Pasaban tiempo en su castillo en el sur de Francia y tenían casas por todo el mundo. Tenían una vida idílica, más allá de lo que cualquiera pudiera imaginar.
La condesa Alexandra Tolstoy, una aristócrata inglesa, vivía su propio cuento de hadas hecho realidad cuando se enamoró del hombre de sus sueños en 2008, un oligarca y uno de los hombres más ricos de Rusia, Sergei Pugachev.
Entonces, todo se convirtió en una pesadilla.
La historia empezó hace cinco años en Londres, donde los dos vivían una vida envidiable de lujos en su enorme casa en la exclusiva zona de Chelsea junto a sus tres hijos pequeños.
«Teníamos un asistente personal, dos conductores, dos amas de llave, una niñera inglesa y también una niñera rusa así como una profesora francesa para las tareas escolares», cuenta Alexandra mientras ofrece un recorrido por su casa.
«Nos mudamos aquí justo después de que tuve el primer bebé. Y luego compramos la casa de al lado», agrega.
Antes de su matrimonio, Tolstoy había tenido una niñez privilegiada: su padre era un familiar lejano del escritor León Tolstoy y Alexandra acudió a un internado de élite antes de empezar a trabajar como corredora de bolsa en la City londinense.
Pronto abandonó ese empleo e inició un negocio de viajes, explorando la antigua Unión Soviética, Turkmenistán y Kirguistán; y casándose con un jinete cosaco por el camino.
Lamentablemente, eso no duró.
Unos años más tarde, cuando Alexandra y su marido estaban luchando para pagar las cuentas y llegar a fin de mes, apareció Sergei Pugachev, su caballero de brillante armadura.
La pareja se había conocido cuando Alexandra fue contratada para enseñarle inglés a él.
«Fue algo eléctrico»
Una fotografía enmarcada da luces sobre Pugachev.
Él aparece a la izquierda de Tolstoy, con profundos ojos verdes, un bigote recortado y una barba.
La pareja se ve relajada y bronceada durante unas vacaciones, con una sonrisa fácil y vestidos con ropa blanca de casa.
«Cuando conocí a Sergei fue algo eléctrico. Quedé tan enamorada de él». Era tan romántico, nunca había sentido una conexión semejante con alguien», dice Tolstoy.
La vida en el jet set
Tolstoy comenta que al principio la vida no podía haber sido mejor.
Durante el primer año tras conocerse ella había dado a luz al primer bebé y la nueva familia estaba viviendo una vida de lujos entre Moscú, Londres y París.
«Él me daba su tarjeta de crédito y yo iba de compras. Podía hacer lo que quisiera. Tenía un jet privado. Solamente tenía que hacer mi maleta y listo», recuerda.
La pareja dividía su tiempo entre varias propiedades, incluyendo una casa de unos US$14,85 millones en el exclusivo distrito de Battersea, en Londres; una propiedad de casi un kilómetro cuadrado en Hertfordshire, en el sur de Inglaterra, y una villa en primer línea de playa en el Caribe valorada en US$40 millones.
Pero mientras vivían los buenos tiempos, en Rusia las cosas habían cambiado.
El presidente Vladimir Putin le daba la espalda a los oligarcas que habían sido sus aliados como Sergei Pugachev.
«El banquero de Putin»
Sergei Pugachev amasó su enorme fortuna de US$15.000 millones en la Rusia postcomunista. Era propietario de una mina de carbón, astilleros, marcas de diseño e incluso de uno de los mayores bancos privados de Rusia.
Él afirma que era próximo al presidente Vladimir Putin, que iban de vacaciones juntos «todo el tiempo» y que tras darle algunos préstamos al gobierno se había ganado el apodo de «el banquero de Putin».
Pero Pugachev asegura que el mandatario no aprobaba su relación con Alexandra Tolstoy.
«Putin estaba realmente sorprendido. Él preguntó por qué. ‘Ella es inglesa. Es tan extraño. Hay 140 millones de personas en Rusia, es una idea loca'», afirma.
«Podemos cortarle un dedo a tu hijo»
En 2006, Rusia aprobó una ley que daba a sus agentes de seguridad permiso para asesinar en el exterior a los enemigos del Estado y no pasó mucho tiempo hasta que el gobierno comenzó a prestar atención a Pugachev y sus miles de millones.
En 2008, el banco de Pugachev había enfrentado problemas y había sido auxiliado por el Estado con un préstamo por US$1.000 millones. Pese a ello, el banco se hundió apenas dos años más tarde.
Pugachev asegura que él había vendido el banco años antes pero Moscú lo niega.
En los tribunales, Pugachev fue declarado responsable de las pérdidas de la institución financiera y rápidamente abandonó Rusia.
Pugachev asegura haber sido amenazado por la Agencia Rusa de Garantías de Depósitos (DIA, por sus siglas en inglés), que le exigió pagar el préstamos de US$1.000 millones.
«Me invitaron a un restaurante y me dijeron: ‘tienes que pagar US$350 millones o te matamos a ti o a tu familia. Si quieres, le podemos cortar un dedo a tu hijo y te lo enviamos», dice Pugachev.
