Feminismo y derechos indígenas en la segunda semana en el ciclo Arte política y contracultura

En la segunda semana del ciclo de conversaciones Arte, política y contracultura. El mundo hoy, se abordan los temas feminismo, y derechos indígenas. Hernando Chindoy, presidente del pueblo Inga de Colombia, conversa con el artista Felipe Castelblanco sobre su lucha y rescate de las comunidades indígenas del sur de Colombia. En tanto, dos integrantes del colectivo GeoBrujas y la investigadora Julie-Anne Boudreau, charlan sobre la articulación del feminismo en la Geografía, la concepción del cuerpo y su dicotomía, y la función de las contracartografías, entre otros temas.

Derechos indígenas y organización comunitaria
Hernando Chindoy (Colombia) y Felipe Castelblanco (Suiza)
13 de abril 2021, 12:00 h

Geografía y feminismo
GeoBrujas (México) y Julie-Anne Boudreau (México)
15 de abril 2021, 12:00 h

Derechos indígenas y organización comunitaria
Hernando Chindoy da cuenta de las luchas de los pueblos originarios en el sur de Colombia, ubicados en los departamentos de Caquetá, Cauca, Putumayo y Nariño. De acuerdo con la corte constitucional de ese país, estos pueblos están en extinción física y cultural debido al conflicto armado, desplazamientos forzados y expropiación del territorio. Esta área estratégica, que es abundante en recursos naturales, fue afectada por la tala excesiva, y la llegada de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que dañó la identidad cultural de los habitantes.

En el 2000, explica, la tala de árboles devastó el territorio e iba en aumento el cultivo de la amapola, lo que ocasionó muerte y la llegada de 35 mil personas que trastocó costumbres y modos de vida. La obtención del dinero fácil proveniente del narcotráfico y venta de armas predominó en algunas regiones.

Ante este panorama, en el año 2000, las poblaciones y líderes se plantearon recuperar el territorio que les pertenecía, de acuerdo con un título colonial existente desde el año 1700. En 2002, en su calidad de gobernador, emprendió una lucha y el proceso de revitalización y recuperación de las tierras, costumbres, valores, tradiciones e identidad. Sin embargo, las persecuciones y amenazas fueron constantes.

Chindoy fortaleció la autonomía de los pueblos con la creación de una guardia indígena y una alianza en defensa del territorio por la vida en la zona, basada en el diálogo e intercambio. Después de exigir la salida de grupos armados, solicitó al gobierno la titularidad sobre el territorio que ancestralmente ha pertenecido a los pueblos originarios. El resultado fue la recuperación de 22 mil hectáreas de territorio en los departamentos de Nariño y Cauca, más adelante se creó un plan para erradicar, de manera definitiva, el cultivo ilícito de la amapola, lográndolo en 2004.

Este fue el primer caso exitoso en Colombia en la superación del narcotráfico desde la voluntad de las comunidades, el desinterés que mostró el gobierno cambió cuando, en el contexto internacional, se expuso que había sido una lucha emblemática, puntualiza. De esta manera se fortaleció la gobernanza de la institucionalidad, extendiéndose a otras áreas como la economía, salud y educación.

Ese logro benefició a otros pueblos y fue el inicio de una serie de alianzas que resultaron en la creación del Tribunal de Pueblos y Autoridades Indígenas del Sur Occidente Colombiano, y la Alianza de Mujeres del Departamento de Nariño, que incluye a siete pueblos indígenas. En 2009 la corte institucional ordenó al Estado implementar y apoyar un plan de salvaguarda para el pueblo inga.

Para unir a su pueblo, Chindoy revitalizó valores ancestrales para el bien vivir colectivo basados en la cosmovisión indígena que conectan al individuo con el universo y su entorno natural, así como fomentan el respeto, trabajo y honestidad al interior de las comunidades. Una aportación de la ética andina al mundo contemporáneo, la cual ha sido estudiada en años recientes.

El líder del pueblo Inga comenta que es preciso que las nuevas generaciones sean agentes creadores. El sistema global obliga a muchas ciudades e individuos a la dependencia, surgen así los esclavos modernos. Es necesario liberarse de esas cadenas que se encuentran en el pensamiento para generar otras posibilidades. Como pueblos indígenas vamos a continuar siempre defendiendo la vida en todo espacio y tiempo, esperamos que más hombres y mujeres se vinculen en ese proceso de defensa en el sentido más amplio de la palabra y avanzar desde el corazón, el alma y el pensamiento, concluye.

