“Yo soy el único tiempero original de la región. Desde niño nací con el don del padre celestial. Él, me mandó para saber interpretar los mensajes entre el volcán Popocatépetl y los pobladores”, dijo Antonio Analco Sevilla, tiempero en la comunidad de Santiago Xalitzintla, perteneciente al municipio de San Nicolás de los Ranchos.
Santiago Xalitzintla se ubica a dos mil 560 metros de altura y es el pueblo que más cerca está del volcán Popocatépetl, tan solo a 12 kilómetros de distancia del coloso.
“Al volcán Popocatépetl ya lo conocen como Don Goyo porque fui yo quien lo divulgó. Él me dijo que el volcán humeante se llama Gregorio Chino Popocatépetl. A veces platico con él en sueños y luego ya en vivo, y cuando nos vemos platicamos de todo, de muchas cosas”, dijo el hombre de 71 años de edad, en entrevista con Notimex.
Narró que cuando tenía siete años de edad llevaba a las vacas a pastar a las faldas del volcán. Una tarde, en el paraje llamado Mulalcólatl, conoció a un hombre grande, fornido, con una cabellera formada por canas, que en su andar no dejaba huellas de sus pasos en la tierra, y al presentarse como Gregorio Chino Popocatépetl, le aseguró al niño que tenía un don, y por eso sería el tiempero del pueblo.
Antonio Analco, nacido el 13 de junio de 1947, relató que ser tiempero significa conocer cómo se forman las nubes y cómo se comportan; para ello, las estudia a partir de las 6:00 horas, ya que las nubes del sur visitan a La Malinche y el Pico de Orizaba, por la tarde se unen con las nubes del norte a la altura del Popocatépetl.
Su don consiste en distinguir cuando las nubes traen viento, granizo grande, granizo delgado, cuando traen mucha agua, o que solo truenan; y él con su don puede ayudar a evitar que los campos de cultivo y la población de la región de San Nicolás de los Ranchos resulte afectada.
Agregó que entonces el hombre fornido le vaticinó al pequeño niño que iba a continuar viviendo en su natal Santiago Xalitzintla, crecería y contaría con muchos amigos; muchos de ellos lo visitarían de otras ciudades; que contraería matrimonio y tendría muchos hijos.
“Mira, con el tiempo, cuando acabes de crecer tú vas a llegar al cerro humeante, cuando tengas tu esposa, allá te espero, porque tú ya has ido; tú ya conocer, pero en sueños, en espíritu, y cuando vayas serás bien recibido, aunque vayas con mucha gente ellos no me van a ver. Solo tú y yo. Te voy a decir lo que necesito, las cosas que me hacen falta y que me habrás de llevar”, explicó.
“Llegará un tiempo que te daré a conocer muchas señales, saldrá lodo, aventaré ceniza, gravilla y arena. De todo lo que salga, nunca tengas miedo porque vamos a trabajar juntos, pues también llegará un tiempo que se escucharán muchos ruidos en el interior del volcán, también habrá sismos, pero no te debes asustar porque tú le dirás a la gente lo que tiene que hacer para no salir afectada, porque sólo tú me podrás ver, nadie más”, agregó.
Analco Sevilla dijo que este don es conocido ya por mucha gente, incluida gente del gobierno, personas de otros lados, y periodistas de otros países que también han acudido a su comunidad para conocerle, porque otra tarea del trabajador del tiempo es subir al Popocatépel tres veces al año, y una vez al Iztaccíhuatl.
Detalló que desde que cumplió los 17 años de edad, el 12 de marzo de cada año, junto con algunos pobladores de Santiago Xalitzintla se reúnen en la plaza del pueblo y suben rumbo al volcán para celebrar el cumpleaños de Don Goyo.
Son dos horas de trayecto en vehículo, después tres horas de caminata para llegar a la zona llamada El Ombligo, donde permanecen cerca de dos horas para instalar una ofrenda, y posteriormente iniciar el descenso.
En El Ombligo, que es una extrusión volcánica de grandes proporciones, todos los presentes colocan un mantel en el suelo y sobre éste la ofrenda con los artículos que el Popocatépetl pidió con antelación, a veces es mole con guajolote, arroz, tortillas, café, chocolate, y frutas como manzanas de la región.
