Está demostrado que los pacientes oncológicos se benefician especialmente de las intervenciones destinadas a mejorar su estado de ánimo. El cáncer es una enfermedad muy dura cuyo tratamiento implica someterse a un proceso largo y agotador.
Por este motivo es frecuente ver personajes de películas, payasos o famosos acudiendo a los hospitales a levantar un poco la moral, sobre todo en plantas de oncología infantil. Lo que es bastante insólito es lo que sucede en un hospital francés: los pacientes reciben la visita de un “doctor” muy especial, de nombre Peyo.
Peyo es un caballo de 15 años al que solían utilizar para espectáculos ecuestres. Con el tiempo su propietario, Hassen Bouchakour, fue descubriendo que el animal tenía un don: por lo visto era capaz de detectar entre la multitud a una persona que estuviera enferma y se quedaba a su lado para reconfortarla.
Una vez jubilado el caballo, Bouchakour y Peyo se unieron a una ONG y empezaron a hacer visitas a la unidad de paliativos del hospital de Calais, donde el animal, cariñosamente apodado “doctor Peyo”, ofrece consuelo a los pacientes.
Lo más curioso del asunto es que, al parecer, es el propio Peyo el que decide a qué pacientes visitar cada día: se detiene en una puerta concreta y hace una señal levantando una pata. Una vez que Peyo ha elegido, es imposible hacerle cambiar de opinión.
Todo el proceso se realiza garantizando el nivel de higiene que se requiere en un hospital. Antes de cada visita Peyo es sometido a una profunda limpieza y desinfección y una vez allí el inteligente equino avisa con una señal si necesita “ir al baño” para que lo lleven fuera. Hasta la fecha, Peyo ha proporcionado sonrisas y consuelo a más de mil pacientes terminales y todo el personal hospitalario lo adora.
Está más que demostrado que la interacción con animales tiene un efecto muy positivo en pacientes con muy diversas patologías: ¿deberían los hospitales plantearse intervenciones con animales de terapia más a menudo?
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