El técnico Luis Enrique Martínez encogió el corazón de todos los presentes cuando habló de la muerte, respondiendo con entereza al peor momento que puede sufrir un padre de familia: la pérdida de un hijo. Su forma de encarar el duelo. El refugio en la intimidad. El momento en el que sintió que su vida debía seguir su camino para volver al banquillo de la Selección de España. Una lección de vida desde el dolor más profundo.
La exposición de Luis Enrique no dejó indiferente a nadie. Su regreso a la luz pública fue una muestra de su pura esencia. Desde la crudeza con la que se refirió a la figura de un antiguo amigo, Robert Moreno, que ha dejado de serlo por lo que interpretó una traición con ansia de poder.
Entre medias heló el corazón de todos con su forma de encarar públicamente el fallecimiento de su pequeña Xana de 9 años. Nadie le trasladó la pregunta, extendiendo la línea de respeto que se guardó desde que de madrugada tuvo que marcharse de Malta en vísperas de un partido. Fue el propio Luis Enrique el que entró de lleno en el momento más duro de la vida cuando fue cuestionado por su sentimiento de regresar al trabajo.
«En esto de la muerte hemos leído muchas cosas sobre el duelo y estas situaciones que todos vivimos, no en el orden que ha tocado a mi familia. Todos sabemos que perderemos seres queridos, pero hay muy poca información sobre esto y mucho tabú», explicó.
«No hay una forma matemática y cada persona lo siente de una manera. Unos no quieren trabajar nunca más, otros al día siguiente, unos recuerdan a la persona a diario y otros no. Me siento orgulloso de la entereza y fortaleza de toda mi familia», añadió.
En su caso explicó Luis Enrique que aislado del mundo, refugiado en una familia unida en el duelo, volvió a hacer más deporte que nunca, agarrándose a la bici que le apasiona como válvula de escape. De ahí explicó su figura más fina, con más canas tras los peores meses de su vida.
«Estoy muy ilusionado, un poco más delgado de lo habitual, muy en forma gracias al deporte que es un arma para seguir adelante en la vida», aseguró. «Mi familia es la mejor, mi mujer me respalda totalmente, se fue hablando mi regreso, pensando lo mejor para la familia». Y finalmente ahí está de nuevo. Con el deseo de dirigir a la Selección española y no a un club, que reduce más el tiempo con los suyos.
Fue la lección de vida de Luis Enrique, quien no se olvidó de agradecer el cariño de los seres cercanos y el respeto del resto. «Agradezco a todo el mundo el apoyo y el respeto de todos. Fueron impactantes los minutos de silencio en los campos de fútbol». El fútbol le devolvió el cariño en gestos que no olvidará nunca.