En la parte superior de la ofrenda se coloca la ropa nueva que vestirá Don Goyo ese año y que pidió al tiempero. Un pantalón nuevo, camisa, gabán, huaraches, bufanda, sombrero y cigarros, entre otros artículos.
Además del 12 de marzo, la gente también sube cada 2 de mayo para pedir que haya lluvia y los cultivos de maíz se logren. Vuelven a subir al volcán el 3 de mayo con motivo del Día de la Santa Cruz; y la cuarta y última visita la realizan el 30 de agosto, Día de Santa Rosa, porque Iztaccíhuatl, la mujer dormida, se llama Rosita.
A decir del tiempero, la reciente y frecuente actividad en el Popocatépetl es resultado del enojo que tiene porque el señor Cenobio Jiménez, de la población de San Mateo Ozolco construyó una estructura (piso y muros) de cemento y lámina galvanizada sobre la Iztaccíhuatl.
Para esta obra se derribó un enorme árbol de muchos años de sembrado, mismo que estaba a un costado del área donde se lleva a cabo la ofrenda de los pobladores a la eterna enamorada del Popocatépetl.
En ese sentido, Analco Sevilla demanda que las autoridades federales, estatales y municipales, a través de diferentes dependencias como la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y del área de Parques Nacionales cumplan con la aplicación de la ley, se castigue y sanciones al señor Cenobio Jiménez por construir en un área prohibida.
“Don Goyo” -dijo el tiempero- también está enojado porque hay mayordomos de los templos de Sacra Monte y de otros pueblos que piden cooperación entre sus fieles y suben al volcán para hacer fiestas profanas donde abunda el alcohol, insultos, baile con mujeres y toda clase de disturbios, además del engaño que hacen a los pobladores con tal de obtener dinero.
El volcán -dijo- cuando está en silencio se escucha que está enojado, se escucha como si hirviera una olla exprés y se cimbra la tierra, entonces es señal de que expulsará vapor de agua, gases y ceniza.
Todo este servicio al Popocatépetl no tiene paga en efectivo, su paga es que sus tierras de cultivo nunca son afectadas por el clima, así es como se mantiene, de su trabajo en el campo y de una pequeña tienda de abarrotes en Santiago Xalitzintla.
Para conservar su don, Antonio Analco trata de mantener una vida ordenada. A sus 71 años de edad, acompañado por su esposa, no padece ninguna enfermedad, ni siquiera propia de su edad. Tampoco fuma, no bebe alcohol, “solo tomo oxígeno porque subo al volcán, y Dios me da más vida”, acotó.
Su constante atención hacia el volcán, le ha permitido ver algunos objetos voladores no identificados sobre el Popocatépetl, a su alrededor del volcán o en la parte baja del coloso. Sin embargo, se muestra respetuoso de dichos fenómenos y prefiere no hablar “de algo que es parte de otro planeta”.
Parte de este don, su amor por la naturaleza, y su relación con “Don Goyo”, también las ha plasmado 110 páginas que integran su libro “Lectores de la Naturaleza. Memoria de un hacedor de lluvia”, editado de manera conjunta por la Secretaría de Cultura del gobierno federal, el gobierno del estado de Puebla, del Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias (Pacmyc), y la Dirección General de Culturas Populares.
La obra, publicada en el año 2016, es un trabajo conjunto con Alberto Diez Barroso Repizo, en la que también hablan de la Iztaccíhuatl, de “Los ahijados de la Matlalcueye” (Malintzi), de un ritual de pedimento de agua en la huasteca veracruzana, así como de la sacralidad y el simbolismo del territorio en diferentes partes de México.
Antonio Analco Sevilla en su obra también relata que este don lo adquirió de su padre Pedro Analco Pérez, un hombre que no conoció porque éste murió cuando Antonio era un niño. Agregó que, dos de sus nueve hijos ya heredaron el mismo don, pues su hijo Silvestre, de 46 años de edad, y su hija Blanca, de apenas 22 años, también sueñan y viven las experiencias que él vivió cuando niño.
La publicación del libro se suma al sin número de entrevista otorgadas a múltiples medios de comunicación locales, nacionales e internacionales, así como un sinfín de conferencias que ha dictado en diversos foros del país para difundir la labor del tiempero y su don de platicar con el volcán Popocatépetl, pero aclara que todo lo anterior siempre lo ha hecho con el permiso de Don Goyo.
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