Para muchas mujeres el estar trabajando de manera remota ha sido una gran bendición, pero para otras, ha generado una serie de problemas porque el trabajo se ha incrementado para ellas.
El tema de la salud en el trabajo remoto desde la perspectiva de género tiene varias aristas que es importante tomar en cuenta, principalmente para contribuir al bienestar de las mujeres al tener que desempeñar diferentes roles, en la casa y en el trabajo.
Para muchas mujeres el estar trabajando de manera remota ha sido una gran bendición, pero, para otras, ha generado una serie de problemas porque el trabajo se ha incrementado para ellas, señaló Cynthia Montaudon Tomas, Directora del Observatorio de Competitividad y Nuevas Formas de Trabajo de la UPAEP.
Expresó que la carga de trabajo se ha incrementado para las mujeres y esto se ha visto como una condición específica de género, que tiene que ver con el trabajo no remunerado, es decir, las mujeres están trabajando más para su trabajo remoto como para la casa, pero hay una parte que no se nos está cubriendo de manera económica, y esto se vincula con algunas normas culturales y económicas y sobre todo, de que estamos acostumbrados “a que las mujeres tienen que hacer un poco más de sacrificio que en el caso de los hombres”.
Asimismo, comentó que las mujeres también tienen a su cargo gran parte de la atención de los hijos y el rol de los profesores sustitutos ahora que las mamás se han tenido que hacer cargo de los niños en la escuela, esa situación también aleja a las mujeres de las oportunidades de ascenso, porque como están trabajando desde casa, llenas de actividades, cambia cómo se percibe a la mujer en el entorno laboral.
El estudio que forma parte del Informe: Estado del Trabajo Remoto en México durante la Pandemia del Covid-19, hecho por el Observatorio de Competitividad y Nuevas Formas de Trabajo de la UPAEP, cuenta con una serie de variantes demográficas, en donde algunas analizan las condiciones básicas del trabajo desde casa, es decir, cómo están las casas preparadas, cuál es el acceso a la tecnología, qué habilidades tienen las personas, cómo se maneja el tiempo y las tareas y cómo es el desempeño laboral, la salud física y mental de las personas y de cómo son las relaciones familiares.
Cynthia Montaudon, explicó que dentro de todas las variantes que arrojó el estudio se identificó que hay una diferencia clara entre las mujeres y los hombres, y que son los problemas que están sufriendo mucho más las mujeres. Vemos que a las mujeres les está doliendo más el cuello y la espalda por la carga de trabajo en casa y el trabajo remoto; están padeciendo más dolores en las articulaciones, están más cansadas, estar perdiendo horas de sueño, además del impacto de otros factores como son la incertidumbre y las preocupaciones que experimentan.
Indicó que las mujeres se están sintiendo con menos paciencia, más irritables que los hombres, padecen mucha más ansiedad, sienten más tristeza y están siendo más propensas a la depresión y son quienes más han sufrido el síndrome de Burnout.
La académica cuestionó, ¿cuáles son los grupos con más afectaciones o problemas de salud física y mental? En el caso de las mujeres, son las casadas las más afectadas, en segundo término, las que están en Unión libre y, en tercer lugar, las que están solteras, por los roles que ejercen en el ámbito laboral y en la casa y más si tienen hijos en edad escolar.
Dijo que entre los rangos de mujeres que tienen alguna afectación mental, son aquellas que tienen una edad entre los 32 y 46 años de edad, pero un dato curioso es que las mujeres que trabajan en distintas áreas de la educación, como la docencia, en puestos administrativos o roles de capacitación o aquellas que trabajan en servicios financieros diversos, presentan afectaciones de esta índole.
Indicó que más del 68% de todos de las mujeres que participaron en el estudio preferirían aún con todo y esto, seguir trabajando de manera remota, es decir, cerca de un 18% más que los hombres; hay más hombres que quisieran regresar al trabajo normal y más mujeres que quisieran quedarse de manera remota.
De igual forma, compartió que se está trabajando en otros estudios relacionados con qué está pasando con las mujeres durante la actual pandemia de salud, más allá de los problemas de salud mental o salud física que están experimentado. Ya que se ha observado que a nivel internacional se está incrementando la violencia de género, y el patrón internacional en donde se señala que una de cada tres mujeres sobre todo en Latinoamérica y en países subdesarrollados sufrían algún tipo de violencia de género, esta situación se replica en México, es decir, una de cada 3 mujeres sufre algún tipo de violencia de género.
Señaló que no sólo es la violencia física, sino que hay otros tipos de violencia que están sufriendo las mujeres, como son la violencia económica, darles menos dinero; psicológica que afectan sus patrones de comportamiento; violencia social; violencia patrimonial y la violencia laboral, que tiene que ver con el exceso de trabajo que está realizando y sienten que ya no tienen vida propia y en ese sentido, una de cada tres mujeres ha sufrido alguno de estos tipos de violencia de género.
Subrayó que para hacer más justo y más sano el trabajo remoto para las mujeres y se contribuya de manera significativa a su bienestar personal, las empresas podrían comenzar por poner más énfasis en la productividad y no en el número de horas que están conectadas, ya que se ha identificado que las personas no son productivas a ciertas horas, por ello, es importante la flexibilidad para el trabajo remoto, brindarles mayor certidumbre, seguridad personal y laboral, que las mujeres se sientan seguras de que su trabajo no está en riesgo y mejorar sus salarios, y sobre todo, lograr un reparto más equitativo de las labores del hogar, en donde los demás miembros de la casa asuman diferentes roles encaminados para apoyar a las mujeres.
Por último, Ingrid Pinto López, Directora del Área de Investigación del Observatorio de Competitividad y Nuevas Formas de Trabajo de la UPAEP, manifestó que las mujeres utilizan de su tiempo a la semana, 30.8 horas en promedio en realizar trabajo doméstico no remunerado para actividades propias del hogar, pero además 12.03 horas semanales de trabajo no remunerado en el cuidado a integrantes del hogar, en relación con los hombres, 11.6 de trabajo doméstico no remunerado para el propio hogar y 5.04 de trabajo no remunerado a la semana en cuidados a integrantes del hogar.
Refirió, si observamos, es una diferencia significativa la que existe con respecto a estas actividades que, finalmente sobrecargan los horarios y los quehaceres de las mujeres, y si ahora le sumamos el problema que vivimos derivado de la contingencia sanitaria, estas horas se han incrementado de manera significativa para las mujeres en particular.