En pleno siglo XXI, el rezago educativo aún persiste. De acuerdo con datos de la Unesco, en el mundo al menos 750 millones de jóvenes y adultos no saben leer ni escribir y 250 millones de niños y niñas no consiguen adquirir las capacidades básicas de cálculo y lectoescritura.
A esta situación se suma una diversidad lingüística y cultural, ya que en México existen 69 lenguas que gozan de la misma validez e igualdad. En el caso del estado de Puebla, de acuerdo con cifras del INEGI en 2015, 11.26 por ciento de la población total habla alguna lengua indígena, lo cual representa 656 mil 400 personas. De este escenario, el náhuatl reúne a 73 por ciento de los hablantes, seguido del totonaco y el mazateco. El Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI) ha registrado siete lenguas en el estado.
Por lo tanto, hablar de procesos de alfabetización implica plantear también el rol del multilingüismo, siendo este el tema del Día Internacional de la Alfabetización, que se celebra este 8 de septiembre.
“Así como se enseña inglés, alemán o francés, deberían existir programas que fomenten el aprendizaje de lenguas indígenas, ya que estas no han impactado tanto en instituciones de educación superior, en las cuales un porcentaje de su población es hablante de idiomas originarios”, consideró Edmundo Hernández Amador, investigador del Departamento de Investigaciones Históricas del Movimiento Obrero (DIHMO)-VIEP y hablante de náhuatl.
A esta afirmación se sumó Susana Magdalena Pérez Guzmán, hablante de tzeltal y estudiante de Ingeniería Civil, quien expuso que es necesario hablar y conocer las lenguas indígenas del país, “así como impulsan que hablemos otros idiomas extranjeros”.
Para Susana, una de las claves para hacer frente a la extinción de las lenguas indígenas, no solo es fomentar su aprendizaje, sino revitalizar su uso: “de la misma forma que usamos palabras del inglés en la vida cotidiana, como ok o selfie, podamos ocupar palabras de origen indígena en nuevos contextos”.
Generalmente, las lenguas indígenas se transmiten vía oral, de generación en generación, por lo que el siguiente paso debe ser su enseñanza, a través de procesos de lectoescritura. Al respecto, Hernández Amador comentó la impartición de programas de educación bilingüe en primarias de zonas rurales y la creación de las universidades interculturales a partir del año 2000, encaminadas al rescate de dichas lenguas.
A pesar de la Ley General de los Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas, que garantiza una educación bilingüe, estos esfuerzos no son palpables por falta de materiales didácticos. “Si uno estudia inglés, por ejemplo, hay infinidad de herramientas, como textos y conversaciones. En el caso de las lenguas indígenas no sucede lo mismo, por lo que uno debe hacer ejercicios de imaginación”.
Además, el especialista en cuestiones de educación multicultural indicó que la enseñanza de lenguas indígenas debe estar a cargo de expertos en la materia. Es decir, personal capacitado para impartir una clase y transmitir ese conocimiento, quien así mismo debe tener conocimiento del contexto de la lengua en cuestión.
La aventura de compartir saberes
En México más de 4 millones de personas mayores de 15 años son analfabetas; es decir, el 5.5 por ciento de la población total del país. Así, 6 de cada 100 mujeres y 4 de cada 100 hombres no saben leer y escribir; en Puebla son 8 de cada 100 personas en este rango de edad, siendo el quinto estado con mayor analfabetismo, después de Chiapas, Guerrero, Oaxaca y Veracruz.
Para garantizar el derecho a la educación a pobladores de las sierras Norte, Nororiental y Negra del estado de Puebla, el Centro Universitario de Participación Social (CUPS) lleva a cabo año con año campañas de alfabetización en comunidades indígenas –nahuas y totonacas, principalmente-, así como en juntas auxiliares y colonias de la capital que corresponden a asentamientos originarios, como San Andrés Azumiatla, La Resurrección y San Miguel Canoa.
El CUPS se fundó en 2001, año en que Puebla ocupó el cuarto lugar nacional con mayor población analfabeta. En 18 años, a través de 14 campañas ha alfabetizado a 6 mil 355 personas y más de 14 mil se han beneficiado con los conocimientos impartidos en talleres de lectura, divulgación de la ciencia, arte y cocina. Además, mil 15 estudiantes de preparatoria han participado en las campañas, en las que durante dos meses viven en las comunidades rurales para enseñar a leer y escribir.
De acuerdo con datos de la Encuesta Intercensal del INEGI de 2015, en el estado de Puebla cerca de 363 mil personas son analfabetas, de ellas alrededor de 132 mil son hablantes de alguna lengua indígena.
Por lo anterior, el CUPS busca que la alfabetización en español no afecte la vitalidad de las lenguas originarias, por lo que solo se trabaja con comunidades hispanohablantes. “No alfabetizamos en lenguas indígenas porque requiere un proceso distinto y que el alfabetizador hable la lengua indígena en cuestión. Tampoco alfabetizamos en español a las personas de lenguas originarias, como náhuatl o totonaco, porque sería propiciar la pérdida de ese lenguaje”, comentó Mirta Figueroa Fernández, directora del CUPS.
Además, para fortalecer la valía y uso social de las lenguas originarias se llevan a cabo proyectos de periódicos comunitarios y cápsulas de radio para que las personas se expresen en sus lenguas originarias. “Muchas veces nos topamos con jóvenes que ya no quieren hablar el idioma por pena y a esta situación se suma la falta de enseñanza”, recalcó Iván Nava Fernández, coordinador de Comunicación de esta dependencia.
Es así como los textos trabajados en clase se publican en un periódico comunitario; mientras en las cápsulas de radio, la gente puede contar una historia, receta de cocina, una leyenda local o cantar una canción. Después de grabar el audio en cuestión, se buscan los medios para su transmisión, como los altavoces de la comunidad, utilizados para dar a conocer avisos, así como juntas y mercados.
La aceptación de estos proyectos es satisfactoria, “además permiten la participación de distintos grupos de población y ayudan a hacer comunidad”, destacó Mirta Figueroa.
Una lengua refuerza la identidad
Más allá de su concepto convencional como conjunto de competencias de lectura, escritura y cálculo, la alfabetización se entiende como un medio de identificación, comprensión, interpretación, creación y comunicación. Por lo tanto, “la enseñanza de las lenguas originarias y la alfabetización en español van de la mano”, aseguró Edmundo Hernández, doctor en Sociología.
“En el caso mexicano es muy velada la discriminación por el color de piel, forma de vestir y hablar una lengua originaria, porque a esta persona se le trata de ignorante, sin educación y un desarrollo intelectual, lo cual es mentira”, señaló el académico.
Irene Guadalupe Ramón Orozco, hablante de ngiba (popoloca) y estudiante de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, expresó que una de las principales acciones para frenar la extinción de esta lengua indígena, más allá de la enseñanza, es la revaloración por parte de los hablantes: “la gente a la que conozco a lo mejor no la quiere aprender porque no sabe el contexto histórico o cultural. Una lengua va más allá de la forma de hablar: va acompañada de toda la cultura, de nuestra cosmovisión, de creencias, de rituales”.