La película Roma sacó del olvido las difíciles condiciones de la gran mayoría de trabajadoras domésticas, que hoy, con ocasión del Día de la Mujer, deberían protestar para exigir condiciones dignas, opina Yalitza Aparicio, la protagonista del filme mexicano.
«Me alegra que esta película haya logrado abrir los ojos a muchas personas. Hay muchos profesionales que hacen cosas importantes, pero detrás de ellos hay personas que se encargan de la administración de sus hogares, del cuidado de sus hijos y es justo reconocer ese trabajo», comentó Aparicio en entrevista en Ginebra.
Yalitza participa en Ginebra en los actos de conmemoración del Día de la Mujer en la Organización Internacional del Trabajo (OIT), donde será una de las oradoras en un panel sobre igualdad de género en el mundo del trabajo y en el que piensa incidir en la situación de las empleadas domésticas.
La joven interpreta en la aclamada película a una empleada doméstica de origen indígena que trabaja para una familia de clase media-alta en el México de inicios de los años setenta, una obra fuertemente autobiográfica del director Alfonso Cuaron.
«A través de la película han surgido muchos temas de debate, entre ellos el de las trabajadoras del hogar. Los empleadores han empezado a darse cuenta de lo valiosas que son y es importante empezar desde allí, desde la raíz», opinó.
La actriz y profesora de formación considera que «si el empleador empieza a darle importancia a su empleada por el apoyo que le brinda entonces la trabajadora verá que su trabajo es importante, se valorará a si misma y esto ya será un avance».
Sin embargo, Yalitza no representa sólo el rostro de las domésticas en «Roma», sino también el de las indígenas, que son víctimas de discriminación sistemática.
«Soy una mujer que siempre se ha valorado a si misma. Me encanta mi color de piel, mis raíces, pero desafortunadamente la sociedad a veces te lleva a ocultar esto», comenta, tras reír con timidez cuando se le recuerda que una revista europea manipuló su foto aparecida en la portada, aclarándole la piel y haciéndola aparecer más delgada.
Sobre ese estereotipo de belleza occidental, predominante también en América Latina, Yalitza considera que los medios de comunicación han contribuido decisivamente a ello «al transmitir mensajes que no te ayudan a valorarte como persona, mensajes subliminales que te dicen que no puedes pertenecer (estéticamente) a ellos».
«Espero que esto cambie, que muestren la diversidad que hay no sólo en México sino alrededor del mundo, donde hay muchos rostros que faltan por mostrar», observa.
Yalitza explica que en la película se habla el mixteco, «que muchas personas hemos perdido a pesar de que forma parte de nuestra cultura, lo que ocurre por el temor a ser discriminados por el resto de la sociedad. Ojalá que esto también empiece a cambiar».
De manera más general, sobre la condición de la mujer, la actriz lamenta la brecha de género, que se evidencia no sólo en el mundo del trabajo, sino en los hogares, y de lo que hablará también en el evento de la OIT.
«Hay muchas mujeres que al terminar su jornada laboral llegan a sus casas y empiezan con el trabajo de ocuparse de sus familias, hay muchas madres solteras que siguen adelante luchando cada día, y todo esto es algo que como sociedad nos falta reconocer», afirma quien fuese nominada al Oscar como Mejor Actriz por su primera película.
Yalitza confiesa que la actuación la ha atrapado y que le gustaría continuar en esta senda, para lo cual ya ha recibido ofertas, aunque prefiere no dar detalles.
«Primero necesito leer los guiones y ver cual sería el (papel) más adecuado», comenta.
La mexicana parece no tener miedo al momento en que su popularidad decline, cuando la ola del entusiasmo generado por «Roma» caiga, o al menos no piensa en ello, porque «el paso ha sido muy grande y será bueno tomar un respiro, volver a empezar e ir trabajando poco a poco».
Tras su paso por Ginebra, Yalitza hará maletas para regresar a México, donde asegura que su estilo de vida no cambiará porque ella sigue siendo la misma, aunque hay cosas en ella que han cambiado fundamentalmente, como su propensión a la timidez.