La DIA niega que eso haya ocurrido, pero lo que es cierto es que Pugachev se negó a pagar el dinero.
Durante los años siguientes, siguieron cayendo en desgracia los enemigos del Estado ruso.
Enemigos del Estado de alto perfil
En 2012, el rico y exilado soplón ruso Alexander Perepilichny murió mientras hacía deporte cerca de su mansión en Surrey.
En 2013, Boris Berezovsky, un oponente a Putin, fue hallado muerto en su vivienda en Ascot.
En 2015, Boris Nemtsov, un líder de la oposición rusa, murió tiroteado en Moscú.
Cara a cara
El Estado ruso estaba cercando a Sergei Pugachev y en 2015 recurrió a los tribunales británicos para exigirle el pago de los US$1.000 millones.
Pugachev fue declarado responsable por las pérdidas del banco. El dinero de la ayuda financiera, se dijo entonces, había sido transferido a una cuenta en un banco suizo y luego había sido movido por allí hasta que todo el dinero simplemente desapareció.
Los bienes de Pugachev en todo el mundo fueron congelados y le fue retirado su pasaporte.
Habiendo abandonado su castillo en Francia, Pugachev decidió enfrentarse cara a cara con el Estado ruso y los demandó por la pérdida de sus empresas.
Una presión insoportable
Con su pareja escondida de forma permanente y su familia siendo perseguida, Tolstoy comenzó a sentir que las cosas no eran seguras para ella y para sus hijos. Para 2016, su relación con el padre de los niños estaba bajo una presión insoportable.
Cuando Pugachev le pidió a Tolstoy que se mudara permanentemente a Francia con sus tres hijos para vivir juntos como una familia, ella fue reacia. Simplemente no podía hacerlo.
«Sergei tuvo una de sus explosiones en las que me agredió físicamente. Encerró a los niños en una habitación aparte y guardó mi pasaporte y el de los niños en una caja fuerte», asegura la mujer.
«Algo se rompió dentro de mi ese fin de semana. Supe que no estábamos a salvo», apunta.
Entonces, en la primavera de 2016, ella abandonó de forma abrupta junto a los niños el castillo en Francia y nunca más regresaron.
A partir de ese momento, ella y los niños se quedaron sin recursos financieros.
«Algunas personas me ven y dicen ‘tu vida es fácil, tienes niños con suerte que son tan privilegiados'», comenta con lágrimas en los ojos.
«Ellos no lo son. La crianza más privilegiada es poder vivir seguros y una familia para ser feliz tiene que estar junta», afirma.
Tolstoy indica que el Estado ruso se apropió de la casa familiar y la puso en venta. Ella afirma que le ofrecieron quedarse en la casa por un año si ella accedía a «no exigir ningún mantenimiento por parte de Sergei y no reclamar mi deuda».
«O firmaba el acuerdo o debía abandonar la casa al día siguiente. Mi peor temor es que no tenemos dinero y que no tenemos dónde vivir. Es una pesadilla», sostiene.
Empeoran las relaciones entre Reino Unido y Rusia
Para 2018, tras el envenenamiento de Sergei Skripal, un ex doble agente ruso residente en Reino Unido, se inició un intenso escrutinio sobre una serie de muertes ocurridas en territorio británico durante las últimas dos décadas.
Se le pidió al Ministerio de Interior que revisara 14 casos, que habían sido considerados como ataques de corazón, suicidios, accidentes y muertes por causas naturales.
Pero algunos creen que muestran un patrón de muertes orquestadas por un Estado en las calles británicas.
Las relaciones entre Reino Unido y Rusia se deterioraron aún más.
«Me quedan mis últimos US$70 millones»
Hoy, Pugachev vive en su castillo en Francia -una decisión que dice que tuvo que tomar obligado por el Estado ruso- y de su fortuna asegura que solamente le quedan los últimos US$70 millones.
«Amo a mis hijos y realmente espero que en el futuro próximo ellos estén felices de estar con su padre y que todo esté bien», afirma.
Por su parte, Alexandra Tolstoy pasa todo el tiempo que puede en su casita de campo en Oxfordshire, en el sudeste de Inglaterra, junto a sus hijos, quienes no han visto a su padre desde 2016.
«Yo les diré que él necesita resolver la situación en la que se encuentra y que ‘quizá cuando sean mayores ustedes podrán ir a buscarlo'», señala.
Tolstoy reactivó su negocio de viajes, encabezando expediciones a caballo por Kirguistán y viajando de forma regular a Rusia.
«Amo mucho Rusia. Extrañamente mi relación con el gobierno de Rusia es mejor de lo que es con Sergei», apunta.
Ella también prescinde ahora de los lujos con los que vivía antes.
«En realidad, ahora odio todas esas cosas. Están asociada con una vida que no me gustaba», dice Tolstoy.
«Tengo toda una vida por delante. Puedo volver a las cosas que amo. Esta soy yo. Sergei siempre pensó que yo estaría tan desesperada por estar con él y su dinero, que yo lo seguiría. En realidad, ya he superado eso. Tuve la fortaleza de hacerlo», afirma.
BBC News