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Geografía y feminismo
Julie Anne Boudreau conversa con dos integrantes de GeoBrujas: Valeria Ysunza y Karla Helena Guzmán, quienes abordan el feminismo en el contexto de la Geografía, su planteamientos, acciones y propuestas en la actualidad. Desde 2014, el colectivo inició actividades con dinámicas de trabajo horizontales y comunitarias, donde todas sus integrantes son copartícipes. Su objetivo fue dialogar con otras mujeres sobre sus inquietudes, alejadas de los espacios institucionales, donde no encontraron voz, ni posibilidad de creación. Buscaron un nombre que las identificara con mujeres que desafiaron su época y rompieron las estructuras impuestas, el cual fue utilizado por la sociedad para estigmatizar su pensamiento y mirada crítica en diversos contextos.

Para Karla Helena Guzmán, la geografía feminista de GeoBrujas pone en el centro la experiencia espacial de las mujeres, analizando el despojo, la violencia, la migración y las disidencias sexuales para establecer diálogos interdisciplinarios con un compromiso político y social. Buscan revisar las biografías feministas que a lo largo de la historia dan cuenta de la desigualdad histórica y geográfica.

La teorización del cuerpo es uno de los aportes de la geografía feminista, entendido como una entidad capaz de generar conocimiento; para Geobrujas es el primer territorio donde surge la identidad, en estrecha relación con la mente, es principio básico en las cartografías corporales y metodologías que llevan a cabo. El cuerpo es, también, el lugar donde inicia la resistencia ante las imposiciones y estereotipos, así como es un espacio de reivindicación, posicionamiento y reafirmación.

Los debates sobre territorio y cuerpo, puntualizan, no surgieron únicamente en la academia, las mujeres de comunidades indígenas de Guatemala lo han denominado feminismo comunitario territorial maya, en tanto, las bolivianas son feministas comunitarias antipatriarcales. El diálogo con ellas ha aportado las claves teórico-políticas y artísticas para abordar la Geografía desde nuevas perspectivas.

Sobre la posibilidad de que los espacios creados por el feminismo sean mixtos es poco probable; no obstante, han realizado actividades abiertas dirigidas a todas las construcciones sexo genéricas. Los espacios autónomos y separatistas son básicos e imprescindibles para que las mujeres levanten la voz y narren su historia, cuando hay espacios mixtos surge la construcción masculina hegemónica de imponer un punto de vista o dar opinión desde otra perspectiva, eso rompe con el proceso de aprendizaje y construcción colectiva; es un debate constante, pero creemos que la geografía radical es clave en este momento, explican.

La cartografía que realizan utiliza el cuerpo, el cual es un mapa que tiene una serie de información emocional, sensitiva y afectiva. Este trabajo se basa en subvertir, reconocer y asumir el poder de los mapas y tomarlos para revindicar aspectos importantes, muestran espacios vividos de la percepción y la construcción en torno a ellos. El lenguaje cartográfico y su capacidad de síntesis, se utiliza para mostrar injusticias sociales y estructuras de poder y visibilizar realidades, es cuando se habla de la contracartografía un modelo contestatario, alejado de la normatividad histórica.

Para GeoBrujas las contracartografías son parte de las contraculturas, en vista de que son lenguajes críticos y novedosos. Los mapas son resultados de la necesidad de seguir comunicando a través de técnicas específicas para desarrollar ciertas metodologías, esto es parte de la geopedagogía basada en procesos de enseñanza-aprendizaje que proponen como colectivo.

Por otro lado, consideran que la inserción de la cartografía en los museos puede cambiar al concepto estático del espectador para transformarlo en un ser creativo, invitarlo no solo a ampliar su perspectiva geográfica, sino a dialogar con los barrios y la ciudad, a través de ejercicios y prácticas contracartográficas. Mostar los procesos de la historia geográfica que tiene cada zona desde sus múltiples simbologías y representaciones artísticas, aunado a una construcción de cultura comunitaria, concluyen.

abril 13, 2021 - 8:45 am

Por: Staff

Cultura

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