México es un país con abundantes recursos en geotermia (calor proveniente del núcleo de la Tierra), útil para producir energía eléctrica. Actualmente cuenta con cinco centrales con capacidad de generar 976 megawatts y lo ubican entre las seis naciones con mayor capacidad para crear este tipo de energía.
Así lo afirmó el integrante del Grupo de Investigación de Geoenergía del Instituto de Energías Renovables (IER) de la UNAM, Fernando Javier Guerrero Martínez, quien comentó que este recurso puede ayudar a cimentar el camino de nuestra nación a la transición energética, a partir de diversificar sus fuentes de energía y dar flexibilidad al sistema eléctrico.
Actualmente, indicó, la geotermia representa de 1.5 a 2 por ciento del total de electricidad generada en México; diferentes estudios estiman que se puede duplicar esta capacidad. “Hay algunos que apuntan a crecerlo a dos mil megawatts. La Estrategia Nacional de Transición Energética y Aprovechamiento Sustentable de la Energía contempla un crecimiento moderado hacia los mil 464 megawatts, en un periodo largo, al 2050.
“Nuestro país y todo el mundo están en un proceso de transición energética, mediante el cual buscan gradualmente disminuir el uso de combustibles fósiles y tener cada vez más participación de las energías limpias. México debe aprovechar recursos como el sol, el viento, la geotermia y la energía hidráulica -generada en grandes presas-, y utilizar el petróleo de forma racional para impulsar esta transición, de manera que su canasta de recursos energéticos sea cada vez más variada, flexible y no dependamos de una sola tecnología”, detalló el experto.
Guerrero Martínez, especialista en modelado de sistemas geotérmicos, expuso que la geotermia se relaciona con el origen del planeta. Aunque el núcleo se ha ido enfriando, sigue habiendo una gran cantidad de materiales a altas temperaturas y se enfriará en un periodo largo, difícil de imaginar.
Este calor puede manifestarse de diferentes maneras: temblores, o cuando los volcanes emiten material de roca fundida a la superficie, entre otras.
“Al estar a altas temperaturas, las rocas presentan un comportamiento dúctil, maleable, que ocasiona movimiento y lo percibimos en la superficie mediante temblores, en la interacción entre placas”, abundó.
Además, México está situado en una región de interacción de placas tectónicas, lo que da lugar a vulcanismo en gran parte del territorio. Una de las zonas con mayor evidencia de esta actividad es la Faja Volcánica Transmexicana, “cinturón” que atraviesa de oeste a este, desde la zona de Nayarit, pasando por Jalisco, Puebla, hasta Veracruz.
“Ahí están el Popocatépetl, el Pico de Orizaba y otros volcanes menos conocidos. Es una zona con abundancia de recursos geotérmicos. Otra región con muchas manifestaciones termales y actividad tectónica es la Península de Baja California, que se está desplazando hacia el norte y esa deformación de la placa da lugar a manifestaciones termales, algunas de ellas son submarinas”.
El aprovechamiento de este calor para convertirlo en electricidad inició hace poco más de 100 años, en Italia, y posteriormente surgieron otras iniciativas en Nueva Zelanda y Estados Unidos. México incursionó a finales de los años 50 del siglo pasado, relató Guerrero Martínez.
“Ya se tenían evidencias en el país de calor geotérmico y se hizo un esfuerzo por parte del gobierno para instalar la primera central, la de Pathé, en Hidalgo. Tuvo una vida corta porque no se tenía dominio de la tecnología y aún se desconocían muchas cosas, pero posteriormente se emprendieron nuevos proyectos”, recordó.
Actualmente hay cinco centrales geotérmicas en el país: Cerro Prieto, en Baja California, que es la segunda más importante en el mundo; Los Azufres, en Michoacán; los Humeros, en Puebla; Las Tres Vírgenes, en Baja California Sur; y Domo San Pedro, en Nayarit. Esta última es la única operada por una empresa privada, el resto son parte de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
La electricidad que se produce en ellas se integra a la red de la CFE y se distribuye a los usuarios del sistema eléctrico en el país. Nuestra nación está en la lista de las seis con mayor capacidad instalada (Estados Unidos, Indonesia, Filipinas, Turquía, Nueva Zelanda y México) para generar este tipo de energía.
Calor y electricidad
La tecnología que se utiliza para transformar el calor del núcleo de la Tierra en electricidad se asemeja a la utilizada para extraer petróleo, pues para ello se perforan pozos. En la geotermia lo que se indaga es agua caliente.
“Un proyecto geotérmico normalmente empieza por buscar manifestaciones en la superficie de la tierra: donde hay manantiales termales, ventilas de gas, suelo caliente, pues la circulación de fluidos hacia la superficie es un indicador de un potencial recurso geotérmico”, expresó el experto en transporte de energía en medios porosos.
Una vez identificado el sitio con potencial, se perforan pozos para determinar si existe el fluido disponible -agua caliente- y extraerlo. Generalmente está a temperaturas elevadas, 200 grados o más, que posteriormente se introduce en turbinas para accionar un generador. Al meter el fluido caliente se genera movimiento que produce la electricidad, y luego esta se direcciona a la red eléctrica.
Este tipo de energía, remarcó Guerrero Martínez, tiene ventajas frente a la eólica y la solar, las cuales presentan intermitencias por las variaciones estacionales de insolación o las velocidades de viento. “Esta energía -geotermia- es constante”.
Además, su impacto al medio ambiente es entre ocho y 10 veces menor que el generado por una termoeléctrica convencional, en la que se quema gas natural, combustóleo o carbón.
“Hay emisiones que ocurren de manera natural; por ejemplo, un volcán como el Popocatépetl emite todo el tiempo vapores y gases como el dióxido de carbono o ácido sulfhídrico, que están en la naturaleza. Esto sucede en una central geotérmica convencional, porque hay algunas modernas que ya son cero emisiones”, aseguró el experto universitario.
Indicó que la geotermia tiene otros usos, como la calefacción y la deshidratación de alimentos, aunque la conversión a electricidad ha sido una de las aplicaciones más atractivas.
Foto: UNAM