La erupción del Vesubio, que destruyó la ciudad de Pompeya, habría ocurrido en octubre y no en agosto del año 79 de nuestra era, según pruebas encontradas durante la nueva campaña de excavaciones del sitio arqueológico del sur de Italia.
El director del Parque Arqueológico de Pompeya, Massimo Osanna, explicó a los medios que la nueva fecha del cataclismo -que también sepultó a las urbes romanas de Herculano, Stabia y Oplontis- fue deducida a partir de una inscripción encontrada en la Casa con Jardín, un inmueble pompeyano que llegó hasta nuestros días.
Se trata de una frase escrita con carboncillo en una de las paredes de la casa, que habría sido dejada a la posteridad por un obrero que realizaba labores de reestructuración en la que entonces era la propiedad de un rico pompeyano.
La frase fue fechada en “el decimosexto día antes de las calendas de noviembre”, que en nuestro calendario actual correspondería al 17 de octubre, una semana antes de que ocurriera la erupción, el 24 del mismo mes del año 79, explicó Osanna.
Hasta ahora las teorías que establecían que el desastre natural había tenido lugar el 24 de agosto del año 79 se habían basado en una carta escrita por Plinio el Joven a Tácito.
Sin embargo, algunos estudiosos dudaban de ello en base a algunos descubrimientos en el sitio arqueológico, como braceros que se usaban en otoño y no en pleno verano, o restos de frutos típicos de octubre y no de agosto.
Los últimos descubrimientos “harán reescribir los libros de historia”, declaró el ministro italiano de Bienes Culturales, Alberto Bonisoli.
Explicó que posiblemente la confusión de fechas obedeció a que durante el Medioevo algún amanuense transcribió erróneamente la carta de Plinio el Joven, cuyo abuelo, el filósofo y comandante Plinio el Viejo murió durante la erupción, cuando trataba de rescatar vía marítima a una amiga y otras personas atrapadas en Stabia.
En tanto, el Parque Arqueológico de Pompeya informó que en las últimas excavaciones salieron a la luz dos residencias, una de ellas llamada la Casa con Jardín y la otra la Casa de Júpiter.
La primera conserva un portón y frescos en las paredes y toma el nombre de un amplio patio dentro del cual se realizan análisis paleobotánicos en los restos vegetales encontrados, que dan un cuadro completo de las especies de plantas que había al momento de la erupción.
La casa, como otras estructuras de la zona, fue afectada por túneles realizados en siglos pasados para robar objetos, aunque según Osanna conserva en buen estado la mayor párte de sus decoraciones, con rastros de trabajos que se realizaban al momento del desastre.
En uno de sus espacios, conocido como la estancia de los esqueletos, fueron encontrados los restos de al menos cinco personas que se habían refugiado ahí durante la erupción.
En un ambiente adyacente se conservan frescos de mayores dimensiones con las figuras de Venus y Eros, entre otros personajes mitológicos.
La Casa de Júpiter, en cambio, toma su nombre de un fresco en el “Larario” (el lugar de culto) en el que aparece esa divinidad.
Las excavaciones han restituido la estructura de una vivienda con atrio central rodeado de estancias decoradas, una entrada al lado del llamado “callejón de los balcones” y al fondo un espacio abierto sobre el que confluyen otras tres estancias.
“Estas operaciones realizadas fundamentalmente para la salvaguarda del sitio nos han permitido revivir la emoción de nuevos e interesantes descubrimientos, gracias a excavaciones realizadas con las metodologías y tecnologías más a la vanguardia”, dijo Osanna.