La Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), registró, en este 2022, relevantes descubrimientos arqueológicos, principalmente, durante las tareas de salvamento que acompañan las obras de infraestructura del país, entre las que se encuentran las vinculadas a la construcción del Tren Maya.
Así, en la supervisión de los siete tramos que constituyen la línea ferroviaria, los cuales cubren alrededor de mil 500 kilómetros, conectando cinco estados del sureste del país, el INAH ha registrado, a la fecha, casi 35,000 monumentos en el área de influencia, de los cuales ha intervenido, registrado y recuperado información de casi 4,500, que se encuentran dentro del derecho de vía; el resto, han sido registrados, mas no intervenidos, dado que están fuera del mismo.
Paralelamente a dicha labor, en el suroeste del país, el INAH aplica el Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (Promeza), el cual beneficiará a 26 zonas arqueológicas en el radio de influencia del Tren Maya. El desarrollo de esta iniciativa derivó, en fechas recientes, en el hallazgo de dos esculturas de piedra caliza, una en Uxmal y otra en Oxkintok, sitios de la Ruta Puuc de Yucatán, las cuales presentan relieves por ambas caras y cuya antigüedad se estima en el periodo Clásico Tardío (750-900 d.C.).
La llamada Estela 18 se descubrió en el Patio Hundido de Uxmal. En uno de sus lados representa a una deidad femenina de ojos grandes, boca y pecho descubierto con un elemento de perlas, brazaletes, falda hasta los talones y con un quetzal sostenido en la mano izquierda. En la cara opuesta, se observa una deidad masculina con un elemento de ala ancha decorado con plumas y una cabeza de lechuza; está adornado con lo que parece ser brazaletes, taparrabos y vendas en las piernas, en la mano izquierda sostiene un bastón y en la diestra, un bulto.
Mientras que la escultura hallada en Oxkintok, en el lado frontal tiene la representación de un hombre desnudo, con rasgos anatómicos desproporcionados que alargan su torso y dan a su abdomen una apariencia flácida; en la otra faz, los elementos que constituyen la espalda del individuo conforman un falo.
En la Zona Arqueológica de Palenque, en julio pasado, como resultado de los salvamentos arqueológicos asociados a los trabajos del Promeza y la construcción del Centro de Atención de Visitantes, se registró el primer taller lítico (600-850 d.C.) y cementerio de esa antigua ciudad maya, así como el entierro de una mujer que perteneció a la elite y vivió en el último periodo de ocupación de la urbe, entre 800 y 850 d.C. La osamenta presenta deformación craneal e incrustaciones de piedras preciosas en la dentadura, aspectos que hacen referencia a su influencia y prestigio en la sociedad palencana.
En la capital del país, el INAH ha acompañado las obras del Centro de Cultura Ambiental, cerca de la fuente de Xochipilli y la avenida de los Compositores donde, en agosto, se ubicó una capa de restos cerámicos del periodo Preclásico Medio (1200-600 a.C.). Este descubrimiento, del que sobresalen vasijas y figurillas de formas humanas ha duplicado la temporalidad del asentamiento humano en esta área, elevándola a más de tres milenios, lo que inscribe al Bosque de Chapultepec entre los más antiguos de la Cuenca de México.
Asimismo, en junio, en el Parque Rosario Castellanos, con motivo de la construcción de la calzada peatonal Chivatito, se descubrieron vestigios arquitectónicos de inicios del siglo XX, relacionados con la Fábrica Nacional de Cartuchos, así como otros más antiguos, correspondientes a tramos de muros de adobe que pertenecieron a Casa Mata, el fortín colonial destruido durante la Batalla de Molino del Rey contra las tropas estadounidenses, el 8 de septiembre de 1847.
También en la Ciudad de México, ese mismo mes, se hallaron los restos de una vivienda mexica y de cuatro entierros infantiles del periodo Colonial Temprano (1521-1620 d.C.), durante un salvamento arqueológico efectuado en un predio de La Lagunilla, en el Centro Histórico, cuya zona en tiempos prehispánicos correspondió al barrio de Cotolco, en la parcialidad de Atzacoalco, una de las cuatro grandes divisiones territoriales de la antigua México-Tenochtitlan.
La importancia del contexto en cuestión es que denota las difíciles condiciones de vida soportadas por los indígenas que no pudieron huir de Tenochtitlan durante el sitio y la invasión española.
Al norte de la capital mexicana, en la supervisión que realiza el INAH de las obras en el Centro de Transferencia Modal, en Indios Verdes, durante la readecuación de la avenida Insurgentes, en ambos sentidos, se detectaron tramos de la primera carretera moderna del país, inaugurada en 1936.
En septiembre pasado, en el lado poniente de esta vía, se halló un camino empedrado del que se registraron 45 metros de longitud, construido con roca basáltica recubierta con grava negra, sobre la cual se colocó una carpeta asfáltica. Meses después, en la parte oriente, se descubrieron aproximadamente 40 metros de longitud del carril de retorno. Ambas secciones son testimonio conocidos de la vieja carretera México-Nuevo Laredo, el primer tramo de la que sería nombrada Carretera Panamericana.
Los trabajos de salvamento arqueológico son una de las tareas fundamentales que realiza la Secretaría de Cultura del Gobierno de México a través del INAH a lo largo y ancho del país, los cuales a su vez representan ventanas de conocimiento a la rica historia de México.