La Unión Americana vive un momento de alta tensión social y política debido a múltiples factores. Además de la coyuntura pandémica y económica que afecta al mundo entero, la cual ha provocado diversas protestas en contra del confinamiento, el hecho de encontrarse en año electoral refuerza las fricciones entre actores sociales y polariza a la opinión pública.
Esta disputa por el Poder Ejecutivo, protagonizada por el presidente Donald Trump y el inminente candidato demócrata, Joe Biden, ha guiado muchas de las acciones del primer mandatario, las cuales han sido erráticas o altamente cuestionadas.
Desde una perspectiva analítica, José Luis García Aguilar, académico en el Departamento de Ciencias Sociales de la Ibero Puebla, señala la falta de coherencia entre los esfuerzos a nivel estatal y nacional, lo cual ha derivado en confrontaciones directas. No obstante, estos enfrentamientos se encuentran en vías de conciliación, pues el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, sostendrá una reunión presencial con el Presidente en Washington el día de hoy.
Como está y seguirá ocurriendo en diferentes lugares, los niveles de aceptación de los líderes nacionales se verán influenciados por la resiliencia ante la pandemia en todos sus ejes. La falta de mesura de Donald Trump conducirá, indica el académico, a una elección presidencial muy disputada.
Carencias sanitarias
Muy pocos países estaban preparados para la contención y gestión de contagios de Covid-19. En el caso de Estados Unidos, el hecho de que Nueva York sea el nuevo centro de la pandemia revela las carencias en materia de salud que han aquejado al país de manera histórica.
Como consecuencia, el Presidente Republicano ha optado por repartir culpabilidades, atacando directamente a la Organización Mundial de la Salud (OMS), además de cancelar el financiamiento a dicho organismo. Esta decisión, altamente repudiada por la opinión pública internacional, no es fortuita: la OMS sabía de la importancia o peligrosidad que tendría el coronavirus.
“El argumento de Trump es que la Organización ha sido muy complaciente con China en torno a la información y las acciones para mitigar la pandemia”. Mientras se investiga al respecto, la OMS perderá los 500 millones de dólares que aportaba la Unión Americana.
Existe un sesgo político importante que determina las acciones del presidente Norteamericano, mismas que buscan matizar las carencias propias de su gobierno. “Los gobiernos populistas y demagógicos tienden echarle la culpa a alguien para no asumir responsabilidades, lo cual, junto con las omisiones informativas chinas, nutren la postura de campaña de Trump”.
Plan económico
Como empresario, la visión del Ejecutivo estadounidense ha contemplado la reactivación de la economía lo antes posible. En un principio, la postura autoritaria derivó en expresiones que generaron réplicas reprobatorias por parte de los alcaldes de Boston, San Francisco y Nueva York.
En una segunda instancia, se presentó una estrategia escalonada que contempla un regreso progresivo a la normalidad, el cual será susceptible a las determinaciones de cada estado con base en las afectaciones del virus y la densidad de población. Esto se suma al rescate económico implementado a finales de marzo, uno de los más grandes en la historia de aquel país.
El especialista en política norteamericana reconoce el peligro de interpretar el regreso a la normalidad como un retorno al statu quo previo a la pandemia. “Hay naciones que lo interpretan como una oportunidad para replantear algunas políticas en materia ambiental, laboral o sanitaria”.
Del mismo modo, se han dado negociaciones paralelas al escenario pandémico. Con el petróleo cotizando en números negativos, la última decisión de la administración trumpista tiene que ver con llenar las reservas estratégicas de crudo para rebajar la presión del mercado internacional.
Por otro lado, el acuerdo de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) contempla la reducción en la producción de barriles, mismo que fue rechazada por México por razones operativas y de mercado. Para llevar a cabo esta medida, nuestro país recortará su producción en 100,000 unidades y Estados Unidos lo hará en 250,000.
El académico de la Ibero Puebla enfatiza que este “favor” puede tener intenciones más allá de la buena voluntad. “A la Unión Americana le conviene un precio relativamente bajo, pues sus propias compañías petroleras dejarían de tener incentivos para actividades de extracción”. Los costos, ya sea económicos o en políticas migratorias, no se harán esperar.