Harold V. McIntosh fue uno de los grandes pioneros de la computación en el mundo y uno de los académicos más influyentes de México y en la historia de su disciplina. Reunir en la Biblioteca Central Universitaria su colección de libros y revistas “nos llena de satisfacción y orgullo, pues así se cumplirá su deseo: hacer que el conocimiento alcance una amplia apropiación social”, expresó el rector Alfonso Esparza Ortiz.
Al inaugurar la colección homónima de este matemático estadounidense –de más de 2 mil 400 títulos y 4 mil 600 revistas científicas-, Esparza Ortiz subrayó que así se rinde homenaje a un destacado académico que dejó una profunda huella en la BUAP, sobre todo en quienes trabajaron con él. “Harold V. McIntosh fue una persona de contagioso amor por la ciencia”, refirió, al hablar de su vocación por la enseñanza.
Labor docente que en palabras del Nobel de Física, Sheldon Lee Glashow, “fue tanto más importante que lo aprendido en curso alguno que hubiera tenido”, sobre el conocimiento que dejó en él durante su licenciatura en Cornell University.
Al acto inaugural asistieron funcionarios, directores, académicos y estudiantes de la BUAP, así como amigos del investigador, entre ellos Alberto Licona Anaya, ex alumno del IPN, quien donó a la Universidad un cuadro de su ex profesor, pintado por el artista Luis Alanís, durante un simposio que la FCC realizó con motivo del segundo año de su fallecimiento. “La imagen fue pintada a partir de una fotografía de él, cuando tenía 43 años y recién había fundado la Escuela de Computación”, indicó.
Primero en el IPN, más tarde en la BUAP, McIntosh legó una gran influencia producto de su genio: fue uno de los fundadores de la Escuela de Computación, hoy Facultad de Ciencias de la Computación (FCC), académico por más de cuatro décadas, periodo en el que dirigió múltiples tesis, muchas de ellas reconocidas en el mundo científico, y creador de hardware y software, entre los que destaca el diseño de una computadora personal llamada CP-BUAP, que poseía un banco de memoria propio e interfaces de video y de discos.
También fue responsable de ensamblar las primeras computadoras de la BUAP. La Licenciatura en Ciencias de la Computación es una de las mejores del país, gracias a sus contribuciones.
Antes de cortar el listón inaugural de este acervo, ubicado en el tercer piso de la Biblioteca Central, el Rector Esparza afirmó sobre el investigador, cuya muerte ocurrió en 2015: “Para la BUAP es un honor haber contado con su presencia, desde 1975, y haber recibido los frutos de su talento”.
Desde que llegó a México, en la década de los sesenta, acostumbró adquirir libros sobre física, matemáticas y computación, así como el hábito de compartirlos con sus amigos, colegas y alumnos. De este modo, parte de su material bibliográfico se encontraba en el Centro Nacional de Cálculo (CeNaC), del IPN, y, posteriormente, en el Centro de Cálculo de la FCC. Gran parte de esos materiales se encuentran en la nueva colección abierta a todo público.
“Sus amigos más cercanos lo recuerdan como afable, pero disciplinado, capaz de enojarse y discutir en la defensa de sus teorías. Su nombre se vincula ineludiblemente con el desarrollo de la computación y el de nuestra Institución. Tal es el paradigma que cumplía el doctor Harold V. McIntosh al apoyar el talento de los jóvenes y considerar el conocimiento como un campo abierto a todas las posibilidades”, concluyó el Rector de la BUAP.