“Vivo en un territorio diminuto de la inabarcable esfera de la literatura”, asevera en entrevista con la Coordinación Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) el narrador, cronista, ensayista y editor Felipe Garrido, quien celebra el 78 aniversario de su natalicio y cuya labor literaria ha priorizado el fomento de la lectura como una forma de progreso del país.
“Crecí en una familia lectora, rodeado por otros lectores, de la primaria a la universidad. Crecí engañado. Durante muchos años creí que todos eran lectores. Descubrí que somos minoría cuando comencé a dar clases en la prepa donde yo había estudiado: el Centro Universitario México. Mis grupos eran de 50 alumnos. Tres de ellos siempre eran lectores, muy buenos. Los otros 47 eran disciplinados, buenos estudiantes, cumplidos, esforzados, estaban muy bien alfabetizados… pero no eran lectores”, comparte Garrido.
“No sabían que leer es el acto de construir la comprensión de un texto; que lo hacemos a partir de lo que sabemos, de las experiencias, de nuestras creencias, de nuestra idea del mundo, de nuestras lecturas anteriores. Cuando no alcanzamos a comprender, en realidad no hemos leído. La capacidad de leer nos permite tener acceso a todos los conocimientos, experiencias e intuiciones que los seres humanos hemos acumulado a lo largo de, por lo menos, 200 millones de años. He dedicado una enorme parte de mi tiempo a acercar la lectura a quienes no la ejercen cada día.
“Mis padres eran grandes contadores de relatos –familiares, históricos, míticos, literarios– y grandes lectores, como lo eran mis abuelos, tíos y primos. Un día –tendría seis o siete años– escribí algo sobre un torero y comencé a mostrarlo así, en la familia, sin darle demasiada importancia. Aquello fue un acierto. Después, mucho tiempo después, cada vez que he podido me he equivocado… No lo voy a contar ahora, pero puedo decir que no he empezado a escribir en serio”.
En entrevista, la narradora Mónica Lavín comenta que Felipe Garrido es un maestro de la narrativa breve –la cual exige concisión, palabra justa, humor, referentes literarios y guiños–, imprescindible en la literatura mexicana. “Es heredero de la tradición de Juan José Arreola y Julio Torri. Ha creado y participado en programas para la formación de lectores que fueron icónicos y que deberían seguir vivos en las aulas. Ha sido un creador, promotor y formador de lectores.
“Una de sus mayores aportaciones es ser un faro para mirar la escritura de otros. Ha sido, parafraseándolo, un contagiador y un constructor de redes lectoras y de conocimiento de los autores mexicanos. Sus minificciones son, además, parte del legado literario clásico del siglo XX”, añade.
El escritor y docente Ricardo Ancira señala que una de las preocupaciones del autor de La musa y el garabato es la forma de introducir el gusto de los clásicos en las aulas sin ahuyentar a las y los estudiantes, y agrega que “la prosa poética de Garrido es límpida y breve, ya que pule las oraciones y busca la palabra exacta. Su obra es autobiográfica, íntima y familiar”.
Una prolífica trayectoria
En 2018, el INBAL le rindió un homenaje a Felipe Garrido por su prolífica trayectoria, como parte del ciclo Protagonistas de la literatura mexicana. Entre los diversos premios que ha recibido se encuentran el Juan Pablos (1982), el de Traducción Literaria Alfonso X (1983) y el Xavier Villaurrutia (2011) por su obra Conjuros. En 2015 obtuvo el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el campo de Lingüística y Literatura. Es miembro, desde 2003, de la Academia Mexicana de la Lengua.
Felipe Garrido nació en Guadalajara, Jalisco, el 10 de septiembre de 1942. Estudió Letras Modernas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha sido profesor en el Centro Universitario México, el Centro de Enseñanza para Extranjeros, la UNAM, el Instituto Cultural Helénico, la Universidad Iberoamericana campus Laguna y el Teatro Isauro Martínez de Torreón.
Ha sido director de Literatura en el INBAL, de Literatura y de Difusión Cultural en la UNAM y de las editoriales El Ermitaño, Solar Servicios Editoriales y Xalli, de la Universidad de Guadalajara.
Ha escrito 18 volúmenes de narrativa y 17 títulos infantiles y juveniles. Además de traducir obras de Paul Globe, Hans Christian Andersen, R. Gordon Wasson, entre otros autores.
Ha colaborado en las publicaciones Casa del Tiempo, Diálogos, El Heraldo Cultural, El Machete, El Siglo de Torreón, La Gaceta del FCE, Proceso, Revista Canadiense de Estudios Hispánicos, Revista de Bellas Artes, Sábado, Siempre! y Tierra Adentro.
Es autor de Viejo continente (1973), Con canto no aprendido (1978), La urna (1983), Garabatos en el agua (1985), Crónica de los prodigios. La naturaleza (1990), Historias de santos (1995), Del llano (1999), La primera enseñanza (2002), Lección de piano (2003), Hola papá (2004), La necesidad de entender (2005), Conjuros (2011) y Manual del buen promotor. Una guía para promover la lectura y la escritura (2012), entre otros títulos.
Foto: UdG / Adriana R