Fue el 6 de mayo del 2017, en el T-Mobile Arena de Las Vegas, donde se acordó rescatar financieramente a Luis Miguel Gallego Basteri. Esa noche estaba peleando Saúl El Canelo Álvarez contra Julio César Chávez Jr.
Miguel Alemán Magnani, amigo entrañable del cantante, abogaba por él.
Con cuatro requerimientos ignorados, Luis Miguel estaba a punto de ser detenido para ser presentado ante la autoridad de Los Angeles por una demanda de diez millones de dólares que le interpuso Warner Music Group, que preside Stephen Cooper, tras cobrar e incumplir la grabación de cuatro discos.
Alejandro Fernández, El Potrillo, también lo tenía demandado por alrededor de 4.5 millones de dólares. En 2015 ambos acordaron la gira conjunta Passion Tour que arrancaría en abril de 2016. El hijo de Vicente Fernández dio un adelanto para los preparativos, pero Luis Miguel se echó para atrás.
Por si todo lo anterior no fuera suficiente, un productor de vino de la zona de Baja California también le requería el pago de aproximadamente tres millones de dólares más. Luis Miguel había tocado fondo. A finales del 2015 se encontraba endeudado, demandado, cansado y desprestigiado.
Al borde de la cárcel, Alemán Magnani lo sacó del atolladero. Fue el dueño de Interjet, amigo desde la década de los ochenta, quien le quitó de encima deudas y demandas. Pagó los 10 millones de Warner y liquidó la deuda de 4.5 millones de El Potrillo.
Puso a la disposición de Luis Miguel al avezado abogado Rafael Heredia, el famoso penalista que defendió a José Antonio Zúñiga en el caso que dio lugar a la cinta Presunto Culpable, que pondría en evidencia las fallas estructurales de nuestro sistema de impartición de justicia.
De vuelta a la arena T-Mobile, en la pelea de El Canelo y Julio César Chávez Jr. estaban el financiero regiomontano Carlos Bremer, presidente del Grupo Value, y Carlos Slim Domit, presidente de América Móvil. Miguel Alemán Magnani les habló de un negocio que quizás les interesaría.
La estructura era muy sencilla: invertir cada uno cinco millones de dólares y en un plazo menor a dos años recuperar su capital más intereses 5% arriba de lo que ofrecía cualquier fondo. Bremer, Slim y el mismo Canelo no lo dudaron. El negocio se llamaba Luis Miguel.
Al final se depositarían en un fideicomiso 15 millones de dólares, que eran las participaciones a partes iguales del propio Alemán, Bremer y Slim, más tres millones del artista. La aportación del púgil de Sinaloa ya no fue necesaria, pero se reconoce su apoyo al intérprete de “No culpes a la noche”.
¿Sin embargo, cuál era la fuente del repago que Alemán ofreció? La columna vertebral era una serie que contara la vida de Luis Miguel, misma que catapultara su imagen y lo regresara a los primeros planos del mundo del espectáculo con giras exitosas en México, Estados Unidos y Centro y Sudamérica.
Estando en Los Angeles, a mediados de ese mismo 2016, Alemán convenció a Luis Miguel de que permitieran recrear su vida en una serie. Ya para entonces estaban por salir las vidas de José José, Lupita D’Alessio, Juan Gabriel y Jenny Rivera. “De que la cuente alguien a que la cuentes tú mismo”, le dijo.
Pedro Torres, el afamado productor que realizó el icónico video de La Incondicional, ya lo tenía en la mira. El exesposo de Lucía Méndez traía atrás a Televisa, el consorcio de Emilio Azcárraga Jean. Estuvieron a un tris de quedarse con el proyecto, de no haber sido porque MGM compró los derechos discográficos.
Luismi aceptó la propuesta con la única condición de que él, su amigo de toda una vida, directamente cuidara la realización de su historia. Así, se crea a finales de 2016 Gato Grande Productions, la casa que produciría a partir de 2017 Luis Miguel La Serie, que justamente acabó su primera temporada el domingo pasado.
La empresa es 50% de Mark Burnett, presidente de Televisión y Contenido Digital de MGM, y el 50% de un grupo de mexicanos encabezados por el mismo Alemán Magnani, Antonio Cue Sánchez Navarro y José Luis Ramírez Magnani. La serie fue supervisada en su realización por Carla González Vargas.
Gato Grande firmó con Netflix, de Reed Hastings, y Telemundo, que comanda César Conde, como plataformas de lanzamiento de la serie que inició en abril. Televisa acaba de adquirir los derechos para la televisión abierta y arrancará en el primer semestre de 2019.
Se estima que la producción costó 13 millones de dólares, un millón por capítulo, y es muy probable que venga una segunda temporada y quizás hasta una tercera. En septiembre próximo, el de “La chica del bikini azul” terminará de pagar el total de sus deudas y dará dividendos a Alemán, Bremer y Slim.
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