Para Fernanda Melchor (Veracruz, 1982), haber recibido en Berlín el Premio Internacional de Literatura que otorga la Casa de Culturas del Mundo y el Premio Anna Seghers en Maguncia, al oeste de Alemania, ambos por su libro Temporada de huracanes, significa un mayor interés ante las obras escritas por mujeres, pero también “una presión” para volver a escribir.
“Cuando eres escritor y tu trabajo es reconocido, no solo por la academia o los ámbitos literarios que otorgan premios, sino también por el público, entras en un dilema en donde dices ‘¿qué hago? Hago lo que ha venido funcionando, ¿sigo por esa línea?, ¿busco cosas nuevas?’, creo que es un poco de trampa, porque al final es escribir lo que uno quiere escribir y que uno cuente la historia que quiere contar y ese es un riesgo. Creo que un libro exitoso para un escritor no forzosamente lo será en ventas o críticas».
En entrevista, consideró también que en este momento existe mayor interés en lo escrito por las mujeres, así como que cada vez hay más público buscando este tipo de obras y más jóvenes deseando escribir, por lo cual buscan este tipo de referentes… de escritoras “que alimenten sus decisiones”.
Al ser escritora no puedes vivir del aire
Recordó que el primer galardón lo recibió en junio de 2019, mientras que el segundo le fue entregado recién durante diciembre de dicho año. Tales reconocimientos, mencionó, le hacen ganar tiempo y más seguridad, mientras llega a la imprenta su siguiente proyecto.
—Significan muchas cosas: por un lado, obtener recursos para escribir. El oficio de la literatura es muy precario y siempre se tiene que buscar otros empleos porque, a veces, uno se puede tardar uno, dos o 10 años escribiendo un libro, y no puedes vivir del aire. Y si no es a través del apoyo de becas como las del Fonca, entonces debes buscar recursos. En el ámbito del reconocimiento me emociona mucho recibirlo, porque escribí una novela que habla del México de hoy.
Precisó que en su texto, en donde utilizó un lenguaje muy crudo, con estilo mexicano y hasta instalado en esa peculiaridad que solo en Veracruz se puede hallar, intenta reflexionar sobre la violencia tanto en el interior de la familia como también dentro de la misma sociedad, incluso, de aquella que uno utiliza contra sí mismo, por lo que nunca pensó que tal narrativa le fuera a interesar a personas de otros países, aunque, afirmó, “cuando escribes literatura siempre estás pensando en ir más allá, no en escribir para tu grupo de amigos o tu estado o para la gente que conoce los referentes de lo que escribes; por el contrario, tratas de ver lo que existe de universal en las historias”.
—Realmente este año quería sacar un libro, pero no fue tan fácil por las distracciones propias al acto de viajar. Estaba leyendo que Carlos Fuentes trabajaba en hoteles, viajaba mucho, daba conferencias y en su cuarto de hotel siempre escribía. Yo no puedo: necesito trabajar en mi comedor, con mis libros, en mi ámbito y con muy pocas distracciones. Cuando escribo, ni siquiera reviso el correo, no puedo; una vez que algo del mundo me llamó la atención… «ya valió gorro», ya no puedo. Estoy en ese dilema: entre esa voz que tengo por dentro, la cual me dice qué y cómo contar y, paralelamente, bloquear lo que escucho por afuera.
Influencias y lecturas
No obstante, pese a la presión y una “vara que se ha elevado”, Fernanda Melchor adelantó que ya se encuentra trabajando en su siguiente libro, el cual será un texto que transcurre en un fraccionamiento de lujo, donde un chico se obsesiona con su vecina —madre de dos hijos—, en donde se derivan diversos actos de violencia… Una novela contada a través de su único amigo, que es el jardinero de este conjunto residencial.
—Lo que quiero escribir es a dónde te llevan los caminos de lo obsesión… cómo un deseo te puede orillar a detonar actos de mucha crueldad y violencia. Me gustan las historias y empiezo a fantasear: ¿qué pasaría sí…? Uno siempre está jugando con estas cosas y tratando de encontrarle un sentido a tales historias. A veces, me preguntan qué onda con la temática de la violencia, pero esas son las cosas que me interesan, son las historias que me gusta contar, no sé si siempre… pero es lo que veo en la humanidad.
Aunque sus lecturas favoritas son de autores anteriores a los años setenta, Fernanda Melchor lee novelas de no ficción —ahora se encuentra leyendo El Reino [2014] de Emmanuel Carrère—, aunque los últimos fueron textos de Agatha Christie, de quien dictó una conferencia el pasado 26 noviembre en el Centro Cultural de Francia. A Christie la considera como una “autora fenomenal y quien guarda una relación rarísima con el lenguaje. Tiene unas novelas que son impactantes, que hablan acerca de la guerra, de la orfandad y al mismo tiempo, emplea técnicas vanguardistas… es una escritora increíble. Fue una mujer que tuvo que luchar mucho, con un trabajo, y tres hijos. No tuvo una vida fácil para escribir y, sin embargo, creó una de las obras más representativas”.
No obstante, adelantó que su próxima lectura serán los textos de la ganadora del Premio Nobel de Literatura 2018, Olga Tokarczuk, de quien, dijo, es admirable que haya ganado dicho reconocimiento, “aunque a veces es una maldición, porque siempre queda esta especie como de sombra para las personas que ganan el Nobel, pues de alguna manera les entra esa especie de pánico escénico y sus libros después de tal galardón, no logran complacer. Le pasó a Gabriel García Márquez y también a Mario Vargas Llosa, hay muchos escritores que esto les pesa…”.
Literatura femenina
La inspiración de Fernanda Melchor llega a través de su pareja Luis Jorge Boone, quien también es escritor: “me inspira muchísimo su capacidad de trabajo. Esto de no rendirse… cuando eres un escritor joven es muy fácil desanimarse… es un trabajo en donde seguramente no encontrarás algún tipo de incentivo para seguir realizando. Para mí, cualquier persona que se atreva a escribir, ya es una inspiración… mis colegas… incluso escritoras que no conozco”.
En este sentido, comentó que el papel de la mujer en la literatura ha mejorado, pues tan solo durante su etapa de crecimiento como escritora, los referentes femeninos eran pocos comparándolos con el auge de los actuales. Aunque comenzó por Gabriel García Márquez y otras novelas escritas por hombres, después accedió a las lecturas de Isabel Allende, Elena Poniatowska y otras autoras de géneros de terror como Anne Rice. Ahora, dijo, es más sencillo encontrar referentes femeninos, pero aún existen actitudes machistas en el ámbito literario, aunque no solo es propio de este, sino de la sociedad.
Los inicios de la escritora mexicana fueron a sus 14 años, cuando comenzó a escribir “en serio”, aunque lo hacía de madrugada, porque no le gustaba que leyeran sus textos, debido a que lo consideraba algo muy personal. Sus temas iniciales de escritura estuvieron dentro del género de ficción, historias contrarias a su propia historia…
—Escribía una página, pero al día siguiente la rompía. La primera vez que publiqué, cuando acabé mi primer cuento, tenía 16 años y lo mandé a un concurso en la prepa y no gané nada, era muy oscuro, siempre con la temática de la violencia. A los 18 publiqué mi primer cuento en un suplemento de un periódico en Veracruz. Y poco a poco empecé con cuentos, sin embargo, mi ambición fueron las novelas y me tardé un poco: fue hasta los 29 años que terminé la primera, la cual se llamó Falsa liebre [2013]. Parece que acabo de empezar, pero llevo desde 1996 escribiendo y leyendo: esto último es la universidad para poder escribir.