La sociedad mexicana sigue apropiándose de los procesos de elección y participación ciudadana, demostrando con ello que ni la pandemia, ni las polarizaciones, ni las descalificaciones e intrigas hacia el árbitro electoral han alterado de forma alguna la empatía y la colaboración de la ciudadanía con el INE, cuando se trata de hacer equipo para garantizar el ejercicio de los derechos político-electorales de todas las personas, pese a los caprichos de «ya sabes quien»