Hablar de suicidio para entender, prevenir y perdonar

La prevención consta de identificar los factores de riesgo; preguntar directamente a la persona si tiene pensamientos suicidas; apoyar a la persona y hacerle saber de la seriedad del asunto, y conectarla con profesionales de salud mental.

El padre de Jossette se fue de viaje, y no volvió. Así se lo relató a sí misma por años para evitar el juicio ajeno y postergar su propio duelo. Cuando finalmente pudo decirlo, sintió el alivio de años de cargar con un sentimiento reprimido. Su padre se había quitado la vida.

Como ella, varias personas que se han acercado a la Asociación Mexicana de Suicidología para romper con paradigmas generacionales y comenzar a comprender un fenómeno complejo que, en Puebla, cobra la vida de una persona cada día. Algunos sobrevivientes, como Gonzalo, han visto en la pérdida de un ser amado la oportunidad de difundir la cultura de la prevención y el cuidado integral.

“A veces no queremos darnos cuenta los padres. Hay muchos focos rojos antes del evento que lleva al suicidio”, reconoció Gabriela, cuyo hijo cometió suicidio hace seis años. Desde entonces, ha buscado espacios que la ayuden a comprender lo ocurrido y hablarlo sin prejuicios, al tiempo que se prepara para contarle a su pequeña nieta lo que le ocurrió a su padre.

Tras la muerte de su hijo, Claudia ha vivido una tormenta de comentarios carentes de lo que ella llama “tino, tacto y tono”: vivir el juicio social, explica, termina de hundir a las familias azotadas por la pérdida. Suicidología MX, cuyo presidente es el académico de la IBERO Puebla Quetzalcóatl Hernández Cervantes, reunió virtualmente a cuatro voces testimoniales que reflexionaron sobre la importancia de vivir un duelo libre y respetuoso.

El problema del “hubiera”

“Aquí no se llora ni se habla”, le dijeron a Jossette durante los primeros procesos de homenaje a su padre. Esto la condujo a alejarse de amigos y familiares antes de que estos la abandonaran. Años después, sus ejercicios introspectivos la llevaron a concluir que, de haber caído en cuenta del daño que provocaría, su padre no habría decidido “irse de viaje”.

Los expertos en suicidología ven con buenos ojos el análisis de lo que debió hacerse de forma distinta. Esa perspectiva llevó a Gonzalo y a su familia a reconocer que fallaron en las labores de prevención, desde el cuestionamiento (“¿piensas en morir?”) hasta la vinculación (“vamos a que te ayuden”). Reconoce, sin remordimientos, que se trató de una falta de intuición frente a la situación de su hermana.

Este abandono involuntario puede ser propiciado por las propias condiciones de vida. Como madre divorciada, Gabriela tuvo que ejercer ambos roles de paternidad para velar por sus dos hijos. Inevitablemente, descuidó aspectos psicoemocionales en su formación y se dejó llevar por prejuicios como “si quisiera hacerlo, ya lo hubiera hecho” cuando notó que algo no estaba bien.

Si bien los indicadores están presentes, no siempre es posible atenderlos adecuadamente. El hijo de Claudia se había marchado de la casa cuando comenzaron a encenderse los focos rojos, lo que le dificultó monitorear su trabajo psicológico. Después de recibir la llamada de las autoridades, ella emprendió su propio proceso de ruptura con los estigmas que rodean la enfermedad.

Diálogo abierto

El suicidio es uno de los temas tabú por excelencia en las sociedades occidentales. Por ello, el acercamiento debe ser franco y directo: verbalizar para materializar. La familia de Gonzalo ha encontrado diferentes formas de vivir el duelo, desde la fe hasta la ira. Pese a que no siempre concuerdan en todo, recurren al tema constantemente.

Llamar al fenómeno por su nombre lo aterriza en la realidad. Gabriela indicó que hablar sobre el tema incluso ayuda a identificar indicadores suicidas en uno mismo. “Puede que haya personas que estén ocultando ese sentir de no querer vivir, y hay que hablarlo. No hay otra forma”. Por su parte, Claudia busca la apertura a través de la validación de todo el proceso del duelo y con una aproximación sensible y cercana.

Hablar sobre el tema con otras personas que han vivido una pérdida por suicidio permite encontrar nuevas respuestas a las propias interrogantes al tiempo que se impacta en la vida de alguien más. Después de tomar un café con una sobreviviente, Jossette inauguró un nuevo capítulo en su propio viaje, donde puedo reconocer abiertamente que su padre se quitó la vida hace 26 años.

El suicidio es una prueba abrumadora de la fragilidad de la existencia. Asumirla en un contexto que no permite el duelo y censura categóricamente el acto de quitarse la vida requiere de espacios en los que se pueda hablar con soltura. Tanto los sobrevivientes como Suicidología MX asumen esa responsabilidad.

septiembre 15, 2021 - 6:45 pm

Por: Staff

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