antes de fallecer.
Quaranta tenía 65 años y era muy conocido en la comarca. Por ser el conductor del autobús escolar, pero también por encargarse de la organización de una cronoescalada muy popular en la región, la Coppa Selva di Fasano.
El lunes estaba al volante cuando a la altura del término municipal de Cocolicchio, a menos de siete kilómetros de su destino, empezó a encontrarse mal. En lugar de seguir esperando que se le pasase el malestar, decidió salirse de la vía y estacionar el autobús en el arcén.
Una decisión que en La Repubblica califican de “lucidez” y que evitó lo que podría haber sido una tragedia, ya que poco después de parar perdió el conocimiento.
Al ver el vehículo parado, otros conductores se acercaron a ver qué ocurría e inmediatamente llamaron a una ambulancia. Los sanitarios le aplicaron técnica de reanimación en el lugar, según relata el diario italiano, y después ordenaron su traslado a un hospital en Brindisi. Pero Quaranta no superó el infarto y falleció de camino.
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