El Papa Francisco realizó su audiencia general semanal de los miércoles desde la intimidad de su biblioteca, al cumplir el Vaticano con las drásticas medidas de cuarentena del Gobierno italiano frente a la epidemia de coronavirus.
La Policía cerró el acceso a la Plaza de San Pedro y el Vaticano tomó medidas para contener las infecciones dentro de sus muros y mitigar las consecuencias económicas.
Francisco dedicó oraciones especiales a los presos, los enfermos y el personal hospitalario, al realizar su catequesis semanal por livestream en lugar de hacerlo en persona.
Fue una escena extraña, dado que el sentido de la audiencia general, una tradición que se remonta a San Juan XXIII, es que el Papa entre en contacto con la gente común al menos una vez por semana.
En épocas normales, decenas de miles acuden a la Plaza de San Pedro o el auditorio del Vaticano para una lección de catecismo impartida en varios idiomas.
Pero el miércoles, la plaza estaba vacía y solo se permitía el acceso a la Basílica a quienes deseaban rezar.
El coronavirus ha infectado a más de 119 mil personas en el mundo, de las cuales unas cuatro mil 200 han muerto.
Italia es el epicentro de la epidemia en Europa, con más de mil casos confirmados y 631 muertos, una tasa de mortalidad de 6 por ciento, muy superior a las de otros países.
La Santa Sede, una ciudad estado de 45 hectáreas en el corazón de Roma, ha impuesto medidas drásticas similares a las italianas desde que una persona resultó infectada, otra que asistió a una conferencia dio positivo y cinco personas están sometidas a cuarentena preventiva.
A los 83 años, y con la extirpación de parte de uno de sus pulmones debido a una enfermedad respiratoria cuando era joven, Francisco correría un alto riesgo de complicaciones graves si se infectara.
El Vaticano ha cancelado reuniones y conferencias, restringido los viajes de su personal y cerrado los museos al público, su mayor fuente de ingresos, para el futuro previsible.
El miércoles de confirmó la cancelación de los viajes del Papa a Indonesia, Timor Este y Papúa Nueva Guinea.
También ha tratado de mitigar las drásticas consecuencias económicas para la economía italiana en los sectores comercial, minorista y turístico.
El Vaticano, una de las empresas inmobiliarias más grandes de Roma, ofreció el martes aceptar reducciones de alquileres de negocios que tienen problemas.